Te ofrezco, ¡oh Dios!mi fortuna, mi tiempo, mi libertad,mi reputación, mi cuerpo,mi alma, mi vida;me entrego todo, sí todo, sin excepción.Dispón pues de míy de todo lo que es mío,según te plazca.Yo no tengo ahora otro pensamiento,otro deseo,que el de contribuir a tu gloriasegún la medida completade mis medios y mis fuerzas.(Juan María)
Para convertir su corazón a Dios, los Hermanos reciben con frecuencia el sacramento de la Reconciliación, preparado por el examen personal cotidiano. Los Superiores facilitan la recepción de este sacramento.
No dejen de repetir cada día en el secreto de su corazón: he venido aquí para santificarme, para lograr mi salvación con más seguridad.
1968: Laurent Beaudoin (Gérard-Ernest) y Ange Roquier (Marcel-Joseph)1997: Stephen Lefebvre (Cyprien-Joseph)