1º Juan 4, 7-16Salmo 33, 2-11
Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano.Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa.Marta dio a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas.Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.Marta le respondió: Sé que resucitará en la resurrección del último día.Jesús le dijo: Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá: y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?Ella le respondió: Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo.
Aunque todavía estamos en la mitad del Evangelio de Juan, aquí encontramos el séptimo milagro o ‘signo’ que recoge el evangelista. La resurrección de Lázaro fue la gota que rebasó el vaso de la paciencia de los jefes judíos y lo que los llevó a la decisión de eliminar a Jesús.Si bien se trata de la muerte y resurrección de Lázaro, el personaje central es Jesús, que se nos presenta teniendo dominio absoluto sobre la muerte. Demuestra que es capaz de hacer aquello que prometió: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10)Este milagro dio a los judíos una prueba definitiva de que Jesús era el Cristo de Dios, el Mesías prometido. En el capítulo anterior los judíos le habían dicho: «Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente», a lo que Jesús contestó apelando a sus obras: «las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí» (Jn 10:24-25).A tan solo tres kilómetros de Jerusalén, y en presencia de numerosos testigos, Jesús resucitó a Lázaro, un hombre que llevaba cuatro días muertos. A partir de ahí, los judíos no podían decir que carecieran de pruebas de que Jesús era el Cristo.En el texto de hoy se ve a Jesús acudiendo, pero tarde. Con Lázaro en la tumba, toda esperanza humana se había apagado. Nosotros decimos que mientras hay vida, hay esperanza, pero con la muerte se acaba todo. Es el fin de las aspiraciones, los deseos, los planes. Ya no es posible seguir luchando, ya no hay posibilidad de cambiar ni rectificar las decisiones mal tomadas. Sólo queda lugar para las lágrimas, los lamentos y las condolencias por la pérdida, cosas muy nobles si son hechas con sinceridad, pero que de ninguna manera pueden llenar el vacío que el difunto deja.En el texto de hoy no deja de sorprender la fortaleza de la fe de Marta: El hermano murió, el amigo Jesús llega tarde, pero su fe en Él no tambalea. No sabe qué puede hacer Jesús, pero cree que Dios le concederá todo lo que le pida. Las evidencias son demasiadas para pensar en algo inmediato: Ya pasaron cuatro días, ya huele mal. Pero ella confía. Marta puede decir con el apóstol Pablo “Yo sé en quién he puesto mi confianza” (2Tim 1,12).Esperar contra toda esperanza, creer a pesar de que todo se manifieste en contra, es experiencia de tantos seguidores de Jesús a lo largo de la historia. (Cf Luis de Miguel, Escuela Bíblica)
MÁXIMACreo en Jesús
Señor, dame una fe viva, una humildad profunda, un amor ardiente. Pon en mi corazón las disposiciones sagradas que deseas encontrar allí. Prepara la casa donde quieres vivir. (Sermón 31, sobre la primera Comunión)
Dicen que un día un ángela una mujer visitó,trajo con Él un mensaje de salvación.Dicen que un día un niñoen un pesebre nacióy aunque era el Rey de los hombreshumilde creció.Y cuentan que en unas bodasun milagro ocurrió:Se quedaron sin vinopero Él les dio el mejor.Y a los ciegos curó,el pan también multiplicó.Calmó a las aguas en medio de tormentasy por mí se entregó.Aunque no lo pueda ver,aunque no lo pueda tocar,creo en su palabray la promesa que regalaVida eterna.Yo creo en un Diosque tanto me amó,que a su único Hijoal mundo enviópor mi salvación.Yo creo, creo, creo,en ti Jesús, yo creoYo creo,aunque no vea, creo;aunque no entienda, creoen Cristo, mi SeñorEn ti, Jesús, yo creo,en tu palabra, creo,en tu camino, creoen tus promesas, creo.