Ezequiel 18, 1-10. 13. 30-32Salmo 50, 12-15. 18-19
Le trajeron a Jesús unos niños para que les impusiera las manos y orara sobre ellos.Los discípulos los reprendieron, pero Jesús les dijo: Dejen a los niños, y no les impidan que vengan a mí, porque el Reino de los Cielos pertenece a los que son como ellos.Y después de haberles impuesto las manos, se fue de allí.
En el contexto cultural judío de la época de Jesús los niños no eran tomados en cuenta socialmente. No se les consideraba como modelo de inocencia (como la hacemos nosotros hoy) sino como modelo de inmadurez, ignorancia y torpeza. Peor aún: no conocían la Ley, necesaria para la salvación.Es muy probable entonces, que los discípulos de Jesús hayan visto en los niños una molestia inútil y absurda para su Maestro, pues no tenían aún las condiciones básicas como para entender y acoger su doctrina, y decidirse a su seguimiento. Por tanto, los discípulos, al espantarlos, actuaron lógicamente. Si hay alguien que rompió la lógica, ése fue Jesús. Situación, en todo caso, no muy lejana a lo que fue nuestra sociedad. Yo recuerdo haber alcanzado a escuchar en mi infancia aquello de que “los niños no hablan en la mesa”.Jesús les dice a sus discípulos que de los que son ‘como’ niños es el Reino y que hay que recibir este Reino ‘como’ un niño. El punto de comparación es el siguiente: los niños no son autovalentes, sino que dependen del cuidado de los demás y reciben las cosas no porque se las hayan ganado haciendo méritos sino gratuitamente y no se hacen mayor problema por esto. Esto significa que en una sociedad y en una religión en que lo central es el mérito y el cumplimiento, sobre todo en lo que se refiere a la salvación, Jesús hace estallar la lógica imperante al ofrecer la salvación como regalo y no como premio o sueldo por los esfuerzos realizados.
A su vez, la actitud que se corresponde con el ofrecimiento del Reino como regalo es la de aceptarlo como regalo. Es una actitud característica de los niños, que son quienes llaman a sus padres ‘papá’ (abba) y reciben de ellos los dones con sencillez, espontaneidad, sorpresa, alegría y agradecimiento. No se trata de hacer méritos con grandes ayunos o realizando obras que requieren un gran esfuerzo, sino de abrirse en receptividad confiada e incondicional ante Dios. Ésta es la actitud exigida a los discípulos de JesúEs claro, entonces, que la exhortación a ser “como” niños no significa cualquier cosa que se nos ocurra. No se trata, por ejemplo, de que un adulto se transforme en alguien inmaduro o en alguien que no es capaz de distinguir con claridad entre el bien y el mal. No se trata de fomentar infantilismos ni de un llamado a la ingenuidad. No se trata de un proceso de regresión y de fijación en una etapa infantil. Para decirlo de una manera gráfica: No hay que ir a comprarse ni pañales ni Hipoglós, sino de integrar las actitudes de los niños recién mencionadas en la vida adulta y que son incompatibles con ciertas actitudes adultas que nos disminuyen en humanidad.Construir el Reino no corresponde a la actitud adulta del mérito, del propio esfuerzo, actitud incompatible con la salvación como gracia. Acoger o recibir el Reino como un regalo extraordinario con confianza, sorpresa, alegría y agradecimiento, y dar testimonio del regalo recibido es lo que pide Jesús a sus discípulos de todos los tiempos. (Arturo Bravo Retamal)
Queridos niños, dense prisa en venir con confianza, los llamo a todos en nombre del Señor Jesús que mientras estuvo en la tierra los llamaba también con tanta ternura y tanta bondad. (S II 800b)
Somos niños,queremos ver al maestro.Somos niños,queremos ver a Jesús.El maestro está ocupado,hoy no los puede atender.Yo los veo tan entusiasmados,pero nada puedo hacer.Y más tarde, mis pequeños,Cristo debe descansar.Ya es de noche y tiene mucho sueño.Por favor, no molestar.Por favor no pidan más.Ya es muy tarde.Pueden ver allá adelante,con enfermos él está.Él atiende cosas importantesy ustedes quieren jugar.Y más tarde mis pequeñosCristo debe descansar.Ya es de noche y tiene mucho sueño,por favor, no molestar.Por favor, no pidan más.Ya es muy tarde.Y así les dijo el maestro:Dejen que los niños vengan a míy que ninguno de ustedes se lo impida.Y que sea la última vezque en asuntos como estosno sea yo quien decida.¡Ok! No los subestimen, delen el breakY de ahora en adelante esto vale como ley.Y si acaso no se dan cuenta,que en el Reino de los cieloscosa pura es lo que entra.Y si no son ellos ¿quiénes serán?¿Los terribles moralistas? ¡No!Y seguro que si me conocierancuenta se dieranque ninguno de ellos está en mi lista.Los que escriben con la manoborran con el codo,de seguro no me los bancos de ningún modo.Si quieren bailar y jugar, no los detengan.Dejen que los niñoshacia mí vengan.