Apocalipsis 21, 9-14Salmo 144, 10-13. 17-18
Felipe encontró a Natanael y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien se habla en la Ley de Moisés y en los Profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret.Natanael le preguntó: ¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?Ven y verás, le dijo Felipe.Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez.¿De dónde me conoces?, le preguntó Natanael.Jesús le respondió: Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera.Natanael le respondió: Maestro, tú eres el hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.Jesús continuó: Porque te dije: «Te vi debajo de la higuera», crees. Verás cosas más grandes todavía. Y agregó: Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.
Por las breves palabras de Felipe llegamos a apreciar lo que él había llegado a entender de Jesús. Posiblemente era uno de los fieles de Israel que esperaban con ansias la venida del Mesías y cuando encontró a Jesús, llegó a la conclusión de que él era aquél a quien habían anunciado tanto Moisés como los profetas.Felipe entusiasmado se lo cuenta a su amigo Natanael, otro buen israelita. Pero al decir que Jesús era «el hijo de José, de Nazaret», a Natanael hay algo que no le cierra. Parece que para él ‘Mesías’ y ‘Nazaret’ no podían ir juntos. Natanael era de Caná de Galilea (Jn 21:2), una ciudad cercana a Nazaret, y por lo tanto la conocía bien. Y ya sea porque hubiera cierta rivalidad entre ambas ciudades, o porque a él le parecía que Nazaret era un pueblucho insignificante y de mala fama, no creía que Dios pudiera elegir un lugar tan insignificante para que de allí saliera la esperanza de Israel y del mundo. De repente, Felipe se encontró sin saber qué decirle a su amigo, así que le dio la misma respuesta que Jesús les había dado a Andrés y Juan, es decir, que venga y vea.Jesús sorprende a Natanael con su conocimiento sobre su persona. Natanael, admirado, hace entonces una confesión de fe, seguramente sin comprender todo el alcance de sus palabras, pero entusiasmado frente a alguien que le ha despertado esos anhelos largamente soñados. Todo un encadenamiento de encuentros y testimonios, que llevan al compromiso de Natanael con Jesús. A partir de allí lo seguirá para siempre.Nosotros que nos hemos encontrado con Jesús y lo seguimos, ¿somos capaces de anunciarlo tan apasionadamente como Felipe? Muchas veces confiamos que con nuestro testimonio de vida alcanza para que otros se enganchen en el seguimiento de Jesús y obviamos el anuncio explícito. Sin tan significativo es para nosotros, ¿por qué no lo sería también para los demás? “¡Ay de mí si no evangelizara!” dirá san Pablo a los corintios. Ojalá digamos lo mismo. (Ideas de Escuela Bíblica, Siguiendo al Maestro)
Si del oriente y occidente tantos pueblos elevan su voz y nos dicen: dense prisa por anunciarnos la buena noticia de la salvación, porque tenemos hambre, tenemos sed, seremos dóciles a sus enseñanzas, no trabajarán en vano. Y si tenemos el dolor de no poder distribuir el pan de la instrucción a tantos desgraciados que se sienten privados y que nos lo piden, ¿de quién es la culpa? ¿Quién dará cuenta de esta gran responsabilidad delante de Dios? ¿No serán aquellos que Dios había escogido, marcado, nombrado, para extender su Reino, para ser los instrumentos de su misericordia y que me atrevo a decir, han arrojado al viento esta vocación divina, como una cosa de escaso precio y de la que no tienen que dar ninguna cuenta?” (Retiro a los hermanos, S VII 2228 – 30)
Señor toma mi vida nuevaantes de la esperadesgaste años en mí.Estoy dispuesto a lo que quieras,no importa lo que sea;tú llámame a servir.Llévame donde los hombresnecesiten tus palabras,necesiten mis ganas de vivir;donde falte la esperanza,donde todo sea triste,simplemente por no saber vivir.Te doy mi corazón sincero,para gritar sin miedolo hermoso que es tu amor.Señor, tengo alma misionera.Condúceme a la tierra,que tenga sed de vos.Y así en marcha iré cantando,por pueblos predicandotu grandeza, Señor.Tendré mis manos sin cansancio,tu historia entre mis labios,tu fuerza en la oración.