La Paz (II)

¡Paz a ustedes, hombres de buena voluntad! Pertenecerán a Dios en el tiempo, y Él les dará el céntuplo de lo que han dejado por Él. Paz en la eternidad, en la Sión santa, donde estarán rodeados de todos los niños que a ella habrán conducido, y que juntando sus voces a las de los ángeles harán resonar en los cielos ese hermoso canto: Paz eterna, gloria a los hombres de buena voluntad. (Sermón VII, p. 2376)

Si pudiera olvidar
Todo aquello que fui
Si pudiera borrar
Todo lo que yo vi
No dudaría
No dudaría en volver a reír

Si pudiera explicar
Las vidas que quite
Si pudiera quemar
Las armas que use
No dudaría
No dudaría en volver a reír

Prometo ver la alegría
Escarmentar de la experiencia
Pero nunca, nunca más
Usar la violencia

Si pudiera sembrar
Los campos que arrasé
Si pudiera devolver
La paz que quité
No dudaría
No dudaría en volver a reír

Si pudiera olvidar
Aquel llanto que oí
Si pudiera lograr
Apartarlo de mí
No dudaría
No dudaría en volver a reír

Antífona 1
Por todas partes donde está la caridad se encuentran la paz y la alegría.

Salmo 119
Deseo de la paz

En mi aflicción llamé al Señor, 
y El me respondió. 
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos, 
de la lengua traidora. 

¿Qué te va a dar o mandarte Dios, 
lengua traidora? 
Flechas de arquero, 
afiladas con ascuas de retama. 

¡Ay de mí, desterrado en Masac, 
acampado en Cadar! 
Demasiado llevo viviendo 
con los que odian la paz; 
cuando yo digo: «Paz», 
ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1
Por todas partes donde está la caridad se encuentran la paz y la alegría.


Antífona 2
Sigamos el consejo del apóstol: que nada altere nuestra paz.

Oración por la pazPablo VI

Señor, Dios de la paz,
Tú que creaste a los hombres y mujeres
para ser herederos de tu gloria.
Te bendecimos y agradecemos
porque nos enviaste a Jesús,
tu Hijo muy amado.
Tú hiciste de Él,
en el misterio de su Pascua,
el realizador de nuestra salvación,
la fuente de toda paz,
el lazo de toda fraternidad.

Te agradecemos por los deseos,
esfuerzos y realizaciones que tu Espíritu
de paz suscita en nuestros días,
para sustituir el odio por el amor,
la desconfianza por la comprensión,
la indiferencia por la solidaridad.

Abre todavía más nuestro espíritu y
nuestro corazón a las exigencias
concretas del amor a todos nuestros hermanos,
para que seamos, cada vez más,
artífices de la paz.

Acuérdate, oh Padre,
de todos los que luchan,
sufren y mueren para el nacimiento
de un mundo más fraterno.
Que para los hombres y mujeres
de todas las razas y lenguas
venga tu Reino de justicia,
paz y amor. Amen.

Antífona 2
Sigamos el consejo del apóstol: que nada altere nuestra paz.


Cuando Jesucristo, nuestro Señor, se apareció por primera vez después de su resurrección a sus discípulos, ¿qué les dijo? ¡La paz esté con ustedes! y esas son las palabras que yo les dirijo, o más bien la promesa que les hago en este momento en que van a contraer al pie del santo altar los primeros compromisos.
¡Pax vobis! ¿Qué quieren, qué desean todos los hombres y qué han deseado ustedes mismos, qué han querido hasta ahora, sino la paz, un descanso lleno de felicidad, como dice el Profeta Isaías, pax opulenta?
Pero se busca la paz donde no está, en la satisfacción de su propia voluntad, en poseer bienes terrenales, en los gozos de los sentidos, es decir en lo que es el principio de todos los errores que perturban el espíritu, y de todos los pecados que mancillan y atormentan al alma.
Ustedes, hijos míos, han comprendido que cuando Jesucristo nos da su paz, no la da como el mundo la da; y por eso para encontrar el descanso del alma van a despegarla de ustedes mismos, si puedo expresarme así, para que en adelante viva una vida que ya no sea la suya propia sino la vida de Jesucristo. (Sermón VII p. 2377)

Antífona
Gozarán de la paz de Dios que sobrepasa cualquier sentimiento, es como el salario y el anticipo de la paz que se nos ha asegurado.

Mi alma glorifica al Señor, mi Dios,
gózase mi espíritu en mi salvador.
Él es mi alegría, es mi plenitud,
Él es todo para mí.

Ha mirado la bajeza de su sierva
muy dichosa me dirán todos los pueblos
porque en mí ha hecho grandes maravillas
el que todo puede cuyo nombre es santo.

Su clemencia se derrama por los siglos
sobre aquellos que le temen y le aman
desplegó el gran poder de su derecha
dispersó a los que piensan que son algo.

Derribó a los potentados de sus tronos
ensalzó a los humildes y a los pobres
los hambrientos se saciaron con sus bienes
y alejó de sí vacíos a los ricos.

Acogió a Israel su humilde siervo
acordándose de su misericordia
como había prometido a nuestros padres
a Abraham y descendencia para siempre.

Antífona
Gozarán de la paz de Dios que sobrepasa cualquier sentimiento, es como el salario y el anticipo de la paz que se nos ha asegurado.

A cada intención respondemos:

Señor, tú eres nuestra paz

-. Que no busquemos la paz en la satisfacción de nuestra voluntad

-. Que busquemos la paz en el cumplimiento de tu voluntad

-. Que no busquemos la paz en la posesión de bienes ni en el gozo de los sentidos

-. Que busquemos la paz en el desprendimiento de todo para unirnos al todo

-. Que no busquemos la paz sumándonos a las injusticias de nuestro mundo

-. Que busquemos la paz trabajando por la justicia

Padre paciente y misericordioso, que todos los creyentes encontremos la valentía de perdonarnos unos a otros, a fin de que se curen las heridas del pasado y no sean un pretexto para nuevos sufrimientos en el presente y vivamos en paz. Por Jesucristo tu Hijo que nos dio la paz, no como la da el mundo, por los siglos de los siglos. Amén.