La Paz (II)

A medida que el alma se sacia de la paz, la gusta más, es un sentimiento que crece gustándolo. Por la palabra paz, los israelitas expresaban todos los bienes, todas las dichas, todas las delicias humanas. ¡Que la paz -decían-  habite esta casa! Y el beso de la paz entre los primeros cristianos fue también el más dulce testimonio de su caridad mutua” (Sermón VII p. 2580)

Señor Jesús,
que tu paz habite en nosotros
y nos haga experimentar el abandono en Dios Sólo.
Que su expresión más humana sea la justicia,
que en la diversidad, reine la unidad
y que su fuente esté en la caridad.
Que como precioso tesoro,
evitemos todo lo que pueda alterarla
y hagamos todos los sacrificios para conservarla.
Queremos ser hacedores de paz,
allí donde la misión nos convoque
porque tu gloria, Señor, 
es la paz de la persona. Amén
(Ideas de JM de la Mennais)

Rosa de la PazAmaral

Cuando el mundo entero estalle,
será demasiado tarde
para reencontrarnos con las leyes naturales,
si hemos roto con los bosques,
si hemos roto con los mares,
con los peces, con el viento que nos hizo libres.
Como niños chicos en la oscuridad,
así estamos todos bajo el mismo vendaval.

Mi rosa de la paz,
vieja rosa con heridas,
siento cuando me acaricias frío
y no sé dónde estás.
Mi rosa de la paz,
mira que te siento lejos.
Yo te busco y no te encuentro ahora.
Mi rosa de la paz.

Qué diría de este mundo
un viajero del futuro,
de un planeta más allá de las estrellas,
si hemos roto con los bosques,
roto nuestras propias voces
y aunque nadie escuche, aún se oyen.
Con nosotros mismos, con la eternidad,
porque estamos todos bajo el mismo vendaval.

Mi rosa de la paz,
vieja rosa con heridas,
siento cuando me acaricias frío
y no sé dónde estás.
Mi rosa de la paz,
mira que te siento lejos.
Yo te busco y no te encuentro ahora.
Mi rosa de la paz.

Cuando el mundo entero estalle,
sea demasiado tarde,
ya no queden rosas para nadie,
yo estaré contigo, rosa de la paz,
como niños chicos,
cuando acabe el vendaval,
mi rosa de la paz.

Antífona 1
Deberías ser más paciente, esperar en paz la época que yo había fijado para cambiarte.

Salmo 61
La paz en Dios

Sólo en Dios descansa mi alma, 
porque de El viene mi salvación; 
sólo Él es mi roca y mi salvación, 
mi alcázar: no vacilaré. 

¿Hasta cuándo arrematarán contra un hombre 
todos juntos, para derribarlo 
como a una pared que cede 
o a una tapia ruinosa? 

Sólo piensan en derribarme de mi altura, 
y se complacen en la mentira: 
con la boca bendicen, 
con el corazón maldicen. 

Descansa sólo en Dios, alma mía, 
porque Él es mi esperanza; 
sólo él es mi roca y mi salvación, 
mi alcázar: no vacilaré. 

De Dios viene mi salvación y mi gloria, 
él es mi roca firme, 
Dios es mi refugio. 

Pueblo suyo, confía en él, 
desahoga ante él tu corazón, 
que Dios es nuestro refugio. 

Los hombres no son más que un soplo, 
los nobles son apariencia: 
todos juntos en la balanza subirían 
más leves que un soplo. 

No confíen en la opresión, 
no pongan ilusiones en el robo; 
y aunque crezcan las riquezas, 
no les den el corazón. 

Dios ha dicho una cosa, 
y dos cosas que he escuchado: 

«Que Dios tiene el poder 
y el Señor tiene la gracia; 
que tú pagas a cada uno 
según sus obras»:

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1
Deberías ser más paciente, esperar en paz la época que yo había fijado para cambiarte.


Antífona 2
Vive en paz con todos tus hermanos.

Los niños queremos la paz

Se paró el reloj
en el andén de la estación.
Despertó una canción,
en un rincón del corazón.
Son de aquí, son de allá,
se fueron sin poder hablar.
Su familia somos todos
y nunca vamos a olvidar.

Amigo, conmigo tú puedes contar,
y todos unidos vamos a ganar.
Canta conmigo, canta,
gritaremos: basta ya.
Ven y dame la mano,
los niños queremos la paz.

Nuestra voz llegará
por la tierra y por el mar.
Yo estaré, tú estarás
y nunca nos podrán callar.
No nos van a quitar
la esperanza de vivir,
en un mundo sin temor
donde poder ser feliz.

Amigo, conmigo tú puedes contar,
y todos unidos vamos a ganar.
Canta conmigo, canta,
gritaremos: basta ya.
Ven y dame la mano,
los niños queremos la paz.

Hoy estamos aquí,
te queremos cantar:
Los niños queremos la paz.
Hoy estamos aquí
te queremos cantar:
El mundo quiere estar en paz.

Amigo, conmigo tú puedes contar,
y todos unidos vamos a ganar.
Canta conmigo, canta,
gritaremos: basta ya.
Ven y dame la mano,
los niños queremos la paz.


¡Qué hermoso momento para ustedes, mis queridos hijos! En su nombre, en su presencia, se van a consagrar a la educación cristiana de los niños y a hacer el voto de obediencia.
¡Gloria a Dios que les ha inspirado esta resolución y que les dará la fuerza para cumplirla! ¡Paz a ustedes! pues son esos hombres de buena voluntad a los que los ángeles se la anunciaron y se la prometieron, cuando Jesús nuestro Salvador apareció en el mundo y a todos nos dio ejemplo de pobreza, de humildad, de abnegación completa de sí mismo.
Tienen el deseo de seguir sus huellas, de ser a su ejemplo mansos y humildes de corazón, de ser como El obedientes a la voluntad del Padre celeste hasta la muerte.
¡Paz a ustedes! su espíritu gozará de esta divina paz, ya que con exactitud sabrá lo que debe pensar, porque su natural inconstancia será firme; ya no le agitarán vanos e inútiles pensamientos; dejarán de parecerse, como la mayor parte de las personas, a esas nubes que el viento dispersa en medio del aire.
¡Paz en sus corazones cuyos afectos se dirigirán todos a Dios, cuyos sentimientos y deseos se referirán todos a Dios!
¡Paz interior en todas sus facultades sometidas en adelante a reglas fijas que tan fácilmente conocerán y observarán! (Sermón VII, p. 2375)

Antífona
En una palabra, mantengámonos en el camino de la Providencia y permanezcamos en paz.

Bendito es nuestro Dios,
porque ha venido a redimir
a su pueblo con amor.

Él nos envió al poderoso salvador Jesucristo el Señor
y así nos concedió ser libres del temor
al rescatarnos del poder del mal,
a fin de servir con justicia y santidad
y hacer su perfecta voluntad.
/Amén y amén/ (bis)

Antífona
En una palabra, mantengámonos en el camino de la Providencia y permanezcamos en paz.

A cada intención respondemos:

Señor, danos tu paz

-. Ante una sociedad convulsionada por problemáticas sociales

-. Frente las tensiones políticas que bloquean el diálogo

-. Que la paz sea un tesoro a cuidar en la dinámica personal y comunitaria

-. Ante los deseos de querer encontrar la paz donde esta no se halla

-. Frente las situaciones de enojo que nos desbordan

-. Que la necesidad de experimentar la paz interior nos mueva a ti

Padre paciente y misericordioso, que todos los creyentes encontremos la valentía de perdonarnos unos a otros, a fin de que se curen las heridas del pasado y no sean un pretexto para nuevos sufrimientos en el presente y vivamos en paz. Por Jesucristo tu Hijo que nos dio la paz, no como la da el mundo, por los siglos de los siglos. Amén.