San Agustín – San Junípero Serra


2ª Tesalonicenses 3, 6-10. 16-18
Salmo 127, 1-2. 4-5

Jesús dijo a los judíos:
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que parecen sepulcros blanqueados, hermosos por fuera, pero por dentro llenos de huesos de muertos y de podredumbre!
Así también son ustedes: por fuera parecen justos delante de los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que construyen los sepulcros de los profetas y adornan las tumbas de los justos, diciendo: «Si hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no nos hubiéramos unido a ellos para derramar la sangre de los profetas». De esa manera atestiguan contra ustedes mismos que son hijos de los que mataron a los profetas.
¡Colmen entonces la medida de sus padres!

Hipocresía

«En este grupo (fariseos, escribas) están los cristianos que no dan testimonio. Son cristianos de nombre, cristianos de salón, cristianos de recepciones, pero su vida interior no es cristiana, es mundana. Uno que se dice cristiano y vive como un mundano, aleja a los que piden ayuda a gritos a Jesús.
Luego están los rigoristas, a quienes Jesús regaña porque cargan mucho peso sobre los hombros de la gente. Jesús les dedica todo el capítulo 23 de san Mateo. Hipócritas, explotan a la gente, les dice Jesús. Y en vez de responder al grito que pide salvación, alejan a la gente.
Y finalmente está el tercer grupo de cristianos, los que ayudan a acercarse a Jesús. El grupo de cristianos que tienen coherencia entre lo que creen y lo que viven, y ayudan a acercarse a Jesús, a la gente que grita, pidiendo salvación, pidiendo la gracia, pidiendo la salud espiritual por su alma».
(P. Francisco, 28 de mayo de 2021)

Jesús sigue fustigando el pecado de hipocresía. Aparentar por fuera lo que no se es por dentro, como había condenado los árboles que sólo tienen apariencia y no dan fruto. Aquí desautoriza a las personas que cuidan su buena opinión ante los demás, pero dentro están llenos de maldad.

¿Se nos podría achacar algo de esto a nosotros? ¿No estamos también preocupados por lo que los demás piensan de nosotros, cuando en lo que tendríamos que trabajar es en mejorar nuestro interior? Sabemos que Dios conoce nuestro interior y no podemos engañarlo, por ello vale más ser transparentes ante Dios que aparentar lo que no somos ante los hombres. ¿Sería muy exagerado tacharnos de sepulcros blanqueados?

También conviene evaluarnos en el otro aspecto que Jesús denuncia. ¿Somos personas que de palabra se distancian de los malos como los fariseos de sus antepasados, pero en realidad somos tan malos o peores que ellos, cuando se nos presenta la ocasión? Puede ser que emitamos juicios temerarios contra nuestro prójimo, considerándolos inferiores a nosotros, cuando en realidad lo que Cristo nos pide es perdonar y no pensar mal de nadie. En este caso, Cristo poseía la autoridad para denunciar la actitud hipócrita de los fariseos, sin embargo, sabemos por el mandato de Cristo, el de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, a nosotros, no nos compete este derecho.


MÁXIMA
¡Ojo con la hipocresía!


En todo lo que ha ocurrido, lo que más me ha llamado la atención es la bondad de Dios para con nuestra Congregación. Si el señor Évain hubiera permanecido en Ploërmel, tarde o temprano se hubiera perdido; para que su profunda hipocresía fuera descubierta era necesario que ocurriera lo que ocurrió, y que al alejarse se imaginara que quedaba libre de toda sospecha y de toda dependencia. El venerable P. Ruaul piensa como yo: te envía un cariñoso saludo: éste es un verdadero amigo, porque es un santo.- Muchas veces nos hemos comunicado los dos la reflexión contenida en el párrafo anterior, y al propio tiempo que lamentábamos las tristes noticias que nos iban llegando, dábamos gracias a Dios por su resolución final. Adiós, querido hermano Ambrosio, ¡y para Dios sólo hasta la muerte! (Al H. Ambrosio, 8 de octubre de 1842)

Sólo le pido a Dios
que el dolor no me sea indiferente,
que la reseca muerte no me encuentre
vacío y solo sin haber hecho lo suficiente.

Sólo le pido a Dios
que lo injusto no me sea indiferente,
que no me abofeteen la otra mejilla
después que una garra me arañó esta suerte.

Sólo le pido a Dios
que la guerra no me sea indiferente.
Es un monstruo grande y pisa fuerte
toda la pobre inocencia de la gente.

Sólo le pido a Dios
que el engaño no me sea indiferente.
Si un traidor puede más que unos cuantos,
que esos cuantos no lo olviden fácilmente.

Sólo le pido a Dios
que el futuro no me sea indiferente.
Desahuciado está el que tiene que marchar
a vivir una cultura diferente.


Miguel José Serra Ferrer, más conocido tradicionalmente como FRAY JUNÍPERO SERRA, fue un fraile franciscano español. Profesor, doctor en filosofía y teología, abandonó la cátedra y se trasladó a América, donde fundó nueve misiones españolas en la Alta California. Las misiones fueron primordialmente creadas para evangelizar a los nativos. Otro objetivo fue la integración de las personas en la sociedad española y su capacitación para asumir la propiedad y gestión de la tierra. Como cabeza de la Orden en California, Serra no solamente lidió con cargos religiosos, sino también con otras autoridades españolas en ciudad de México y con los oficiales militares locales que mandaban las guarniciones cercanas. Su figura despierta hoy controversias. Fue canonizado por el papa Francisco en el año 2015.