Santa Mónica

2ª Tesalonicenses 2, 1-3. 14-17
Salmo 95, 10-13

Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas!; pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley; la justicia, la misericordia y la fidelidad. Hay que practicar esto, sin descuidar aquello.
¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello!
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno!
¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro y así también quedará limpia por fuera.

Hoy tenemos la impresión de “pillar” a Jesús en un arrebato de mal humor. Realmente alguien lo ha hecho sentir molesto. Jesucristo se siente incómodo con la falsa religiosidad, las peticiones pomposas y la piedad egoísta. Él ha notado un vacío de amor, echa en falta «la justicia, la misericordia y la fe» tras las acciones superficiales con las que tratan de cumplir la Ley. Jesús encarna esas cualidades en su persona y ministerio. Él era la justicia, la misericordia y la fe. Sus acciones, milagros, sanaciones y palabras rezumaban estos verdaderos fundamentos, que fluyen de su corazón amoroso. Para Jesucristo no se trataba de una cuestión de “Ley”, sino que era un asunto de corazón…

Incluso en las palabras de castigo vemos en Dios un toque de amor, importante para quienes quieran volver a lo básico: «Se te ha indicado, hombre, qué es lo bueno y qué exige de ti el Señor: nada más que practicar la justicia, amar la fidelidad y caminar humildemente con tu Dios».

El Papa Francisco dijo: «Un poco de misericordia hace al mundo menos frío y más justo. Necesitamos comprender bien esta misericordia de Dios, este Padre misericordioso que tiene tanta paciencia… Recordemos al profeta Isaías, cuando afirma que, aunque nuestros pecados fueran rojo escarlata, el Amor de Dios los volverá blancos como la nieve. Es hermoso, esto de la misericordia».

«¡Purifica primero por dentro la copa, para que también por fuera quede pura!».
¡Cuán cierto es eso para cada uno de nosotros! Sabemos cómo la limpieza personal nos hace sentir frescos y vibrantes por dentro y por fuera. Más aun, en el ámbito espiritual y moral nuestro interior, nuestro espíritu, si está limpio y sano brillará en buenas obras y acciones que honren a Dios y le rindan un verdadero homenaje.


MÁXIMA
Purifica el corazón

Jesús pasó haciendo bien, cautivando con la bondad y tocando con su dulzura las almas más duras. Sus labios divinos bendecían y no maldecían sino a los hipócritas. No escogió verdugos para ser apóstoles. (Palabras de un creyente, XXVIII)

Quiero alabarte y no puedo,
quiero levantar mis manos hacia Ti.
Ya no tengo fuerzas, dame hoy las tuyas.
Es hora de que obres Tú en mí.

Quiero agradarte con mi canto,
pero es tan difícil cuando estoy así.
Ya no tengo fuerza, dame hoy las tuyas.
Es hora de que obres Tú en mí.

Quema mi vida, quema mi ser.
Saca de mí lo que ya no te agrada.
Hazme de nuevo, tuyo quiero ser.
Quema mi vida, quema mi ser.
Tú eres el divino alfarero
y todo nuevo lo puedes hacer.
Quema mi vida.

Quiero que me quemes.
Quiero que me hagas de nuevo, Señor.
Quiero que me quemes,
que me consumas con tu fuego.
Quiero que me quemes.
Quiero que me hagas de nuevo,
divino alfarero.
Oh, quiero que me quemes.
Quémame, Señor.