San Gregorio Magno


1ª Corintios 2, 10-16
Salmo 144, 8-14

Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados.
Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.
En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro;  y comenzó a gritar con fuerza: ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios.
Pero Jesús lo increpó, diciendo: Cállate y sal de este hombre.
El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos sin hacerle ningún daño.
El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: ¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!
Y su fama se extendía por todas partes en aquella región.

El diablo existe incluso en el siglo XXI. Hay que aprender cómo luchar contra él en el Evangelio, contra sus tentaciones. La vida de Jesús ha sido una lucha. Vino para vencer el mal, para vencer al príncipe de este mundo, para vencer al demonio. Una lucha que debe afrontar todo cristiano. El demonio tentó a Jesús tantas veces, y Jesús sintió en su vida las tentaciones, así como también las persecuciones.

Nosotros, los cristianos, que queremos seguir Jesús, debemos conocer bien esta verdad: También nosotros somos tentados, también nosotros somos objeto del ataque del demonio, porque el espíritu del mal no quiere nuestra santidad, no quiere el testimonio cristiano, no quiere que seamos discípulos de Jesús.

¿Y cómo hace el espíritu del mal para alejarnos del camino de Jesús con su tentación? La tentación del demonio tiene tres características y nosotros debemos conocerlas para no caer en las trampas. ¿Cómo hace el demonio para alejarnos del camino de Jesús? La tentación comienza levemente, pero crece: siempre crece. Segundo, crece y contagia a otro, se transmite a otro, trata de ser comunitaria. Y, al final, para tranquilizar el alma, se justifica. Crece, contagia y se justifica. (Papa Francisco, 11 abril 2014)


MÁXIMA
Jesús nos enseña a ser compasivos


Hijos míos, tienen que librar grandes combates en estos días malos; el demonio que el santo evangelio llama el espíritu fuerte desatado, se ha desencadenado contra ustedes… ¿Cómo triunfarán en esta guerra?… Es nuestra fe la que vencerá al mundo; ahora bien, nuestra fe es conocer sólo a Jesucristo y a Jesucristo crucificado. (JM: S.VII. p.2294)

Cristo te llama, nos llama,
te envía, te pide
que no le aflojés.

Cristo necesita mis manos
para dar un abrazo
al pobre de hoy.

Cristo necesita mis labios
para dar testimonio
que Él vive aquí.

Cristo necesita mis brazos
para dar un abrazo
al joven de hoy.

Cristo necesita de un joven
que entregue su vida
hasta darla por Él.