Primera lectura Isaías 35, 4-7ªSalmo 145, 7-10Segunda lectura Santiago 2, 1-5
Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y dijo: ‘Efatá’, que significa: ‘Ábrete’. Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos.
El episodio que nos narra hoy Marcos no tiene localización precisa. Sólo sabemos que estamos en la Decápolis, tierra de paganos. Jesús está volviendo de Tiro y Sidón; no salió a hacer proselitismo. No hace ningún discurso ni se dedica a convencerlos para que se hagan judíos. Simplemente va curando a los que encuentra en el camino, sin preguntarles si creen o no; si son buenos o malos. Hace presente el Reino de Dios con sus obras allí donde está.En la primera lectura de Isaías, el profeta anuncia la llegada de la liberación de Israel con signos concretos: se abrirán los ojos de los ciegos, se destaparán los oídos de los sordos, el tullido saltará, la lengua de los mudos gritará de júbilo porque Dios está actuando en favor de su pueblo. El Dios de Israel es un Dios liberador de cuanta opresión sufre el ser humano.Jesús, reflejo del Padre, actúa como él. Vean con qué detalles procede: escucha la petición, lo separa de la multitud llevándolo aparte (quiere tener un mano a mano con él), le pone los dedos en la oreja (están cara a cara) y con su saliva le toca la lengua (signo de intimidad, si los hay). Después de todos estos gestos progresivos en grado de intimidad, levanta los ojos al cielo como buscando a un aliado en la liberación, suspira (grito desde adentro) y dice: Efatá. Y así sucede.Curar la sordera no es fácil. Es necesario el recogimiento y la relación personal. Necesitamos en nuestros grupos cristianos un clima que permita un contacto más íntimo y vital de los creyentes con Jesús. La fe en Jesucristo nace y crece en esa relación personal con él.Jesús trabaja intensamente los oídos y la lengua del enfermo, pero no basta. Es necesario que el sordo colabore. Por eso, Jesús, le grita al enfermo la primera palabra que ha de escuchar quien vive sordo (a sí mismo, al mundo, a los otros, a Jesús y su Evangelio): «Ábrete». Es urgente que los cristianos escuchemos también hoy este grito de Jesús. No son momentos fáciles para la Iglesia. Se nos pide actuar con lucidez y responsabilidad. Sería funesto vivir sordos a su llamada, desoír sus palabras de vida, no escuchar su Buena Noticia, no captar los signos de los tiempos, vivir encerrados en nuestra sordera. La fuerza sanadora de Jesús nos puede curar. ¿Necesitas que Jesús te destape los oídos para poder escuchar, escucharte, escucharle?Jesús, con su actitud, manifiesta que Dios está cerca de los marginados, de los que sufren, de los que no cuentan. Al acercarse a ellos y sacarlos de esa situación de marginación, está manifestando al verdadero Dios y está dando muestras de que el Reino de Dios que él predica, ha llegado. Todo lo hace bien, porque actúa según Dios y en complicidad con él. Vos, ¿en complicidad con quién te mueves y actúas en la vida?Jesús nunca identifica el Reino de Dios con una supresión de las limitaciones; tampoco lo identifica con una situación social concreta. En las bienaventuranzas queda muy claro que el Reino de Dios está abierto a todos, por muy adversas que sean las circunstancias personales. Él dice expresamente que el Reino de Dios está en las personas. El Reino de Dios es una actitud vital de cada uno. Es descubrir a Dios perforando la realidad, mirando en profundidad lo que acontece. Es tomar conciencia de la verdadera realidad humana.Una vez que la persona entra en esa dinámica, su manera de actuar manifiesta esa realidad. La atención a los marginados no es el reino de Dios, sino la manifestación de que, el que actúa de esa manera, lo posee y lo está haciendo presente y visible a todo el que lo quiera ver.
Jesús y la gente: está a mano, se deja abordar, no se anda escondiendo, el que lo necesita puede recurrir a él y normalmente va más allá de lo que le piden, respondiendo a la necesidad de la persona. Busca encontrarse con el otro, no cura al paso, ni sana como el que tira agua bendita sin más. Intima con el otro. No quiere que anden proclamando sus encuentros, pero la gente se desborda de gozo y felicidad y lo hace, a pesar de su pedido encarecido.
Recordando mis propias necesidades, aprovecho esta ocasión para pedir a los congregacionistas que van a tener la dicha de hacer la comunión el 8 de septiembre, en el que se celebra la fiesta de la natividad de la Santísima Virgen, que la hagan a mi intención. Es el día de mi nacimiento y de mi bautismo, no me nieguen, queridos niños, esta muestra de interés y de afecto. Yo hago lo que puedo para ayudarlos a ser santos, lo que siento es no poder hacer más. Ayúdenme a santificarme. Pidan al buen Dios que me dé fuerzas, ánimo, las luces que me hacen falta en el puesto en que Él me ha puesto, del cual soy indigno y que soy muy poco capaz de cumplir. Pídanle que me perdone las faltas de las que me hecho culpable a lo largo de mi corta vida, que me parece ya muy larga, para que cuando llegue el momento en que me presente delante de Él para darle cuenta, tenga piedad de mi pobre alma según su gran misericordia. (Renovación de consagración, 1809)
Queremos seguir tus huellas,caminar por tus caminos,sembradores de estrellas,y norte de lo divino.Desde la infancia tu mirada se pobló,de urgencias, mares, primaveras y de sed,son muchas sombras que llenar del sol de Dios,así pensaste, Juan María la Mennais.Amor ardiente, la esperanza vertical,el pulso tenso, siempre indómita la fe,proa al futuro y a sembrar de fuego el mar,tal navegaste, Juan María la Mennais.Como familia que se anuda en el amor,honda la entrega y soterrada en sencillez,los ojos altos, la mirada en «Sólo Dios»tal nos soñaste Juan María la Mennais.Extenderemos tu palabra germinal,combatiremos sin jamás desfallecer,seremos yunque, hoguera, viento, manantial,como tú fuiste Juan María la Mennais.