Sí, hijos míos, los amo en Jesucristo, por Jesucristo; tengo sed, y puedo hablar así de su dicha y salvación; no hacemos ustedes y yo más que un solo cuerpo; tenemos los mismos intereses, los mismos deseos, el mismo fin; queremos ir al cielo procurando la gloria de Dios en la medida de nuestras fuerzas y medios. ¡Ah, unámonos cada vez más en este pensamiento!
Señor Jesús, al comenzar el día,te ofrecemos nuestra vida entera.Que el amor fraterno reine entre todos los que formamos la comunidad.Que cada uno se siente feliz con la alegría de los demásy sufra con sus penas.Que todos nos prestemos ayuda mutuapara ir a Dios y realizar su obra cada día.Que no existan jamás entre nosotrosni contiendas ni rivalidades,ni secretas envidias, ni palabras duras.Aparta de nosotros, Señor, todo lo que hiere,todo lo que divide, todo lo que altera la caridad.Haz, Señor, que hoy y siempreintentemos ayudarnos unos a otros a ser santos.Que todos vivamos hoy con dulzura,paciencia, humildad y fidelidad a tu Palabra. Amén
Queremos seguir tus huellascaminar por tus caminosser sembradores de estrellasy nortes de lo divino. (bis)Desde la infancia tu mirada se pobló,de urgencias, mares, primaveras y de sed,son muchas sombras que llenar del sol de Dios,así pensaste, Juan María la Mennais.Amor ardiente, la esperanza vertical,el pulso tenso, siempre indómita la fe,proa al futuro y a sembrar de fuego el mar,tal navegaste, Juan María la Mennais,Juan María la Mennais.Como familia que se anuda en el amor,honda la entrega y soterrada en sencillez,los ojos altos, la mirada en «Solo Dios»tal nos soñaste Juan María la Mennais.Extenderemos tu palabra germinal,combatiremos sin jamás desfallecer,seremos yunque, hoguera, viento, manantial,como tú fuiste Juan María la Mennais,Juan María de la Mennais.
Antífona 1Los abrazo de todo corazón, hijos míos, y les deseo a todos un año muy santo, lleno de méritos para el cielo.
Salmo 144Himno a la grandeza de Dios
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;bendeciré tu nombre por siempre jamás.Día tras día, te bendeciréy alabaré tu nombre por siempre jamás.Grande es el Señor, merece toda alabanza,es incalculable su grandeza;una generación pondera tus obras a la otra,y le cuenta tus hazañas.Alaban ellos la gloria de tu majestad,y yo repito tus maravillas;encarecen ellos tus temibles proezas,y yo narro tus grandes acciones;difunden la memoria de tu inmensa bondad,y aclaman tus victorias.El Señor es clemente y misericordioso,lento a la cólera y rico en piedad;el Señor es bueno con todos,es cariñoso con todas sus criaturas.Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,que te bendigan tus fieles;que proclamen la gloria de tu reinado,que hablen de tus hazañas;explicando tus hazañas a los hombres,la gloria y majestad de tu reinado.Tu reinado es un reinado perpetuo,tu gobierno va de edad en edad.El Señor es fiel a sus palabras,bondadoso en todas sus acciones.El Señor sostiene a los que van a caer,endereza a los que ya se doblan.Los ojos de todos te están aguardando,tú les das la comida a su tiempo;abres tú la mano,y sacias de favores a todo viviente.El Señor es justo en todos sus caminos,es bondadoso en todas sus acciones;cerca está el Señor de los que lo invocan,de los que lo invocan sinceramente.Satisface los deseos de sus fieles,escucha sus gritos, y los salva.El Señor guarda a los que lo aman,pero destruye a los malvados.Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,todo viviente bendiga su santo nombrepor siempre jamás.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2Mi querido hijo, suceda lo que suceda, estemos resignados a la santa voluntad de Dios, y no tengamos nunca otra.
Salmo 45Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro. Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, y los montes se desplomen en el mar. Que hiervan y brame sus olas, que sacudan a los montes con su furia: el Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada. Teniendo a Dios en medio, no vacila; Dios lo socorre al despuntar la aurora. Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan; pero él lanza su trueno, y se tambalea la tierra. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. Vengan a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra: Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe, rompe los arcos, quiebra las lanzas, prende fuego a los escudos. «Ríndanse, reconozcan que yo soy Dios: más alto que los pueblos, más alto que la tierra». El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Queridos hijos: En esta época memorable del año, mi pensamiento se transporta naturalmente hacia ustedes, hijos míos muy amados, hacia esos lugares lejanos que ustedes riegan con su sudor y que con la ayuda divina, se esfuerzan en arrancar del poder de las tinieblas.Siempre con una solicitud totalmente paternal sigo los pasos de cada uno de ustedes en esta gloriosa peregrinación y sé de las bendiciones que el Señor, en su gran misericordia, se digna derramar todos los días sobre sus penosos trabajos. Con un corazón agradecido le doy gracias por la protección evidente que da a los hijos que me ha regalado en ustedes.Pero recuerden bien que estas abundantes gracias son nuevos motivos para reanimar su celo, para inflamar sus corazones, purificar sus intenciones y convencerse cada vez más de la importancia de su divina misión.Escuchen pues, con la docilidad de siempre, los consejos que les dirige hoy su anciano padre. Quisiera decírselos a cada uno en particular.Esfuércense cada vez más por adquirir la perfección de su santo estado; el medio les es fácil, ya que es suficiente con mantenerse en la fiel observancia de su santa regla; no dejen de mirarla como su salvavidas, su apoyo, su defensa en los graves peligros a los cuales ustedes, tan débiles, tan desprovistos están continuamente expuestos… (Circular del 15 de enero de 1856 a los HH de las colonias)
AntífonaPidan por su viejo padre, cuyos días declinan, pero cuyo amor por ustedes es siempre el mismo. Vayamos al cielo, mis queridos hijos, vayamos al cielo (ATC IV p. 181)
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,porque ha visitado y redimido a su pueblo,suscitándonos una fuerza de salvaciónen la familia de David, su siervo,según lo había predicho desde antiguopor la boca de sus santos profetas.Despertad, preparaos,rompiendo las tinieblas viene el sol;despertad, preparaos,la salvación nos visitay se encarna en nuestro pueblo.Es la Salvación que nos liberade nuestros enemigos y del poder del mal,nos sostiene con su misericordiacon la que bendijo a nuestros padres,porque Él recuerda siempre su Alianzay el juramento que juró a Abraham.Para concedernos que, libres de temor,arrancados de la mano de los enemigos,le sirvamos con santidad y justiciaen su Presencia, toda nuestra vida.Y tú, Juan, serás llamado ‘profeta del Altísimo’,porque irás delante de Él, preparando el camino,anunciando a su pueblo la Salvacióny el perdón de sus pecados.Por la entrañable misericordia de nuestro Diosnos visitará el sol que nace de lo alto,para que su luz alumbre a los que vivenen las tinieblas y en sombras de muerte,para guiar, siempre, nuestros pasos,por el camino de su paz.
AntífonaPidan por su viejo padre, cuyos días declinan, pero cuyo amor por ustedes es siempre el mismo. Vayamos al cielo, mis queridos hijos, vayamos al cielo. (ATC IV p. 181)
A cada intención respondemos:
Señor, que vivamos como hijos.
-. Te alabamos Padre por la vida y obra de Juan María de la Mennais al servicio de la educación-. Te pedimos Padre por la Familia Menesiana que hoy sigue comprometida con el legado de Juan María y Gabriel.-. Te damos gracias Padre por la actitud paterna con la que Juan María cuidó y aconsejó a los Hermanos-. Te pedimos Padre por el Hno Hervé Zamor, Superior General, para que oriente y anime la Congregación según tus designios. -. Te bendecimos Padre por la fecunda obra llevada a cabo por Juan María y sus hijos, ya en Francia, ya en las misiones.-. Te pedimos Padre por todas las presencias menesianas en el mundo, para que actualicen el carisma recibido.
Señor, tú que nos has dado en Juan María de La Mennais un padre según tu corazón, apasionado por la educación cristiana de los niños y jóvenes, haz que vivamos como hijos tuyos y hermanos entre nosotros, haciendo de la fraternidad un signo profético del Reino. Por Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén