1ª Corintios 4, 1-5Salmo 26, 3-6. 27-28. 39-40
Los escribas y fariseos le dijeron a Jesús: Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, lo mismo que los discípulos de los fariseos; en cambio, los tuyos comen y beben.Jesús les contestó: ¿Ustedes pretenden hacer ayunar a los amigos del esposo mientras él está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar.Les hizo además esta comparación: Nadie corta un pedazo de un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque se romperá el nuevo, y el pedazo sacado a este no quedará bien en el vestido viejo.Tampoco se pone vino en odres viejos, porque hará reventar los odres; entonces el vino se derramará y los odres ya no servirán más.¡A vino nuevo, odres nuevos! Nadie, después de haber gustado el vino viejo, quiere vino nuevo, porque dice: El añejo es mejor.
Esta escena se da en la casa de Mateo, el cobrador de impuestos reclutado por Jesús, donde se ha juntado un grupo numeroso de amigos del dueño de casa, muchos de ellos publicanos como él. Los fariseos preguntan por qué los discípulos comen con los pecadores Y por qué no ayunan. Hoy sólo aparece la segunda pregunta.En verdad le están cuestionando a Jesús sobre su enseñanza, por qué no respeta la sagrada ley de Moisés. Pero Jesús les dice que es tiempo de bodas, no de ayunos. El novio está presente. Es tiempo de alegría porque Dios se ha acordado de su pueblo y quiere hacer una nueva alianza, quiere desposarse con él a través de Jesús. Y esta nueva experiencia no puede expresarse por los viejos odres de la Ley. Necesita odres nuevos, libres de tantas ataduras que no dejan vivir. No es experiencia de cumplimiento externo, ni tiene que ver con sacrificios en el templo. Es experiencia de Dios en el santuario del corazón. No se expresa en leyes, sino en el pan partido y repartido del novio, que se entrega por todos.Y esto que les pasaba a los fariseos, nos puede pasar a nosotros. Cuando no hay experiencia del Dios amoroso y salvador, recurrimos a asegurar las certezas con ritos y devociones externas, que esconden el vacío del corazón. Nos aferramos a esos viejos odres, para tapar la falta de vino nuevo en nuestra vida. Y si nos tocan nuestros sagrados odres, reaccionamos mal o ya creemos que Dios nos ha olvidado y que el mundo es malo sin remedio. A veces también podemos creer que se trata de hacer algunos cambios de odres, nada más. Cambiar para no cambiar. Si lo que está dentro no es nuevo, de nada vale.Nos podemos preguntar: En nuestras catequesis ¿qué enseñamos?: ¿Ritos, devociones, costumbres, ideas…o experiencia de Dios? (Ideas del H. Miguel A. Merino)
MÁXIMATodos somos Familia menesiana
El que ama, corre y vuela, nos dice el piadoso autor de la Imitación; se siente alegre, nada le pesa, nada le cuesta, nada lo detiene; nunca pone como pretexto lo imposible; y a causa de esto, puede todo y hace muchas cosas que fatigan y agotan vanamente a los que no aman”. (Sermón sobre la Iglesia a los novicios de Saint-Méen)
Sueño que aprendamos a escucharpara construir comunidad.Mis hermanos me hablarán de su realidadestrechando los lazos para andar.Hay silencios que nos hablany palabras que nos marcanlos senderos que debemos transitar./A la escucha y en caminocompartiendo el pan, el vino,la tristeza, la alegría y nuestro hogar/ BisHoy Jesús nos llama a caminar.Él nos une en fraternidad.Nuestros dones se unirán para transformareste mundo en un mejor lugar.Un nuevo horizonte va a brillar.Él nos llama en la diversidad.Menesianos, vamos ya. Hay que comenzarcomo hermanos, paso a paso, a caminar.