1ª Corintios 5, 1-8Salmo 5, 57. 12
Un sábado, Jesús entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada.Los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si curaba en sábado, porque querían encontrar algo de qué acusarlo.Pero Jesús, conociendo sus intenciones, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: Levántate y quédate de pie delante de todos.Él se levantó y permaneció de pie.Luego les dijo: Yo les pregunto: ¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?Y dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: Extiende tu mano.Él la extendió y su mano quedó curada.Pero ellos se enfurecieron y deliberaban entre sí para ver qué podían hacer contra Jesús.
El hombre tenía la mano seca, paralizada. Los escribas y fariseos, el alma. No había compasión en su corazón, no querían ver al hombre curado. Buscaban agarrarlo a Jesús en algo para condenarlo. No les molestaba el malestar de ese hombre sino la presencia de Jesús, su interpretación solidaria de la Ley de Moisés. Jesús puso en el centro al discapacitado:¿Es la ley más importante que este hombre?¿Es Dios tan inhumano, que prefiere que lo adoren a Él y dejen de lado al que necesita de una ayuda? ¿Podemos seguir leyendo la Torá tranquilamente, cuando tenemos los medios para remediar su dolor?Jesús, no respetando la ley del sábado, se vuelve vulnerable, como el hombre al que cura. Sabe que se pone en peligro. Si hubiera dejado pasar la ocasión, reservando su compasión para otro momento, no se hubiera puesto en problemas. Quienes no sentían compasión por el hombre aquel, tampoco la sentirán por él.Henri Nouwen no dice: “La compasión nos pide que vayamos a donde duele, que entremos en los lugares de dolor, que compartamos el quebrantamiento, el miedo, la confusión y la angustia. La compasión nos reta a llorar con los que sufren, a llorar con los que están solos, a llorar con los que lloran. La compasión requiere que seamos débiles con los débiles, vulnerables con los vulnerables e impotentes con los impotentes. La compasión significa inmersión total en la condición de ser humano”.Jesús se metió de lleno en la condición humana. Es indudable que Dios es más compasivo de lo que podemos imaginar. Nosotros nos lo imaginamos como uno de los nuestros, pensando como nosotros. Con gusto le diríamos a Jesús: Si no te pidió ayuda, para qué complicarte la existencia.Seamos como Jesús. Tengamos los ojos abiertos para ver lo que sufren los demás. Y, si tenemos los medios, no nos quedemos de espectadores. Y, sobre todo, no seamos de los que critican a los que sí deciden hacer algo.
MÁXIMATengamos el corazón abierto para ver el sufrimiento ajeno
En todos los tiempos, el Señor hace explotar su misericordia en nosotros. El hombre, recorriendo la historia de su vida, encuentra todos los momentos marcados por sus dones; no hay ninguna circunstancia en su vida, aun siendo criminal, en la que pueda decir que la gracia le ha fallado; pero hay circunstancias en las que los favores del cielo fluyen con más abundancia y donde la misericordia de Dios se agota, si se me permite decirlo así, en favor de sus criaturas. (Sermón sobre el jubileo)
Cuando un niño con hambre pide pan,cuando llora, pues nunca se lo dan,¡oh,… tiemblo por Ti, Jesús!Sufres, lloras, mueres…Con los niños de hambre mueres Tú.Mueres Tú cuando un hombre esclavo está,cuando grita pidiendo libertad.¡Oh,… tiemblo por Ti, Jesús!Sufres, lloras, mueres…Con los hombres esclavos mueres Tú.Cuando siento que el mundo en guerra está,que el hermano al hermano matará,¡oh,… tiemblo por Ti, Jesús!Sufres, lloras, mueres…Con los hombres que mueren mueres Tú.Cuando pasas enfermo junto a mí,cuando olvido tu hambre y tu sufrir,¡oh,… tiemblo por Ti, Jesús!Sufres, lloras, mueres…Por mi absurdo egoísmo mueres Tú.