JUAN MARÍA fue un hombre que tuvo el oído atento a la voz de Dios y esperaba que sus discípulos también lo tuvieran. El gran momento del año para él era el retiro donde todos los hermanos se juntaban y donde esperaba que cada uno hiciera silencio y pudiera escuchar la voz del Señor a través de la Escritura, de los superiores y del Espíritu en el interior del corazón. Le tenía verdadero terror a que sus hijos espirituales escuchasen otras voces y se autoengañasen, tomando caminos equivocados que no conducen a nada.He aquí algunas recomendaciones a sus hermanos: