Domingo 24º durante el año


Isaías 50, 5-9ª
Salmo 114, 1-6.8-9
Santiago 2, 14-18


Evangelio Marcos 8, 27-36

Jesús salió con sus discípulos hacia los poblados de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: ¿Quién dice la gente que soy yo?
Ellos le respondieron: Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas.
Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?
Pedro respondió: Tú eres el Mesías.
Jesús les ordenó terminantemente que no dijeran nada acerca de él.
Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar después de tres días; y les hablaba de esto con toda claridad.
Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo.
Pero Jesús, dándose vuelta y mirando a sus discípulos, lo reprendió, diciendo: ¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.
Entonces Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.

Estamos en el corazón del evangelio de Marcos. Los ocho primeros capítulos hablan de la actividad y mensaje de Jesús en Galilea. Este texto expresa lo que se conoce como ‘la crisis de Galilea’. A partir de este momento Jesús cambia de rumbo y toma la decisión de subir a Jerusalén, enfrentarse con el Templo y la Institución judía y por el camino se les va revelando como el Mesías sufriente, pues percibe claramente lo que se le viene, si sigue siendo fiel al proyecto del Padre.

En la primera lectura Isaías presenta al Siervo del Señor como un Servidor valioso a sus ojos, llamado para liberar a Israel, ser luz de las naciones y salvación para todos. Y el evangelio presenta a Jesús. Éste les pregunta a sus discípulos qué piensa la gente de Él. Ellos le informan. Las respuestas manifiestan que no es reconocido como Mesías. El pueblo responde recurriendo a personajes y a categorías antiguas. Recurre a lo que sabe. No asoma nada nuevo. No está dispuesto a cuestionarse sus creencias ni a abrirse a la novedad de Dios.

La respuesta de los discípulos en boca de Pedro revela un avance: reconocen a Jesús como Mesías. Pero como veremos es un mesianismo político. Pedro profesa un mesianismo que utiliza a Jesús como respuesta a sus propios deseos. Confiesa un mesianismo que no coincide con el mesianismo de Jesús, el Siervo sufriente. Pedro y los demás discípulos quieren un mesianismo davídico hecho de prestigio, de poder, de dominio. Por eso Jesús les manda guardar silencio, pues esa manera de entender su mesianismo distorsiona su identidad y esto quedará patente cuando Jesús hable de la Pasión.

En la segunda parte del texto, Jesús dice: ‘El Hijo del hombre debe sufrir y ser reprobado’. Esto le parece a Pedro una provocación. No es esto lo que ellos quieren y esperan. Es una señal, para Pedro, de no saber aprovechar la ocasión que se les brinda.

La palabra reprender es la palabra utilizada por Jesús para recriminar a los endemoniados. Aquí la usan Pedro y Jesús para reprocharse mutuamente la forma de pensar de cada uno. Jesús dirige la misma expresión a Pedro y lo llama Satanás. Le dirá que su forma de pensar es la de los hombres y no la de Dios, pues está intentando apartarlo del proyecto del Padre, como Satanás. 

No cabe duda de que Pedro sentía afecto por Jesús. Pero Marcos nos hace caer en la cuenta que no es lo mismo querer a Jesús, que hacer nuestras sus opciones, sus pensamientos, su proyecto. ‘Detrás’, es lugar del discípulo. Síganme (vengan detrás de mí) les dijo Jesús cuando los llamó. La tentación perenne del discípulo es ponerse delante del Maestro, hacer la suya, hacer su proyecto y perder toda referencia y en consecuencia caer en la auto referencialidad. 

Por último, Jesús convoca a la multitud y a sus discípulos y reafirma lo expresado: el que quiera venir conmigo, venga detrás de mí. Ese es el lugar del discípulo. Caminar detrás significa renunciar a mis planes y proyectos para hacer míos los planes y proyectos de Jesús. Juan María dirá: si quieres ser discípulo de Jesucristo no traigas aquí ningún resquicio de voluntad propia. Seguir a Jesús es hacer nuestras sus opciones, sus criterios, sus amistades, sus claves.

Quién es Jesús para mí, no es una pregunta que haya que responder desde lo conceptual, sino desde lo vital, experiencial, desde las relaciones que tejo con ‘sus amigos’, con ‘sus seguidores’, con ‘sus predilectos’. ¿Quién es Jesús para mí?

Jesús y sus discípulos: Los discípulos fueron llamados para estar con Él, por eso siempre aparecen a su lado. Pero la incomprensión de los discípulos es creciente y el esfuerzo de Jesús por formarles y hacerles comprender sus opciones también. Jesús sufre por la incomprensión de sus discípulos, pero nunca desespera de ellos. Marcos usa tres imágenes para hablar de la relación de Jesús con sus discípulos. Aquí tenemos una: la del camino. Se trata de aceptar el destino y el mesianismo de Jesús. Hay que estar dispuesto a entregar la propia vida, a perderla si la queremos ganar. A vos, ¿cómo te va por el camino, estás haciendo la lectura de Pedro o la de Jesús, vas por tus intereses o los del Padre?


Después de todo, somos discípulos de este Jesús que vivió pobre, que fue humillado y condenado al suplicio de la cruz. Considerémonos felices cuando Dios nos llame a llevar la imagen de su Hijo traicionado, crucificado. No vivamos más que de la pura fe. (Ventajas del retiro)

“¿Quién dice la gente que soy yo?”
“Unos Juan, el Bautista, Señor.
Otros que Elías, otros dicen que ha surgido
un profeta de Dios”.

Y Jesús les preguntó:
“Vosotros, ¿quién decís que Soy Yo?”
Y Pedro dijo, mirando al Señor:
“Tú eres el Mesías de Dios”.

Hoy Jesús pregunta como ayer:
“¿Quién dice la gente que soy yo?”
Mira sus ojos y abre el corazón
y dile: “Tú eres mi Señor”.