Sabiduría 2, 12.17-20Salmo 53, 3-6.8Santiago 3, 16-4,3
Jesús atravesaba la Galilea junto a sus discípulos. No quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará.Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas.Llegaron a Cafarnaúm y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: ¿De qué hablaban en el camino?Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande.Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos.Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado.
Jesús sigue educando a sus discípulos. También hoy Jesús, quiere continuar educándonos a nosotros. Para él esa es una prioridad, por eso no quiere que los demás sepan dónde está, así inicia el evangelio de hoy.En el horizonte de su anuncio aparece la cruz. Después del primer anuncio de la Pasión Jesús proclama solemnemente: ‘Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, no puede dar fruto’. La única manera de dar fruto es entregándose. Por eso él debe ser entregado en manos de los hombres.Los discípulos no entienden lo que les dice. No han entrado en la lógica de la entrega y tampoco quieren entrar. Les resultó y les resulta inaceptable. Temen preguntarle. ¿Por qué ese miedo? ¿No han entendido o no quieren entender? Ciertamente, en la vida, hay muchas cosas que no entendemos pero tampoco nos interesa preguntar.Llegan a Cafarnaúm, llegan a casa. Para Marcos la casa es el lugar del diálogo íntimo con los discípulos, el lugar de la enseñanza. Los discípulos preguntan cuando están a solas con él: ‘Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas’ (4, 10). ‘Y cuando, apartándose de la gente, entró en casa, sus discípulos le preguntaban sobre la parábola’ (7, 17). ‘Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado sus discípulos: ¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle?’ (9, 28).En los casos anteriores son los discípulos los que preguntan, y Jesús responde. En el texto que meditamos hoy es Jesús el que pregunta y ellos callan. Les pregunta de qué hablaban por el camino. El camino es símbolo de la vida. El camino es símbolo del proyecto vivido y a vivir. También, Jesús nos pregunta a nosotros de qué hablamos en el ‘camino’.La alternancia entre casa y camino muestra, en cierto modo, la alternancia entre misión y enseñanza. Jesús les enseña a hacer lectura de lo que están viviendo y haciendo. No se cansa de enseñarles y de confrontarles. Les lleva a revisar su proyecto. En la casa se habla de lo que acontece en el camino de la vida. Vos, ¿de qué hablás en casa? ¿Cuál es tu casa, en la que hablás lo que estás viviendo en el camino?Dice el texto que ellos callaron. ¿Por qué callan? ¿Por qué ese silencio? ¿A qué se deben nuestros silencios comunitarios/ familiares? ¿Qué están manifestando? Hay otro pasaje en el evangelio de Marcos en el que Jesús pregunta y sus interlocutores se callan: ‘¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla? Pero ellos callaban’ (3, 4). Las preguntas de Jesús desenmascaran nuestro corazón, nuestros deseos, nuestras aspiraciones ocultas, nuestros proyectos no confesados ni confesables.En el camino habían estado hablando de quién era el mayor. Ante el anuncio de Jesús de que va a ser entregado y humillado, ellos se preguntan por quién es el mayor. Son muy conscientes de que su proyecto tiene muy poco que ver con el proyecto de Jesús. La tentación de prestigio y de poder es una tentación que siempre nos asalta y ronda buscando a quien devorar.Jesús se sienta y les llama. Potente gesto simbólico. Jesús como el nuevo Moisés que revela el querer de Dios. Lo que quiere anunciar es muy importante: ‘el que quiera ser el primero que se haga el último y el servidor de todos’. Es una llamada a la minoridad, a hacerse pequeño. Es una llamada a la humildad, como nos dirá Juan María.Y cierra con otro gesto simbólico: pone a un niño en medio de ellos, lo abraza y les dice: ‘El que reciba a un niño como éste a mí me recibe’. La pequeñez en el centro y abrazada por el mismo Jesús. Acoger a los pequeños es el criterio para vivir la minoridad. Nosotros que tenemos como misión acoger a los pequeños ¿vivimos esta minoridad? La palabra nos invita a leer nuestro proyecto apostólico a la luz del proyecto de Jesús. ¿Aspiro a ser servidor?
Jesús y los niños: Se identifica con ellos: le estrechó entre sus brazos. El niño expresa para Él la actitud que debemos adoptar hacia el Padre: ponernos en sus manos con confianza, no tenemos otros apoyo, todo lo recibimos de Él. Jesús les abraza, les bendice, les impone las manos.Los discípulos y los niños: Centrados como están en su proyecto mesiánico, el estar con los niños les parece una pérdida de tiempo con respecto a lo que es importante. Jesús los re-direcciona: el pequeño al centro.Los discípulos entre sí: viven relaciones de poder, discusión, de búsqueda de los primeros puestos. Son relaciones inconfesadas, pero puestas de manifiesto por Jesús.
Recuerden que siguiendo la Palabra del Salvador, hay que bajar para subir, humillarse para ser exaltado; y que, en fin, en el abismo de su nada es donde el cristiano, digno de este nombre, encuentra el más alto grado de la verdadera gloria.Examínense según estos principios y vean qué lejos están de ser humildes hijos míos; ustedes que no pueden soportar nada, ni las ligeras molestias que sus Hermanos les ocasionan, de vez en cuando, ni las advertencias de sus Superiores; ustedes que están siempre dispuestos a defenderse cuando se los reprende, a vengarse cuando se les escapa una palabra molesta a aquéllos con quienes conviven; ustedes que, en vez de ponerse siempre en el último lugar y de evitar con cuidado toda distinción, las desean con ansia, y les duele constantemente que no se tengan en cuenta sus méritos; ustedes que se creen con derecho a mandar a todo el mundo y que no quieren obedecer a nadie. ¡Ah, hijos míos! ¡Qué terrible es este examen! (Sermón sobre la humildad).
Mientras caminaban desde Galilea,Jesús les advierte lo que ocurrirá: “El Hijo del hombre, a muerte entregado,el día tercero resucitará”.Pero ellos no entienden qué quiere deciry, sin preguntar, prefieren discutirquién era entre ellos el más importante.Pero Jesús dice a los doce:Quien quiera ser primero,renuncie a rangos y ambiciones,pues servidor de todosserá quien me quiera seguir.Y quien reciba a un pequeñoa mí mismo recibey conmigo al Padreque me ha enviado a mí.Poder y riqueza, grandeza y aplausospensaban que el Cristo tendría al final.Pero fue traición, fue cruz y rechazoel precio a pagar por su reino de amor.Sólo ve la gloria quien carga su cruzy de los pequeños se ha vuelto la luzLa gloria se encuentra al ser solidariocon quienes el mundo ha olvidado.