Educación

Entre sus discípulos, la religión escoge aquellos que están más profundamente penetrados de su espíritu y les distribuye, en cierto modo, todas las miserias humanas para endulzarlas y cuidarlas. Ustedes, hermanas, de esta magnífica distribución de los tesoros del Hijo de Dios, han recibido como parte el cuidado de educar a los niños, de formarles en la virtud y en la piedad (S VII p. 2198)

Jesús, tú has dicho:
dejen que los niños se acerquen a mí.
Tú me has inspirado el deseo de dedicar mi vida
a los niños y jóvenes para llevarlos a ti.
Dígnate bendecir mi vocación,
asísteme en todos mis trabajos de hoy.
Derrama sobre mí,
sobre todos mis hermanos
y sobre los que trabajamos en esta obra educativa,
el Espíritu de fuerza, de caridad y de humildad
para que nada nos aparte de tu servicio.
Haz que hoy cumpla
con celo el ministerio educativo
al que me has consagrado.
Hazme perseverar hasta el fin
para alcanzar así la salvación que nos has prometido.

Caminado por las sendas de este mundo
si descubres un niño sin poder crecer,
abre tu escuela menesiana y así podrás
tener fuerzas y alas para poder volar.

Atrévete, vamos a construir, ven,
un cielo para que suene su voz y cante libre.
Mírate, abre tu corazón ya, para buscar.

Si entendemos la esperanza menesiana
y ponemos a nuestros sueños un color,
un arco iris limpio y grande alumbrará
la senda para todos juntos andar.

Atrévete vamos a construir, ven
un cielo para que suene su voz y cante libre
mírate, abre tu corazón ya, para buscar.

Busca la estrella que guiará
nuestro camino al andar.

Atrévete, vamos a construir, ven,
un cielo para que suene su voz y cante libre.
Mírate, abre tu corazón para buscar
dentro de ti, y poder dar nuestro amor.

Antífona 1:
¡Sublime vocación! La del mismo Jesucristo: que ha pasado haciendo el bien, instruyendo a los pobres y sanando a los enfermos.

EDUCAR (H. Fermín Gaínza FEC)

Educar es lo mismo
que ponerle un motor a una barca.
Hay que medir, pesar, equilibrar…
y poner todo en marcha.

Para eso
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino,
un poco de pirata,
un poco de poeta
y un kilo y medio de paciencia concentrada.

Pero es consolador soñar,
mientras uno trabaja,
que ese barco –ese niño‒
irá muy lejos por el agua.

Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes,
hacia islas lejanas.

Soñar que, cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos
seguirá nuestra bandera enarbolada.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona 1:
¡Sublime vocación! La del mismo Jesucristo: que ha pasado haciendo el bien, instruyendo a los pobres y sanando a los enfermos.


Antífona 2:
La escuela es un templo en el cual ustedes ejercen una de las más sublimes funciones del sacerdocio: la  enseñanza.

Salmo 102
¡Bendice, alma mía, al Señor!

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura;
él sacia de bienes tus anhelos,
y como un águila se renueva tu juventud.

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él sabe de qué estamos hechos,
se acuerda de que somos barro.

Los días del hombre duran lo que la hierba,
florecen como flor del campo,
que el viento la roza, y ya no existe,
su terreno no volverá a verla.

Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos.

El Señor puso en el cielo su trono,
su soberanía gobierna el universo.
Bendigan al Señor, ángeles suyos,
poderosos ejecutores de sus órdenes,
prontos a la voz de su palabra.

Bendigan al Señor, ejércitos suyos,
servidores que cumplís sus deseos.
Bendigan al Señor, todas sus obras,
en todo lugar de su imperio.

Bendice, alma mía, al Señor.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Sugerencia: Bendecir al Señor por los milagros que se obran en el Templo de la escuela.

Antífona 2:
La escuela es un templo en el cual ustedes ejercen una de las más sublimes funciones del sacerdocio: la  enseñanza.


Vean con qué solicitud se desea y se recibe en todos lados a los hermanos, de qué consideración son rodeados, qué confianza ellos inspiran. ¿Cuál es la causa? ¿Tienen ustedes más talento que los otros maestros? No; pero en este humilde hermano, revestido de un hábito santo, llevando sobre su pecho la imagen del Salvador crucificado, los padres y las madres ven como si fuera otro Salvador para sus hijos; todos ven en cada uno de ustedes un hombre separado del mundo, consagrado por voto a la educación de la infancia, y que, desprovisto de todo interés humano, se ocupa de ello por los motivos más elevados.

Antífona:
Mis escuelas han sido fundadas para dar a conocer y amar a Jesucristo.

Bendictus – Ain Karem

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la familia de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por la boca de sus santos profetas.

Despertad, preparáos,
rompiendo las tinieblas viene el sol;
despertad, preparáos,
la salvación nos visita
y se encarna en nuestro pueblo.

Es la Salvación que nos libera
de nuestros enemigos y del poder del mal,
nos sostiene con su misericordia
con la que bendijo a nuestros padres,
porque Él recuerda siempre su Alianza
y el juramento que juró a Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia
en su Presencia, toda nuestra vida.
Y tú, Juan, serás llamado ‘profeta del Altísimo’
porque irás delante de Él preparando el camino,
anunciando a su pueblo la Salvación
y el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios
nos visitará el sol que nace de lo alto
para que su luz alumbre a los que viven
en las tinieblas y en sombras de muerte
para guiar, siempre, nuestros pasos,
por el camino de su paz.

Antífona:
Mis escuelas han sido fundadas para dar a conocer y amar a Jesucristo.

A cada intención respondemos:

Que nuestra educación evangelice hoy a todos

-. Que las obras educativas sean plataformas de anuncio de Jesucristo.

-. Que seamos fieles creativamente al mandato fundacional.

-. Que los estudiantes conozcan a Jesús por la palabra y el testimonio de los educadores.

-. Que eduquemos evangelizando y evangelizando eduquemos.

-. Que en nuestras obras educativas se haga experiencia de fraternidad.

-. Que nuestra educación libere, desate nudos, suelte amarras y ayude a hacerse cargo de la vida.

Padre bueno, que nuestra educación evangelice hoy a todos, que instruya a los pobres, que dé vista a los ciegos, que haga caminar a los débiles y cansados, que eduquemos a los que nos son confiados, que abramos los ojos a los niños y a los jóvenes, que sanemos a los débiles, que resucitemos a los que viven sepultados lejos de ti. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.