Eclesiastés 11, 9-12Salmo 89, 3-6. 12-14. 17
Mientras todos se admiraban por las cosas que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: Escuchen bien esto que les digo: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.Pero ellos no entendían estas palabras: su sentido les resultaba oscuro, de manera que no podían comprenderlas, y temían interrogar a Jesús acerca de esto.
En versículos anteriores Lucas cuenta que el maestro tiene conciencia que tiene que pasar por la cruz y pide a aquellos que lo quieran seguir que se nieguen a sí mismo, tomen la cruz cada día y que lo sigan. El Padre confirma el camino del hijo del hombre “Escúchenlo, es mi Hijo, el elegido». La fe implica aceptar esta realidad.El centro de la Palabra de hoy es que “el Hijo del hombre va a ser entregado en las manos de los hombres”, y que sus amigos lo deben tener siempre presente. Jesús resucitado se lo recordó a los discípulos de Emaús como también nos lo sigue recordando hoy. En el momento en el que todos están maravillados por las cosas que Jesús hace, Él les comunica por segunda vez a sus amigos la necesidad de su paso por la cruz, de ser sembrado como el grano que cae en tierra para poder dar frutos. Ellos por su parte no comprenden, no escuchan, están cerrados, sordos, no preguntan, están en la tentación.También nosotros, en ocasiones, nos encontramos como los amigos de Jesús: Él nos habla y seguimos entretenidos en muchas cosas, con miedo a interrogar, sin buscar, sin apreciar la presencia del sol naciente, sin oír la música de la fiesta. Juan María quiere que los educadores menesianos instruyamos, eduquemos y evangelicemos al mismo tiempo y en un mismo acto, lo que implica que somos llamados a abrir nuestros ojos, oídos, inteligencia para discernir los brotes de trigo que nacen, crecen y se desarrollan en el campo de la escuela, de la familia, del mundo.
No hay que hacerse ilusiones e imaginarnos que abrazando este nuevo género de vida no tendremos que sufrir nada; ¿qué mérito tendríamos si fuera así? Sin duda, Dios nos ha reservado muchos consuelos y muchas alegrías. Sí, será fiel a sus promesas; recibiremos el céntuplo de todo de lo que hayamos dejado; pero también tendremos nuestra cruz que llevar, nuestro cáliz que beber, nuestros clavos, nuestras espinas, nuestra flagelación; y el vinagre y la hiel nos serán presentados para calmar nuestra sed. (Sermón sobre la necesidad de imitar a Jesús)
Mira Jesús, yo te traigo una gran inquietud.¿Qué debo hacer? Nuestro mundo sufre esclavitud.Le falta paz y en muchos no hay esperanza.Dime Señor, ¿cómo puedo sembrar más amor?Sígueme, soy Camino, única ruta a seguir.Sígueme, soy la vida, que con amor debes compartir.Oigo tu voz en la calma de mi oración;oigo tu voz, en el pobre que me pide pan.Desde tu cruz, Tú me pides mayor compromiso.Dime, Señor, ¿cómo puedo sembrar más amor?Yo, como Tú, buscaré dar más que recibir.No hay amor, sin sufrir, sin luchar, sin servir.Mas si a tu amor, olvidando, lo pierdo de vista,Grita, Señor, aún más fuerte que te pueda oír.