Eclesiastés 1, 2-11Salmo 89, 3-6. 12-14. 17
El tetrarca Herodes se enteró de lo que Jesús hacía y enseñaba y estaba muy desconcertado porque algunos decían: Es Juan, que ha resucitado.Otros decían: Es Elías, que se ha aparecido, y otros: Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado.Pero Herodes decía: A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas? Y trataba de verlo.
Herodes había perdido la cabeza por el baile de su sobrina y Juan la perdió por ser fiel a la misión encomendada por Dios. Uno, ensimismado en su egocentrismo, juguete de sus pasiones, ávido de poder y de gloria. El otro, entregado a la voluntad de Dios, capaz de dejar todo, hasta su vida, por seguir su vocación de profeta.Herodes ahora se enfrenta a un nuevo Juan, que aparece en su reino. Está curioso por conocerlo y escucharlo, no seguramente para seguir sus consejos, sí para medir el riesgo que puede suponer para su corona. Así como la prédica y el ejemplo de Juan son la antítesis de lo que vive y cree Herodes, así también el Reino predicado por Jesús se confrontará directamente con el suyo.Herodes que se creen lo más, hoy hay muchos en el mundo. Y buscan destruir todo lo que les haga sombra. Ruedan diariamente cabezas pensantes para mantener cabezas coronadas, que se creen dioses, dueños y señores de vidas y de bienes.Y aunque no lleguemos a tanto, también en la Iglesia y en nuestras comunidades puede haber actitudes de esta naturaleza. Hay que mantener el poder cueste lo que cueste, aunque sea mintiendo, desprestigiando, ninguneando… Quiera Dios purificarnos de estas tentaciones tan nuestras y tan frecuentes. Aunque pongamos cara bonita, muchas veces nos sale el Herodes que todos llevamos dentro.
MÁXIMABusca y defiende la verdad
Duerman su sueño, grandes del mundo, sabios presuntuosos. Jesús, mi Salvador no viene para ser objeto de una vana curiosidad y para alimentar su orgullo con interminables discusiones. Su amor propio cegado y desenfrenado, su corazón roído por la avaricia y atormentado por la ambición, no pueden comprender y menos aún gustar la benignidad del Salvador, la pobreza, la dulzura y la humildad de Jesucristo». (Sermón sobre la Navidad)
Que corra tu río, que sople tu aliento,que queme tu fuego por dentro.Que caiga tu lluvia y refresque tu viento,que traigas un avivamiento.Y sea un torrente por el mundo entero.Griten los montes con alegría,vean los ciegos la luz del día.Rómpanse yugos de esclavitudy por los siglos reine Jesús…Recorre las vidas carentes de amor,consuela a tu paso el corazón.Visita aun el más oscuro rincóny ahí has brillar tu salvación.Griten los montes con alegría,vean los ciegos la luz del día.Rómpanse yugos de esclavitudy por los siglos reina Jesús.Fiel, justo y verdadero,soberano salvador del universo.