«El encuentro con el migrante, como con cada hermano y hermana necesitados, «es también un encuentro con Cristo. Nos lo dijo Él mismo. Es Él quien llama a nuestra puerta hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo y encarcelado, pidiendo que lo encontremos y ayudemos». El juicio final narrado por Mateo en el capítulo 25 de su Evangelio no deja lugar a dudas: «estaba de paso, y me alojaron» (v. 35); y de nuevo, «les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (v. 40). Por eso, cada encuentro, a lo largo del camino, es una oportunidad para encontrar al Señor; y es una oportunidad cargada de salvación, porque en la hermana o en el hermano que necesitan nuestra ayuda, está presente Jesús. En este sentido, los pobres nos salvan, porque nos permiten encontrarnos con el rostro del Señor.Queridos hermanos y hermanas, en esta Jornada dedicada a los migrantes y refugiados, unámonos en oración por todos aquellos que han tenido que abandonar su tierra en busca de condiciones de vida dignas. Sintámonos en camino junto con ellos, hagamos juntos “sínodo” y encomendémoslos a todos, así como a la próxima asamblea sinodal, «a la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, signo de segura esperanza y de consuelo en el camino del Pueblo fiel de Dios».
Números 11, 25-29Salmo 18, 8.10.2-14Santiago 5, 1-6
Juan le dijo a Jesús: Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros.Pero Jesús les dijo: No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros. Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible.Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena.Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
El texto de hoy es continuación del domingo pasado. Los discípulos se ‘siguen confesando’ con Jesús y ponen sobre la mesa lo acontecido en el camino. Hoy es Juan el que habla, pues habían intentado impedirle a uno expulsar demonios en nombre de Jesús. Jesús es claro con ellos: no se lo impidan (no impidan hacer milagros, ni impidan a los niños acercarse a mí).Los exclusivismos, las prohibiciones surgen cuando no se vive la humildad, ni se pone al pequeño en medio. Importa poco si es seguidor de Jesús y da vida a los pequeños, eso nos resulta secundario. Lo importante es que sea de los nuestros. No permitimos que nadie que no sea de ‘nuestro grupo’ se meta en asuntos que creemos sólo nuestros.Jesús reprueba la actitud de sus discípulos y se coloca en una lógica radicalmente diferente. Lo primero y más importante no es el crecimiento de aquel pequeño grupo, sino que la salvación de Dios llegue a todo ser humano, incluso por medio de personas que no pertenecen al grupo, por eso dice: «Quien no está en nuestra contra, está a nuestro favor». El que hace presente en el mundo la fuerza sanadora y liberadora de Jesús está a favor del Reino y en consecuencia de su grupo. Jesús rechaza la postura sectaria y excluyente de sus discípulos que solo piensan en su prestigio y crecimiento, y adopta una actitud abierta e inclusiva donde lo primero es liberar al ser humano de aquello que lo destruye y hace desdichado. Éste es el Espíritu que ha de animar siempre a sus verdaderos seguidores y seguidoras.Fuera de la Iglesia católica, hay un número incontable de hombres y mujeres que hacen el bien y viven trabajando por una humanidad más digna, más justa y más libre. En ellos está vivo el Espíritu de Jesús. Hemos de sentirlos como aliados, nunca como adversarios. No están contra nosotros pues están a favor del ser humano, como estaba Jesús.El Espíritu actúa libremente. No pongamos fronteras al Espíritu ni pretendamos poseerlo en monopolio. El Espíritu sopla donde quiere; no se limita a Moisés o a los 70 ancianos (primera lectura), sino que actúa libremente y en servicio del pueblo de Dios. En todos los lugares surgen cooperadores del bien. El que vence al mal entra en el Reino de Dios (Ev.). El que se aprovecha del prójimo y acumula riquezas injustamente no entra en el Reino de Dios (segunda lectura). No enjaulemos al espíritu Santo. No lo privaticemos.Ante el contexto de exclusión vigente de la época, la imagen que las primeras comunidades tienen de Jesús hace que se repiensen. En este orden llama la atención lo que Jesús hace en defensa de la vida de los niños, de los pequeños.El escándalo es aquello que desvía a una persona del buen camino. Escandalizar a los pequeños es ser motivo para que se desvíen del camino y pierdan la fe en Dios. Para Jesús el escándalo es grave, al punto que invita a cortar de raíz con todo aquello que pudiera escandalizar a los pequeños y más si viene de una persona que se dice su seguidor.Y para finalizar nos invita a mirarnos y preguntarnos: ¿las manos (servicio), los pies (encuentros) y los ojos (comunicación) están para favorecer el encuentro con Jesús? Cuando mis manos no sirven, sino que se sirven a sí mismas, cuando mis pies en vez de caminar al encuentro del otro huyen, cuando mis ojos en vez de favorecer la comunicación se desvían por intereses mezquinos, Jesús dirá: ‘cortá con eso’, pues no te ayuda, no ayuda y te separa de mí. No arruines tu vida. Es preferible que cortes de una con eso, porque el acceso al Padre vale mucho más. Tus actitudes, tus gestos, tus miradas, tus movimientos ¿de qué hablan?, ¿qué manifiestan?
Jesús y el Padre: Jesús se ve y se siente como enviado, enviado por el Padre para instaurar el Reino de Dios. Jesús se siente plenamente identificado con su Padre: el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. El que no está contra nosotros, está con nosotros. Jesús tiene un corazón católico y quiere que los suyos también lo tengan. La defensa de los pequeños es el proyecto del Padre y es su proyecto.
Tengamos otra manera de pensar, tengamos un corazón verdaderamente católico. Que todos aquellos que como nosotros trabajan en hacer crecer el reino de Jesucristo, nos sean muy queridos. Interesémonos en sus obras y trabajos tanto como por los nuestros. Sepamos agradecerles todos los servicios que hacen a nuestra madre y si son tan dichosos de hacerles mayores que los nuestros, lejos de entristecernos, bendigamos al Señor y pidamos que multiplique cien veces más a estos obreros llenos de celo y pidamos como Moisés que envíe a aquellos que debe enviar, seamos nosotros o que sean otros. ¿Qué importa con tal que la verdad se extienda, brille, ilumine todos los espíritus y que la Iglesia sea exaltada?
Quiero ir otra veza buscar por los caminosa los que el reyinvitó para cenar;a los olvidados por el mundo,a los que perdidos van sin rumbo.Enséñame, Señor,a amar sin condición.Dame un corazón distinto,un corazón sencillo,que te anhele de verdad;un corazón sinceroque no tenga miedopara ir donde tú vas.Dame las palabras que no sé decir.Quiero dar amor como me amaste a mí.Quiero partir mi pan,para darlo al que no tieney su hambre saciar;compartir mi bendición,dando lo mejor y no las sobras;dando sin tardar y sin excusas.Enséñame, Señor,a amar sin condición.En medio de la nocheel abrigo tú serás.Tu amor y tu cuidadode ellos no se apartará.Un corazón distinto, un corazón sencillo.Un corazón sincero que no tenga miedo.