Job 1, 6-22Salmo 16, 1-3. 6-7
Se suscitó entre los discípulos una discusión sobre quién sería el más grande.Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo, les dijo: El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquél que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ése es el más grande.Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros.Pero Jesús le dijo: No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes.
En este texto se ve la clara contradicción entre el proyecto de Jesús y el de sus discípulos. El de ellos es un proyecto de gloria, de búsqueda de poder, en definitiva, de exclusión: Ser los más importantes, ocupar los primeros puestos, impedir a otros colaborar en la misión. El de Jesús es un proyecto de servicio, de acogida a los más pequeños, en definitiva, de inclusión. Es el proyecto del Reino de Dios.Jesús se identifica con los niños. El niño expresa para él la actitud que debemos adoptar hacia el Padre y los demás hermanos. Con el Padre, absoluta confianza. Con los hermanos, servicio desinteresado. Centrados como están en su proyecto de poder y gloria, el estar con los niños les parece a los discípulos una pérdida de tiempo. Son una molestia para sus planes. Tampoco aceptan competencia alguna. Creen tener la exclusividad; sólo ellos se sienten herederos de la enseñanza y del poder del Maestro.Cuánto de estas actitudes de los discípulos de ese momento, las seguimos manteniendo nosotros en la Iglesia. La búsqueda del poder y de la gloria personales sigue siendo una de las grandes tendencias en nuestras comunidades cristianas y una de las mayores causas de deserción y de no acercamiento a Jesús de tanta gente. Los apóstoles poco a poco fueron comprendiendo al Maestro y comulgando con su enseñanza y misión.Señor, danos la gracia de convertirnos y adherir plenamente a tu proyecto de Reino. Señor, danos alma de niños.
MÁXIMARecibir a los pequeños es recibir a Jesús
Recuerden bien, la perfección no consiste en hacer nada extraordinario y grande, sino que consiste en ser humildes, pequeños, dóciles en las manos de Dios; en estar llenos de indulgencia y de caridad con nuestros hermanos, estimándose uno mismo como el último y el más imperfecto de todos; consiste especialmente para ustedes en hacer con amor con sencillez y con una admirable paz lo que está en el orden de la obediencia. (Sermón sobre la falsa idea de la perfección)
Dios, entre tus manosquiero yo habitar.Sé que me protegesy allí estás.Te busco, te espero.me quieres hablar.Sanas mi alma,cerca de mí estás.Dios, dador de vida,vida me darás.Tú eres el que al mundo hace andar.Dios, dador de vida,vida me darás.Mientras viva yo te he de cantar.Cerca de tus manosmi vida está;no se rinde ante la oscuridad.Borras mis pecados,me hablas del perdón.tu amor es la reconciliación.