Domingo XXVII durante el año


Génesis 2, 18-24
Salmo 127, 1b- 6
Hebreos 2, 9-11

Se acercaron algunos fariseos a Jesús y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: ¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?
Él les respondió: ¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?
Ellos dijeron: Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella.
Entonces Jesús les respondió: Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre. Y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido.
Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto.
Él les dijo: El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquélla; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio.

Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron.
Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.

Desde el principio del evangelio, Marcos, señala que los fariseos están tentando a Jesús. Utiliza la misma palabra para hablar de Satanás tentando o probando a Jesús en el desierto. Los fariseos esperan que Jesús escoja un lado de la controversia.

La escuela de Shammai interpreta el significado de Deuteronomio 24 diciendo que un hombre puede divorciarse de su esposa sólo en caso de adulterio. La escuela de Hillel interpreta el mismo pasaje diciendo que un hombre puede divorciarse de su mujer por cualquier fallo que le encuentre, y el divorcio por razones triviales es común. Nótese que al hombre se le permite divorciarse de su esposa, pero no a la inversa. A las mujeres se las trata como propiedad del marido, y pocas tienen derechos legales. A menudo, las consecuencias del divorcio para una mujer son devastadoras, y la dejan con pocas opciones para mantenerse.

Jesús lleva la conversación de Deuteronomio a Génesis, es decir, de Moisés a Dios, y del divorcio al matrimonio, es decir, de lo que se permite a lo que se intenciona. No contradice al Deuteronomio permite el divorcio, pero sí, dice que Moisés dio este permiso en atención a la ‘dureza de corazón’ de los fariseos. Jesús no discute con Moisés, nos remite a una autoridad mayor, citando al Génesis para aclarar la intención original de Dios –que hombre y mujer se conviertan en ‘una carne’. ‘Pero al principio de la creación, varón y mujer los hizo Dios’.

No siempre los preceptos humanos cuidan la vida ni son coherentes con la intención original de Dios. Jesús busca llevar el diálogo a ese campo y desde allí discernir lo mejor para la persona. Jesús, nunca pone por encima de la persona a la ley, pues esta está a su servicio, al servicio de la vida. ¿Soy de atarme a la ley, a las tradiciones, al ‘siempre se hizo así’ o busco aquello que más potencie la vida y salvaguarde a los más débiles?

Luego ya en la casa, los discípulos vuelven sobre el mismo tema. Allí Jesús pone en pie de igualdad de derechos a la mujer y al hombre. Según la ley mosaica, sólo el hombre podía divorciarse de su mujer. Aquí Jesús habla de igualdad de responsabilidades frente a los mismos actos: si una mujer se separa…

Luego, estando en la casa, aparecen en escena los niños. No son traídos para ser sanados, sino para ser tocados, bendecidos por Jesús. Ante la actitud de los discípulos, Jesús se enoja. Se enoja porque está, como Dios, del lado de los más débiles y vulnerables, como es el caso de la mujer en el divorcio, según la ley mosaica. Una vez más Jesús manifiesta su predilección por los pequeños, porque de los que son como ellos es el Reino de los cielos.

Juan María de la Mennais, adoptó la misma postura que Jesús: se puso del lado de los más pequeños, de los que veía abandonados a su suerte en las poblaciones de Saint Brieuc, sin instrucción, sin educación y sin religión (evangelización). No se quedó de brazos cruzados ni cerró los ojos frente a la situación, sino que buscó ayuda para generar una respuesta que les facilitara a los pequeños acceder a Jesucristo. Hoy, vos, ¿sos de esos que le facilitan a los pequeños el acceso a Jesús?

El Reino de los cielos se recibe como un don, es un regalo de Dios Padre a sus hijos, no una conquista, un logro, un mérito propio fruto del esfuerzo personal, es gracia y es condición necesaria la actitud de acogida y sencillez; por eso pertenece a los que son como niños. Para poder entrar en el Reino es necesario recibirlo como un niño. No se entra por conquista sino por actitud de acogida. ¿Cómo vivo mi relación con Dios: como conquista o como regalo del cual disfruto?

Y termina el texto expresando un gesto potente de Jesús a favor de los pequeños: abrazarlos y bendecirlos, imponiéndoles las manos. Nosotros estamos llamados a actuar de igual manera: una educación que abrace (no ahogue), que bendiga (no maldiga), que empodere (no someta); esa educación es una educación bien menesiana, porque es bien cristiana.

Jesús y los fariseos: Con ellos la relación fue siempre de contrapunto. Siempre lo siguieron de cerca, no porque se interesaran por su mensaje sino para agarrarlo en algún paso en falso, con el objeto de tener elementos para condenarlo a muerte. Jesús siempre fue directo y claro con ellos, no anduvo jugando a la escondida. Eso sí, nunca respondió como ellos esperaban que respondiera, normalmente salía con una respuesta que no habían contemplado (pensamiento lateral, llaman hoy). Los fariseos siempre se posicionaron desde la ley a la hora de dialogar con Jesús. Jesús sin desconocer la ley los invitó siempre a ir más allá. Nunca lo hizo en beneficio propio, sino a favor de la vida de los más vulnerables.

Jesús y los discípulos: La casa siempre fue el lugar de las preguntas íntimas, el espacio donde aclarar aquellas cosas que no habían entendido bien o el lugar donde ampliar la mirada sobre algún tema. Jesús responde y amplía la mirada hacia todos los pequeños, los predilectos del Padre, los que están más expuestos, los más débiles y vulnerables… desde allí hay que mirar la historia y hay que posicionarse en la historia. Vos, ¿cómo quiénes te posicionas, como Jesús, como los discípulos o los fariseos?

Jesús y los niños: Mira por ellos, lo buscan y quieren estar con Él. Los defiende, se pone de su lado y los transforma como referentes de su comunidad, es a ellos a quiénes hay que mirar/imitar (no a los fariseos) si se quiere entrar en el Reino. Abraza, bendice y empodera (impone las manos) a los pequeños. Hoy, vos, yo, nosotros, estamos llamados a tener los mismos gestos que Jesús. Ese es el estilo menesiano soñado por Juan María y Gabriel. ¿Estamos en su corriente, o andamos contra-corriente?


Queridos niños, dense prisa en venir con confianza; los llamo en nombre del Señor Jesús, que, durante el tiempo que estuvo en la tierra, los llamaba también con tanta ternura y bondad. Mis pequeños niños, no teman, el Hermano/el Menesiano, que va a prodigarles sus cuidados es un segundo padre que la Providencia les da; no descuidará nada para adornar su espíritu de los conocimientos, que más tarde, podrán serles útiles; pero buscará sobre todo, por una dichosa mezcla de dulzura y de firmeza, corregirlos de sus defectos y hacer de ustedes santos; así se santificará él mismo y cumplirá la misión que ha recibido de lo alto, pasará por la tierra haciendo el bien, ignorado de los hombres, no esperando de ellos ni elogios ni recompensas, pero consolado y sostenido por la dulce esperanza de que los niños que él habrá instruido y santificado entrarán un día con él en el seno de Abraham y estarán unidos para siempre en los tabernáculos eternos. (A. 309-310)

Haznos fieles a ti, fieles a tu Palabra
Fieles a tu voz, a tu voluntad,
Fieles a tu Evangelio, a la Buena Noticia,
Haznos fieles como eres tú.

Fieles, fieles,
cuando es de día y de noche también.
Fieles, fieles.
A tu lado, contigo, por ti y para ti,
en la calma y en la tempestad.

Haznos fieles al Sur, fieles a los pequeños,
fieles en la lucha por un mundo mejor,
fieles a los pobres, a los excluidos.
Haznos fieles como eres tú.

Haznos fieles al Pan, fieles a tu Cuerpo,
fieles a este Vino, a la comunión;
fieles sin complejos, fieles apasionados.
Haznos fieles como eres tú.

EULALIA DUROCHER (1811-1849) fue una religiosa canadiense fundadora de la Congregación de Hermanas de los Santos Nombres de Jesús y de María. Siendo joven no pudo entrar a la vida religiosa por su frágil salud. Por eso se consagró como laica y se dedicó a las obras de caridad. Ayudaba a su hermano que era párroco y acogía a sacerdotes y seminaristas. El obispo la envió a Longueuil paras fundar una comunidad dedicada a la educación de los jóvenes. En 1844, junto con dos compañeras, hizo su profesión religiosa. A la edad de 38 años, en 1949, falleció. Fue beatificada por Juan Pablo II en 1982.