Santo Tomás de Villanueva

Gálatas 3, 1-5
Lucas 1, 69-75 (Salmo)

Jesús dijo a sus discípulos: Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle:
“Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle”, y desde adentro él le responde: “No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos”.
Yo les aseguro que, aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario.
También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.
¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan.

Dios es el amigo, el aliado, el compañero de camino. En la oración podemos establecer una relación de confianza con Él, tanto que en el “Padre Nuestro” Jesús nos ha enseñado a hacerle una serie de peticiones. A Dios podemos pedirle todo, todo, explicarle todo, contarle todo. No importa si en nuestra relación con Dios nos sentimos en defecto: no somos buenos amigos, no somos hijos agradecidos… Él sigue amándonos.

Dios es un aliado fiel: si los hombres dejan de amar, Él sigue amando, aunque el amor lo lleve al Calvario. Dios está siempre cerca de la puerta de nuestro corazón y espera que le abramos. Y a veces llama al corazón, pero no invade, espera. La paciencia de Dios con nosotros es la paciencia de un papá, de uno que nos quiere mucho. Yo diría que es la paciencia junta de un papá y de una mamá. Siempre cerca de nuestro corazón, y cuando llama lo hace con ternura y con tanto amor.

Tratemos todos de rezar de esta manera, meternos en la oración entre los brazos misericordiosos de Dios, a sentirnos envueltos por ese misterio de felicidad que es la vida trinitaria, a sentirnos como invitados que no se merecían tanto honor. Y a repetirle a Dios, en el asombro de la oración: ¿Es posible que Tú sólo conozcas el amor? Él no conoce el odio. Él es odiado, pero no conoce el odio. Conoce sólo amor. Este es el Dios al que rezamos. El Dios de amor, nuestro Padre que nos espera y nos acompaña…. (Cf. Papa Francisco, Catequesis sobre la oración. 13-05-2020)


MÁXIMA
Dios siempre nos escucha


Aprovechen también este precioso momento para pedirle las gracias que necesiten. Pídanlas con los sentimientos de la más viva confianza. El Señor, que se ha donado a ustedes, no les negará nada. (Sermón en una Primera Comunión)

Somos llamados como menesianos
a ser una familia, todos hermanos.
Tenemos un Padre
que es amoroso Él es un Dios maravilloso.

Tu misericordia es nueva cada día,
más grande que los cielos,
que el sol del mediodía.
¿Cómo no quererte si eres alegría?
Tu misericordia transformó nuestra vida.

Si hay problemas, no estamos solos,
tenemos un Dios que es poderoso.
Siempre nos entiende, es amoroso,
tenemos un Dios maravilloso.