Gálatas 4, 22-24. 26-27. 31Salmo 112, 1-7
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: Ésta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón. El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.
Jonás fue aquel profeta enviado por Dios a predicar en Nínive, pero que, en lugar de obedecer, huyó en barco en sentido contrario, terminando en el vientre de un gran pez, que lo devolvió a tierra firme. Según la leyenda, pasó tres días en la panza de la ballena. Luego de esta experiencia se dirigió a la gran ciudad y los ninivitas se convirtieron, después de escuchar su prédica.La Reina del Sur fue la de Sabá, de la que se habla en el capítulo 10 del primer libro de los Reyes. No se sabe bien dónde estaba ese reino, si en la península arábiga o en África. Lo cierto es que, curiosa por lo que escuchaba decir de Salomón, se acercó a Jerusalén. El relato dice que el rey, famoso por su sabiduría, contestó a todas sus preguntas y la dejó maravillada.Es una gran crítica que hace Jesús a los que lo escuchan y no cambian nada en su vida. Los ninivitas, extranjeros, adoradores de otros dioses, aceptaron el mensaje de Jonás. La reina a su vez vino de muy lejos a escuchar a Salomón y quedó admirada de su saber. Ellos, en cambio, tienen nada menos que al Mesías, al Hijo de Dios, que se cansa de hacer milagros y les habla con comparaciones fáciles de entender y no pasa nada.Jesús está desilusionado con esa gente que lo sigue, le pide favores, parece escucharlo, pero en cuyas vidas nada cambia. Quizás en algún momento se ilusionó pensando que con su palabra y sus milagros transformaría la sociedad. Ni siquiera sus discípulos más cercanos llegan a captar la hondura de su propuesta y reclaman puestos de honor. ¿Estará Jesús desilusionado también con nosotros? Pongamos las barbas en remojo y meditemos cuánto caso le hacemos a la Buena noticia de Jesús.
MÁXIMANo desilusionemos a Jesús
Escuchar la palabra de Dios es un gozo que pocas personas saben apreciar. Se valoran la riqueza y los honores, no se hace ningún caso a la Palabra de Dios y a menudo, se la rechaza. Unos la rechazan, negándose a escucharla, otros la escuchan sin respeto y sin atención; en fin, otros obran de manera contraria a esta santa palabra” (Sermón sobre la Palabra)
Hazme un corazón de barro, rompe el corazón de piedra. Dale las vueltas que sean, pero hazlo a tu manera. Dame un corazón sencillo, hazme un corazón como el tuyo. Usa la forma que quieras, pero hazlo igualito que el tuyo. Como quieras, Señor. ¿Cómo quieres que sea? Dale la forma, Jesús. Hazlo a tu manera. Que tenga tu paciencia, tu amor, que tenga tu voluntad; que tenga tu libertad; que reine esa paz con Dios;que tenga lo que me falta, que sobre lo que no tengo. Hazme un corazón de barro. Es todo lo que yo quiero. Que tenga tu sencillez, siempre tan lleno de luz, perdonar como perdonas. Mira qué bien lo haces Tú. Hazme un corazón de niño, un corazón limpio y puro. Dale vueltas con tus manos y hazme un corazón como el tuyo.Hazme un corazón de barro, rompe el corazón de piedra. Dale las vueltas que sean, pero hazlo a tu manera.