San Antonio María Claret – Beato Luis Guanella

Efesios 3, 14-21
Salmo 32, 1-2. 4-5. 11-12. 18-19

Jesús dijo a sus discípulos: Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!
Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!
¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división. De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.

Jesús dice a los discípulos: ‘¿Piensan que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división’. ¿Qué significa esto? Significa que la fe no es una cosa decorativa, ornamental. Vivir la fe no es decorar la vida con un poco de religión, como si fuera una torta que se la decora con la crema ¡No! La fe no es eso.

La fe significa elegir a Dios como criterio-base de la vida. Dios no es vacío, no es neutro, Dios es siempre positivo, ¡Dios es amor! Y el amor es positivo. Después que Jesús vino al mundo, no se puede hacer como si no conociésemos a Dios, como si fuera una cosa abstracta, vacía, puramente nominal. No, Dios tiene un rostro concreto, tiene un nombre: Dios es misericordia, Dios es fidelidad, es vida que se dona a todos nosotros.

Por esto Jesús dice: ‘he venido a traer división’. No es que Jesús quiera dividir entre ellos a los hombres, al contrario, Jesús es nuestra paz, ¡es reconciliación! Pero esta paz no es la paz de los sepulcros, no es neutralidad. Jesús no trae neutralidad. Esta paz no es un acuerdo a cualquier precio. Seguir a Jesús comporta renunciar al mal, al egoísmo y escoger el bien, la verdad, la justicia, también cuando ello requiere sacrificio y renuncia a los propios intereses. Y esto sí divide, lo sabemos, divide también las relaciones más cercanas.

Pero atención: ¡No es Jesús el que divide! Él pone el criterio: vivir para sí mismo, o vivir para Dios y para los demás; hacerse servir, o servir; obedecer al propio yo u obedecer a Dios. He aquí en qué sentido Jesús es signo de contradicción”. (Papa Francisco)


MÁXIMA
Elegir a Jesús es elegir el bien


¿Es por Dios, únicamente por Dios que estudiamos, que trabajamos? Y en nuestros proyectos de futuro ¿buscamos nada más que extender su reino? ¿Estamos dispuestos a sacrificarnos por la Iglesia como Jesucristo se ha sacrificado por ella? ¿No tememos que eso nos cueste demasiado para darle algunos pequeños sacrificios y no estamos, a menudo, paralizados por un secreto deseo de evitar todo lo que es penoso a nuestra naturaleza, de librarnos de todo lo que nos molesta, de no experimentar ninguna privación, ninguna contradicción demasiado dura? Y si sucede que en nuestros trabajos no somos consolados por el éxito, sostenidos por los aplausos de los hombres, ¿no nos entregamos a la murmuración, no perdemos el ánimo y la confianza? (Sermón sobre la perfección)


Por amor a ti no me callaré,
por amor a ti yo proclamaré
que tú eres mi Dios y que en ti confío.

Por amor a ti a tu lado iré.
por amor a ti yo predicaré
que tú eres mi Dios y que estás vivo.

Sé que muchas fuerzas faltarán
y que en el camino puedo tropezar.
Por eso Padre yo te pido:

Dame, Señor, un corazón de fuego,
que te sepa amar, te sepa querer,
que sea portador de tu Evangelio.
Dame, Señor, un corazón de fuego,
que se muera por llevar tu verdad
a cada plaza, a cada pueblo.

Sé que el viento en contra soplará,
que la corriente me querrá arrastrar,
pero nada temo, Tú estás conmigo.

Sé que mucha gente me criticará,
pero estoy seguro, a mi lado irás.
Eres Tú mi alcázar, eres Tú mi amigo.

Sé que muchas fuerzas faltaran
y que en el camino puedo tropezar.
Por eso Padre yo te pido:

Dame, Señor, un corazón de fuego…