Beatos mártires de la persecución religiosa en España

Filipenses 2, 12-18
Salmo 26, 1. 4. 13-14

Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.
¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: “Éste comenzó a edificar y no pudo terminar”.
¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz.
De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.

Jesús nos invita a vivir el desprendimiento, a ser libre de nosotros mismos, libres de todas esas cosas que nos impiden seguirlo: dinero, ansias de poder, búsqueda de reconocimientos, apariencias, etc. Jesús nos llama a ponerlo por encima de todo: “Dios Sólo”. Lo magnifico es que ponerlo a él en primer lugar implica hacernos los últimos, es decir, servidores de todos. También nos invita a cargar con nuestra cruz para poder ser verdaderamente su discípulo/a.

El papa Francisco nos dice:
«Este es el estilo cristiano porque Jesús ha recorrido antes este camino. Nosotros no podemos pensar la vida cristiana fuera de este camino. Siempre está este camino que Él ha hecho antes: el de la humildad, el camino también de la humillación, de negarse a uno mismo y después resurgir de nuevo. Este es el camino. El estilo cristiano, sin cruz no se es cristiano, y si la cruz es una cruz sin Jesús, no es cristiana. El estilo cristiano toma la cruz con Jesús y va adelante. No sin cruz, no sin Jesús». (Papa Francisco, 6-3-14)


MÁXIMA
Jesús nos hace libres


¡Ah! Mis hermanos, mediten en la ley de Jesucristo. Abran el evangelio y lean. Lejos de quejarse de la dureza de nuestra moral, puede que nos encuentren demasiado indulgentes. De hecho, llevar cada uno su cruz, menospreciar el mundo y todo lo que contiene, vivir como un extraño en la tierra, unirse a Dios sólo, renunciar a todo lo que halaga los sentidos, considerar felices a los afligidos y a quienes sufren persecución: ésta es la ley precisa que tenemos el deber de anunciar»  (Sermón sobre la Palabra de Dios. 1811)

Quisiera ser puente de amor,
donde tú y el hombre se encontraran,
y darlo todo, hasta la cruz
para que el mundo entienda
cuánto lo amas.

Quisiera ser puente de paz
donde aquél que busca te encontrara;
tomar del hombre su dolor
para que por tu amor se vuelva gracia.

Quisiera ser tu Cruz
donde tu corazón ardiera
y se abriera para amar,
donde sólo quede de mí
tu voluntad.

Quisiera ser puente de luz,
que en la duda te transparentara,
para que en la oscuridad
el hombre siempre encuentre tu mirada.

Quisiera ser tu corazón,
donde brota el agua y el Espíritu,
con que se pueda lavar
toda nuestra impureza y egoísmo.