San Alberto Magno

2ª Juan 4-9
Salmo 118, 1-2. 10-11. 17-18

Jesús dijo a sus discípulos: En los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempo de Noé. La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos.
Sucederá como en tiempos de Lot: Se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se plantaba y se construía. Pero el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre que los hizo morir a todos. Lo mismo sucederá el Día en que se manifieste el Hijo del hombre.
En ese Día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, no baje a buscarlas. Igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás. Acuérdense de la mujer de Lot.
El que trate de salvar su vida, la perderá; y el que la pierda, la conservará.
Les aseguro que en esa noche, de dos hombres que estén comiendo juntos, uno será llevado y el otro dejado; de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra dejada.
Entonces le preguntaron: ¿Dónde sucederá esto, Señor?
Jesús les respondió: Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres.

Señor, haz que, en esta oración, entre en la dinámica del evangelio: perder para ganar. Perder tiempo, esfuerzo, trabajo, energías, en servicio de los demás, de los que más me necesiten. Y esto para tener más vida, más realización personal, más alegría y más esperanza. Es lo que hizo Jesús y es lo que yo también quiero hacer.

Miremos los verbos que usa el texto bíblico hablando de los hombres de aquel tiempo: “comían, bebían”, (aspecto corporal), “plantaban, construían”, (aspecto laboral), “compraban, vendían”, (aspecto social), tomaban mujer o marido (aspecto afectivo). Pero aquí, ¿dónde queda el aspecto espiritual? Lo ignoraban. Esto es lo que Jesús les echa en cara.

Y ese pecado es el que abunda en nuestro mundo y en nuestros días. El mundo de nuestro tiempo está organizando su vida al margen de Dios. “Ser agnóstico es no tener necesidad de Dios” (Tierno Galván). Y ésta es nuestra tragedia. Según el Génesis el hombre es “un trozo de barro con un soplo divino” (Gn.2, 7). Y este hombre con ese soplo divino se convierte en “imagen y semejanza de Dios”. Pero ¿qué es el hombre sin ese soplo de Dios? Barro, arcilla, tierra, nada. El hombre, como el árbol, necesita de las raíces de la tierra y de la inmensidad de los cielos para mantenerse en pie. Por eso dice el Concilio Vaticano II que: “el hombre sin Dios se desvanece”. La imagen de Dios en el hombre es el mejor carnet de identidad, su ADN más profundo.

Señor, yo quiero aprovechar mi vida empleándola en servir a los demás con generosidad y amor. No quiero mirar atrás como la esposa de Lot. Mirar atrás es vivir de reservas o de nostalgias. Yo quiero mirar siempre adelante para no petrificarme. Y quiero mirar adelante consciente de que, para un cristiano lo que nos queda es infinitamente mejor que lo que hemos vivido. Gracias, Señor.


MÁXIMA
Dios está presente en tu vida


Dios es Amor y no se lo honra más que cuando se lo ama. No se contenta con vanas palabras. Él quiere reinar en nuestro corazón. Es de nuestro corazón que deben salir las alabanzas que le tributamos. Que el suyo, queridos hijos, esté penetrado de los sentimientos que expresan las oraciones que le dirigen. (Charla sobre el primer mandamiento) 

Me he hecho tantas preguntas
intentando entender.
Me he lanzado a buscarte
sin saberte ver.
Me he asomado al abismo.
Me he atrevido a saltar y caer.

Y un huracán
romperá el cielo desde mi garganta,
gritándote:
¿dónde estás cuando me haces falta?

Y me han dado respuestas,
pero no sé qué hacer.
He prometido seguirte
sin entender.

Y hay un eco en lo hondo
que me empuja hacia ti,
y aunque sea sin sentirte
te buscaré.

Y un huracán
romperá el cielo desde mi garganta
gritándote:
¿dónde estás cuando me haces falta?

Estoy aquí en el silencio.
Estoy aquí en este viento.
Estoy aquí, soy este trozo de pan.

Estoy aquí en tu lamento.
Estoy aquí en este eco.
Estoy aquí, soy este trozo de pan.

Y un huracán
romperá el cielo desde mi garganta
gritándote:
¿dónde estás cuando me haces falta?

Estoy aquí – (y un huracán)
(romperá el cielo desde mi garganta)
estoy aquí, Estoy aquí (gritándote)
soy este trozo de pan.

Y tu huracán
romperá el cielo desde mi garganta,
gritándome: ¡Cuánto me haces falta!