Filemón 7-20Salmo 145, 7-10
Los fariseos le preguntaron cuándo llegará el Reino de Dios.Él les respondió: El Reino de Dios no viene ostensiblemente, y no se podrá decir: ‘Está aquí’ o ‘Está allí’. Porque el Reino de Dios está entre ustedes.Jesús dijo después a sus discípulos: Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán. Les dirán: ‘Está aquí’ o ‘Está allí’, pero no corran a buscarlo. Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día. Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación.
El Reino de Dios es silencioso, crece por dentro. Lo hace crecer el Espíritu Santo con nuestra disponibilidad, en nuestra tierra, que nosotros debemos preparar. El día que haga ruido, lo hará como el relámpago, iluminando, que brilla de un lado al otro del cielo. Así será el Hijo del hombre en su día, el día que hará ruido.Y cuando uno piensa en la perseverancia de tantos cristianos, que llevan adelante la familia, hombres y mujeres que cuidan de sus hijos, cuidan de los abuelos y llegan al final de mes con pocos pesos, pero rezan, allí está el Reino de Dios, escondido, en esa santidad de la vida cotidiana, esa santidad de todos los días… También el sufrimiento, la cruz, la cruz cotidiana de la vida, la cruz del trabajo, de la familia, de llevar las cosas adelante, esta pequeña cruz cotidiana es parte del Reino de Dios…El Reino de Dios es humilde, como la semilla; humilde, pero grande por la fuerza del Espíritu Santo. A nosotros nos toca dejarlo crecer en nosotros, sin presumir. Dejar que el Espíritu venga, nos cambie el alma y nos lleve adelante en el silencio, en la paz, en la calma, en la cercanía a Dios, a los otros, en la adoración a Dios, sin espectáculos. (Papa Francisco, 13-11-2014)
MÁXIMAEl reino de Dios está entre nosotros
Dígnese el señor hacer de nosotros hombres según su corazón, entregados a su Iglesia, desprendidos de nosotros mismos, pobres de espíritu, dispuestos a emprender todo y a sufrirlo todo por anunciar su palabra, extender su Reino y alumbrar en el mundo este fuego divino que Jesucristo ha venido a traer, este fuego purificador y nutriente, este amor inmenso, inenarrable, que es la vida celeste. Han sido llamados a algo grande, tengan sin cesar bajo sus ojos esta alta vocación, para trabajar en hacerse dignos de ella” (Normas para el retiro)
Hemos celebrado ya la cena,hemos compartido la esperanza.Vamos a la vida, en la confianzaque el amor redime nuestras penas.Vamos a anunciar esta alegríaque Jesús sanó nuestras heridas.Vamos a entregar el pan a todos,vamos, trabajemos codo a codo,que ha llegado el Reino de la Vida.Cristo con nosotros cada día,juntos en trabajos y descanso.Surge de esta mesa y este cantolibre, nuestra suerte compartida.Esta acción de gracias se repartecon nosotros a todos los hombres.Nos convoca en favor de los pobres,alimenta a los que sufren hambre.