Santa Cecilia

Apocalipsis 10, 8-11
Salmo 118, 14. 24. 72. 103.111. 131

Al entrar Jesús al Templo, se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: Está escrito: Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones.
Y diariamente enseñaba en el Templo.
Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo. Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabra
s.

El Evangelio de Lucas hoy nos presenta a un Jesús distinto al que estamos acostumbrados a ver en los Evangelios.

Hoy se presenta a Jesús que grita irritado, expulsando a los vendedores del templo que lo habían convertido en una cueva de ladrones. Esto molestó mucho a las autoridades y sacerdotes de aquel tiempo, a tal punto que buscaban la forma de acabar con Él y de matarlo. Pero tenía razón. El templo era un gran mercado, donde lo que menos se hacía era rezar.

Pensemos en nuestros templos, en nuestras comunidades. ¿Por qué se enojaría hoy Jesús? ¿Qué cosas harían que agarrase un látigo para echarnos de ahí? Quizás la soberbia, quizás la falta de verdad, los intereses creados, la búsqueda de beneficios. También la certeza de merecer la salvación, como si Dios nos debiese ese favor. O la crítica hacia el pecador, considerándonos mejores por cumplir lo que la religión manda.

En todo caso pidamos a Jesús que nos libere de lo que no hace de nuestro templo, de nuestro corazón, una casa de oración, simple y pura. Es una gozada encontrar gente ‘sin doblez’, de mirada limpia y sonrisa cálida. Su semblante nos habla de una presencia amorosa morando en su interior. Ojalá seamos uno de ellos.


MÁXIMA
Que mi corazón sea tu morada


A través del bautismo, el Espíritu Santo los consagró como templos, y los adornó con sus dones para darles la dignidad de servir como morada. Eso no es decir lo suficiente: los ha elegido como esposas; los ha purificado y santificados por los sacramentos; los previene por sus inspiraciones; los anima y los dirige en la práctica de la virtud; los fecunda en todo tipo de buenas obras y es el vínculo de amor que los une al Padre y al Hijo…” (Renovación de las promesas de Bautismo)

Soy morada de tu amor.
Soy tu templo, Oh Señor.
Purifícame, purifícame.

Limpia hoy mi corazón,
ven renueva mi interior.
Purifícame, purifícame.

Espíritu de Dios, hazme digna morada,
hazme digna morada de tu amor.
Destruye fortalezas y rompe las cadenas.
Hazme digna morada, Oh Señor.

Del orgullo y vanidad,
del engaño y falsedad,
purifícame, purifícame.

De mi falta de perdón,
de la envidia y el rencor,
purifícame, purifícame.

Espíritu de Dios, hazme digna morada,
hazme digna morada de tu amor.
Destruye fortalezas y rompe las cadenas
Hazme digna morada, Oh Señor.