Isaías 25, 6-10Salmo 22, 1-6
Jesús llegó a orillas del mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó.Una gran multitud acudió a él, llevando paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y él los curó.La multitud se admiraba al ver que los mudos hablaban, los inválidos quedaban curados, los paralíticos caminaban y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel.Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino.Los discípulos le dijeron: ¿Y dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante cantidad de pan para saciar a tanta gente?Jesús les dijo: ¿Cuántos panes tienen? Ellos respondieron: Siete y unos pocos pescados.Él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo. Después, tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los dio a los discípulos. Y ellos los distribuyeron entre la multitud.Todos comieron hasta saciarse y con los pedazos que sobraron se llenaron siete canastas.
Frente a la multitud que lo sigue y -por así decir- ‘no lo deja en paz’, Jesús no actúa con irritación, no dice ‘esta gente me molesta’, sino que siente compasión, porque sabe que no lo buscan por curiosidad, sino por necesidad. Estemos atentos, Jesús siente compasión. No es simplemente sentir piedad, es más, compasión significa misericordia, es decir, identificarse con el sufrimiento del otro, al punto de cargarlo sobre sí mismo. Así es Jesús, sufre junto a nosotros, sufre con nosotros, sufre por nosotros.Y el signo de esta compasión son las numerosas curaciones que hace. Jesús nos enseña a anteponer las necesidades de los pobres a las nuestras. Nuestras exigencias, aún legítimas, no serán nunca tan urgentes como las de los pobres, que no tienen lo necesario para vivir. Nosotros hablamos a menudo de los pobres, pero cuando hablamos de los pobres ¿sentimos a ese hombre, esa mujer, ese niño que no tienen lo necesario para vivir? No tienen para comer, no tienen para vestirse, no tienen la posibilidad de medicinas, también los niños que no pueden ir al colegio. Es por esto que nuestras exigencias, aún legitimas, no serán nunca tan urgentes como la de los pobres que no tienen lo necesario para vivir. (Papa Francisco, 3 de agosto de 2014)
MÁXIMASeñor, danos un corazón compasivo
Trabajando en esto, ¿qué consuelos no tendrán? Si nuestro divino maestro nos ha prometido no dejar sin recompensa un vaso de agua fría dado en su nombre, ¡qué recompensa tan magnífica estará reservada a aquellos que como ustedes se consagran a la salvación de las almas y les distribuyen el pan de la vida! Puedo anunciárselos y garantizarles ya en la tierra que degustarán dulzuras inefables y recibirán con creces el precio de los sacrificios que hayan hecho. (Apertura del retiro – La vocación)
Un día en camino hacia el mar,en mi auto camioneta familiar,a través de mi ventanaobservé en la distancia la humanidaden calamidad:Una madre con sus hijos en el sol,un joven perdido en alcohol.Todos en la calle buscando una formade comer y de beber.¡Oh, Dios Mio!¿Cómo si lo tengo todome siento así?No comprendo mi necesidadde dar y guardar lo que tengo a ti.No soy feliz, no puedo más.Tener un auto y un gran hogar.Todo lo que tengo no vale la penasi no hay compasión,si no hay redención.¡Oh Dios!Y ahora sé que alguien no tiene hogaro trabajo que le pueda sustentar.Inspiraste mi almaa dejar mi lugary obsequiar compasión.No me interesa lo material.Tú amor es lo que quiero llevar,estas manos a servirte,nuestras voces a adorartey dar amor y aceptación.
ORACIÓN POR EL CAPÍTULOSeñor Jesús,somos discípulas y discípulos tuyosque, como Familia Menesiana del Cono Sur,queremos caminar en actitud sinodal,en un clima de constante discernimiento, para descubrir y responder a la invitaciónque nos haces de colaborar contigo, anunciando tu Evangelio.Señor Jesús,conscientes de nuestra fragilidad,ponemos confiados en tus manos,los cinco panes y dos peces que tenemospara que tú, desde tu sensibilidad,los repartas, transformandocorazones, mentes, manos y pies, saciando el hambre de fraternidad.Señor Jesús,enséñanos tu modo de ser misión,a mirar como comunidades educativascompasivamente la realidad,a tejer lazos de corresponsabilidadque nos hagan más hermanas y hermanosde tus predilectos, los pobres.Amén