2º Samuel 7, 1-5. 8-12. 14- 16Salmo 88, 2-5. 27- 29
Zacarías quedó lleno del Espíritu Santo y dijo proféticamente: Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su Pueblo, y nos ha dado un poderoso Salvador en la casa de David, su servidor, como lo había anunciado mucho tiempo antes, por boca de sus santos profetas, para salvarnos de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odian.Tuvo misericordia de nuestros padres y se acordó de su santa Alianza, del juramento que hizo a nuestro padre Abraham de concedernos que, libres de temor, arrancados de las manos de nuestros enemigos, lo sirvamos en santidad y justicia, bajo su mirada, durante toda nuestra vida.Y tú, niño, serás llamado Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos, para hacer conocer a su Pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados; gracias a la misericordiosa ternura de nuestro Dios, que nos traerá del cielo la visita del Sol naciente, para iluminar a los que están en las tinieblas y en las sombras de la muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
El Cántico de Zacarías es uno de los muchos cánticos de las comunidades de los primeros cristianos y deja entrever una liturgia que era, al mismo tiempo, celebración del misterio, profesión de fe, animación de la esperanza y catequesis.También muestra de alguna manera el esfuerzo de la comunidad cristiana de dar un nuevo sentido a la fiesta pagana del Dios invicto, que se celebraba todos los 25 de diciembre. El motivo de esa fiesta pagana era que los días que se habían ido acortando progresivamente, a partir de ese momento, del solsticio de invierno, comenzaban a alargarse. El sol volvía a resucitar y a traer vida a la tierra. Esa imagen en el cristianismo es atribuida a Jesucristo. Él es el “sol que nace de lo alto”, que nos libra de las tinieblas, nos da nueva vida y nos lleva por caminos de paz.Es un canto de fe y esperanza. Todo lo esperado durante siglos se está haciendo realidad. Zacarías es un hombre de fe y sabe que Dios cumple sus promesas. Su canto es profético, nos habla del enviado de Dios, el Emmanuel, que viene del cielo y nos trae el perdón de los pecados. Nos proclama el amor entrañable de Dios que no olvida a su pueblo.Podemos como Zacarías cantar las promesas de Dios que se cumplen en nuestras vidas o entonar lamentaciones por todo lo que falta para el cumplimiento pleno de esas promesas. Es evidente que después de 2000 años de la venida de Jesús la humanidad parece caminar por sendas distintas al marcado por Él. Y se nos puede hacer pesada la espera, flaquear en la fe y olvidarnos de mantener la lámpara encendida. Pero Dios se ha manifestado y se manifiesta de mil manera en nuestras vidas. Abramos los ojos para ver las maravillas del Señor, para creer que Él está, quizás no como lo esperamos nosotros con nuestros preconceptos, ilusiones y miedos. Repasemos el año que va culminando y veremos los signos de su presencia viva y operante.
Ciertamente podemos representar al soberano maestro del mundo bajo los rasgos más augusto y admirables a la vez. Pero eso no es todo y los misterios que la religión nos revela, nos hacen penetrar mucho más adentro en la naturaleza de Dios. Nos abren, en cierto sentido, su corazón, nos hacen ver todas las riquezas de su bondad, ponen su misericordia ante nuestros ojos, y cuanto más nos adentramos en esta profundidad, más descubrimos sus maravillas. Me dan pena aquellos que no sienten qué hermoso es ver al Padre adoptarnos como hijos y extender sobre nosotros este amor infinito que tiene por su Verbo. Qué dulce es escuchar la voz del mismo Dios que nos llama y que nos dice: Son mis hijos, tendrán la misma herencia que Jesucristo, su hermano, se sentarán sobre un trono, compartirán su gloria, serán felices en él, por él y con él durante toda la eternidad.
Bendito sea el Señorque oyó mi voz.En Él confía mi corazón.Bendito sea el Señor.Bendito sea el Señor.Él me bendijo con gozo.Con mi canto le alabare.Bendito sea el Señor.Bendito sea el Señorque oyó mi voz.En Él confía mi corazón.Bendito sea el Señor.