Los Santos Inocentes


1ª Juan 1,5-2,2
Salmo 123, 2-5. 7-8

Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:
Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.
José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre y se fue a Egipto.
Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: «Desde Egipto llamé a mi hijo».
Al verse engañado por los magos, Herodes se enfureció y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, de acuerdo con la fecha que los magos le habían indicado.
Así se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Jeremías: «En Ramá se oyó una voz, hubo lágrimas y gemidos: es Raquel, que llora a sus hijos y no quiere que la consuelen, porque ya no existen»
.

Todo el relato de los Magos, que vinieron de tierras lejanas, como la crueldad de Herodes (y sus colaboradores los sacerdotes del Templo) no tiene valor histórico. Solo un punto ha de tomarse en serio: La tradición que indica la estancia de Jesús en Egipto y trabajó allí de adulto, cosa que podría tener un núcleo de verdad, basada en el judaísmo tardío (los rabinos: Josué-ben- Peragchja (bSanh 107b) y Ben. Stada (bSahab 104b); cf P. Billerbeck I,84s). Según Orígenes (Celso,128-30), Jesús huyó de niño a Egipto y trabajó allí como jornalero (U. Luz).

En todo caso, la Iglesia nos ha conservado una antiquísima tradición según la cual Jesús fue, desde la infancia, un emigrante “sospechoso”. Se sabe que la “ánachóresis” (fuga a los desiertos de Egipto) era, desde los lejanos tiempos de los faraones, la huida de los campesinos y otras gentes marginales a los desiertos, para escapar de la presión fiscal, del servicio militar o de otras obligaciones. Era pues un “estado de ilegalidad” (H. Henne; M. Naldini; A. Piganiol).

Jesús, pues, fue desde su infancia un inmigrante, un perseguido, un indocumentado, que vivió la dureza de la vida de los “excluidos”. Lo más espantoso es que, en el siglo XXI, estamos asistiendo a un “año devastador” para millones de niños, el sufrimiento del pueblo palestino, y millones de víctimas inocentes de las guerras y violencia entre pueblos… ¡es atroz! ¿Y sigue siendo nuestra preocupación mayor recuperar el bienestar y el lujo que ya no tenemos? ¿Creemos realmente en Jesús?

¿Cómo puede la muerte del hombre agradar a Dios, que le ha dicho, ‘no matarás’? Cuando la sangre del hombre corre sobre la tierra, como ofrenda a Dios, los demonios acuden a beberla y entran en aquél que la ha derramado. Comienza a perseguir sólo quien pierde la esperanza de convencer y quien desespera de convencer o blasfema en su interior por el poder de la verdad, o carece él mismo de confianza en la verdad de las doctrinas que anuncia. (Palabra de un creyente XXVIII)

Miles de sombras
cada noche trae la marea.
Navegan cargaos de ilusiones,
que en la orilla se quedan.

Historias del día al día.
Historias de buena gente.
Se juegan la vida cansaos,
con hambre y un frío que pela.

Ahogan sus penas con una candela.
Ponte tú en su lugar.
El miedo que en sus ojos refleja.
La mar se echó a llorar.

Muchos no llegan,
se hunden sus sueños.
Papeles mojados,
papeles sin dueño.

Frágiles recuerdos a la deriva
desgarran el alma.
Calados los huesos,
el agua lo arrastra sin esperanza.

La impotencia en su garganta
con sabor a sal.
Una bocanada de aire
les da otra oportunidad.

Tanta injusticia me desespera.
Ponte tú en su lugar.
El miedo que sus ojos refleja.
La mar se echó a llorar.

Muchos no llegan,
se hunden sus sueños.
Papeles mojados,
papeles sin dueño.