El nacimiento del Salvador es anunciado a los pobres pastores, hombres sencillos y honrados que creen sin dificultad porque no tienen ningún interés en no creer. Apenas el ángel les dice que Cristo, el Señor ha nacido en un establo, abandonan sus rebaños y en medio de la noche se ponen en camino. Miren cómo corren, cómo se dan prisa por llegar, van a postrarse a los pies del niño Jesús. Con qué fe viva lo adoran y reconocen en este niño al Padre eterno, el príncipe de la paz, su liberador, su Dios. (Sermón Navidad)
Yo me ofrezco a Él con ustedes,le ofrezco estos niños y jóvenesque me ha confiado con tanto amory a los que tengo un vivo deseode enseñarles a conocerlo y a servirlo.Buen Jesús, le digo, Buen Pastor,que velas con tanta solicitudsobre el rebaño que has escogido,mira con piedad a estas tiernas ovejasque has puesto bajo mi cuidadoy que vienen conmigo a implorar tu ayuda.Vuelve hacia ellos esos ojos tan dulces,conduce a estas ovejas sedientasa apagar su sed en tu amor.
Como Pastores – Siervas
Los pastores vigilabanque el rebaño estuviera bienen la noche estrelladamás hermosa de Belén.Inquietos ellos estaban,no sabían bien porqué,y esa noche encontraronla felicidad y el bien.Una luz baja del cielo,ángeles cantan a una voz:Gloria a Dios en las alturasy en la tierra paz.Nació el salvador.Gloria a Dios en las alturas.La felicidad que buscas ya llegó,está en un portal.Los pastores fueron juntos,fueron juntos a adorara ese niño pequeñito;lo querían abrazar.Corrieron con sus ovejas.Primeros fueron en llegary encontraron a Dios niñoen el pesebre, envuelto está.Hoy se cumple su promesa,nuestro Dios nos vino a salvar.Gloria a Dios en las alturasy en la tierra paz.Nació el salvador.Gloria a Dios en las alturas;la felicidad que buscas ya llegó.Dios ama a los sencillos;como ellos quiero ser,dejarme amar por este niño,de su amor quiero cantar.Gloria a Dios en las alturasy en la tierra paz.nació el salvador…
Antífona 1¿No tienen nada que ofrecerle? Entréguenle el corazón.
Salmo 24Oración por todas clases de necesidades
A ti, Señor, levanto mi alma; Dios mío, en ti confío no quede yo defraudado, que no triunfen de mí mis enemigos, pues los que esperan en ti no quedan defraudados, mientras que el fracaso malogra a los traidores. Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador, y todo el día te estoy esperando. Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; no te acuerdes de los pecados ni de las maldades de mi juventud; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los pecadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. Las sendas del Señor son misericordia y lealtad para los que guardan su alianza y sus mandatos. Por el honor de tu nombre, Señor, perdona mis culpas, que son muchas. ¿Hay alguien que tema al Señor? Él le enseñará el camino escogido: su alma vivirá feliz, su descendencia poseerá la tierra. El Señor se confía con sus fieles, y les da a conocer su alianza. Tengo los ojos puestos en el Señor, porque Él saca mis pies de la red. Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido. Ensancha mi corazón oprimido y sácame de mis tribulaciones. Mira mis trabajos y mis penas y perdona todos mis pecados; mira cuántos son mis enemigos, que me detestan con odio cruel. Guarda mi vida y líbrame, no quede yo defraudado de haber acudido a ti. La inocencia y la rectitud me protegerán, porque espero en ti. Salva, oh Dios, a Israel de todos sus peligros.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona 2Los pastores se fijan en el Salvador con mirada atenta, le adoran, le bendicen, le piden, le bendicen de nuevo.
Salmo 39El justo espera en el Señor
Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito: Me levantó de la fosa fatal, de la charca fangosa; afianzó mis pies sobre roca, y aseguró mis pasos; me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos y confiaron en el Señor. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor, y no acude a los idólatras, que se extravían con engaños. Cuántas maravillas has hecho, Señor, Dios mío, cuántos planes en favor nuestro; nadie se te puede comparar. Intento proclamarlas, decirlas, pero superan todo número. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: «Aquí estoy -como está escrito en mi libro- para hacer tu voluntad». Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes. No me he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu salvación, no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea. Señor, dígnate librarme; Señor, date prisa en socorrerme. Alégrense y gocen contigo todos los que te buscan; digan siempre: «Grande es el Señor» los que desean tu salvación. Yo soy pobre y desgraciado, pero el Señor se cuida de mí; tú eres mi auxilio y mi liberación: Dios mío, no tardes.
Pues bien, si en lugar de revelar este misterio a los pastores, se hubiesen trasladado los ángeles a Jerusalén y se lo hubiesen anunciado a los grandes, a los ricos, a los doctores de Israel. ¿Creen que hubiesen sido tan dóciles? Me parece oírles: cómo interrumpir nuestro reposo, cómo no esperar a que llegue el día para ir a Belén, ¡qué imprudencia! No es razonable. Mañana podemos enviar a alguien para saber lo que ha pasado. Todo eso puede que no sea más que una ilusión, un sueño. Ante la duda no nos apresuremos. ¿Ir a dónde? A un establo. ¿Para qué? Para adorar a un niño. ¿Dónde están las pruebas? ¿Dónde están las razones? ¿Es eso lo que han dicho los profetas?Duerman su sueño, grandes del mundo, sabios presuntuosos, Jesús, mi Salvador no viene para ser objeto de una vana curiosidad y para alimentar el orgullo con interminables discusiones, el amor propio cegado y desenfrenado, el corazón roído por la avaricia y atormentado por la ambición. No pueden comprender y menos aún gustar la benignidad del Salvador, la pobreza, la dulzura y la humildad de Jesucristo. (Sermón Navidad)
AntífonaEs necesario imitar a los pastores que reciben la palabra del Señor con una sumisión sin límites, que no saben hacer nada mejor que creer cuando Dios habla y obedecer cuando manda.
Bendito sea el Señor, el Dios de Israel,porque ha visitado a su pueblocon su salvación.Dios ha suscitado una fuerza de salvaciónen la casa de su siervo David,según lo había dicho en tiempos antiguospor medio de los profetas,profetas que hablaban por él.De los enemigos nuestro Dios nos rescataráy de aquellos que nos odian también.Recordará su alianza y sus juramentosserá fiel a sus promesas,promesas que le hizo a Abraham.Dios va a concedernos que, libres y sin temor,y arrancados de los que hacen mal,unidos en su Reino le estemos sirviendo,con santidad y justicia,por siglos y siglos sin fin.A ti niño te llamarán profeta del Señor,porque prepararás sus caminos,pregonando la paz y el perdón.En su misericordia nuestro Dios nos visitarácomo sol que nos ilumina,guiándonos por senderos de paz.Gloria al Padre Eterno, gloria al Dios Hijo Jesús,gloria al Espíritu Santo, por los siglos y siglos sin fin.
A cada intención respondemos:Buen Pastor, que sepamos imitarte
-. Que como tú conozcamos a las ovejas que nos confías y las llamemos por su nombre.
-. Que cuidemos de los niños y jóvenes que nos confías.
-. Que las prácticas del buen trato sean un hábito en nuestro obrar.
-. Que con nuestro testimonio acerquemos los niños y jóvenes a ti.
-. Que seamos obedientes al Padre que nos llama a entregar la vida como maestros y pastores.
-. Que no abandonemos nunca a aquellas ovejas que se alejan del rebaño.
Padre Dios, hemos venido a escuchar a Jesucristo, sus palabras han descendido sobre nuestro corazón como un dulce rocío, le renovarán, le vivificarán, y llenos de fuerza y alegría, volvemos como los pastores dándote gloria y penetrados de un sincero deseo de tomar en todo como modelo a Jesucristo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.