Hebreos 4, 1-5. 11Salmo 77, 3-4. 6-8
Jesús volvió a Cafarnaúm y se difundió la noticia de que estaba en la casa. Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siguiera delante de la puerta, y él les anunciaba la Palabra.Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres. Y como no podían acercarlo a él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el paralítico.Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior: ¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando!¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: ¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: «Tus pecados te son perdonados», o «Levántate, toma tu camilla y camina»? Para que ustedes sepan que el Hijo de hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados –dijo al paralítico– yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.Él se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos.La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: Nunca hemos visto nada igual.
Señor, en este rato de oración quiero comprender que nada de lo que tengo es mío. Todo es regalo tuyo: la vida, la salud, el amor, la gracia. El hombre, todo hombre, no tiene donde reclinar la cabeza, es pura fragilidad. Pero Tú amas mi fragilidad. Enséñame a ser agradecido.Qué atrayente es la persona de Jesús. Impresionan las palabras del Evangelio: ¡Se juntaron tantos que ni aún junto a la puerta cabían! Por supuesto que fascinaba su figura, pero, ante todo, “sus palabras”. Como diría Santa Teresa, son “palabras heridoras”. Son como flechas de amor.Los milagros de Jesús son importantes no sólo por lo que son en sí, sino también por lo que “significan”. Detrás de cada milagro hay un “corazón compasivo” lleno de ternura. Lo más importante del milagro del paralítico no es la curación externa sino la interior. El milagro de la curación, que es algo visible, sirve para caer en la cuenta del milagro invisible que se ha realizado en el corazón. Jesús no sólo cura la parálisis del cuerpo sino la interior, la parálisis del pecado, raíz de todos los males. Por eso dirá San Agustín: “Son más importantes los milagros que no se ven”. Y sigue: “Para la Iglesia fue mucho más importante la conversión de Pablo que la resurrección de Lázaro”. A veces nos quejamos de que ahora no hay milagros. En el mundo de la ciencia, de la tecnología, tal vez no se vean cosas maravillosas, pero en el mundo de la gracia en el que nos movemos los cristianos, lo que sucede en el corazón de cada uno de nosotros, sólo Dios y nosotros lo sabemos.Sólo Tú puedes devolver a nuestras vidas el estado de gracia. Sólo Tú curas nuestras heridas con el bálsamo de tu amor. ¡Qué afortunados somos, pues no tenemos que quitar tejas de los tejados para encontrarnos contigo y obtener tu perdón! Basta con que nosotros iniciemos el primer paso para encontrarnos con ese Padre maravilloso que ha madrugado antes que nosotros y nos ha tomado la delantera.
Mirándolo bien, cada falta que uno comete es una razón de más para confiar en Dios. ¿Piensan que porque son débiles Dios los va abandonar? ¿Piensan que, porque son pobres, les rehusará la gracia, que sabe que tanto necesitan? No, no, se dará él mismo, con todas sus riquezas, y se alegrará porque podrá extender sobre ustedes todas sus misericordias. Esperen de él perdón, indulgencia, amor, aunque no esperan de ustedes mismos más que miseria y pecado.» (Memorial 7-8)
Caminamos sin camino,nos sentimos tan perdidos,tantos miedos, tantos gritos,paralizan los sentidos.Señor, socórrenos, socórrenos…Pues tu Amor no pide nada,(Señor, socórrenos)y es para todos y sin falta,(Señor, socórrenos)sin reservas, sin instancias,amor lleno, no migajas.Señor, socórrenos, socórrenos…Socórrenos, Señor, socórrenos.Que seamos capaces de sentir tu amor.Socórrenos, Señor, socórrenos.Que no levantemos muros a nuestro alrededor,en la misma realidad de cada día(Socórrenos),cerca o lejos, cambie o no su perspectiva.(Socórrenos),Socórrenos, señor, socórrenos.Haznos ver que tu presencia trae la vida.Cuando vivimos fijados,Señor, socórrenos,En cuanto nos queda a mano,Señor, socórrenos.Cuando no nos implicamos,y miramos a otro lado,Señor, socórrenos, socórrenos…Cuando no somos familiay evitamos «dar la vida»;cuando se nos nubla el día(Señor, socórrenos)lo que sale en las noticias,Señor, socórrenos, socórrenos…