Isaías 62, 1-5 Salmo 95, 1-3.7-10a.c 1ª Corintios 12, 4-11
Se celebraron unas bodas en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí. Jesús también fue invitado con sus discípulos.Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.Jesús le respondió: Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía.Pero su madre dijo a los sirvientes: Hagan todo lo que él les diga.Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros cada una.Jesús dijo a los sirvientes: Llenen de agua estas tinajas.Y las llenaron hasta el borde.Saquen ahora, agregó Jesús y lleven al encargado del banquete.Así lo hicieron.El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y les dijo: Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento.Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.
El texto pone de relieve la superación de las instituciones judaicas, los ritualismos, lo antiguo, lo viejo… La irrupción de la novedad es portada por la persona de Jesús. Él hace nuevas todas las cosas (cfr. 2 Cor 5,17). El texto nos ayuda a mirar a nuestras instituciones, a revisar el ‘siempre se hizo así’, a salir de posturas anquilosadas, fosilizadas… que nos obturan la novedad. Los arraigos son necesarios, pero cuando ahogan lo nuevo tienen que ser revisados. El riesgo de estancamiento/infidelidad está ahí y la muerte del carisma también.El texto de las bodas de Caná tiene una fuerte reminiscencia veterotestamentearia de la Alianza (Ex 19) y la esponsalidad (Os 3) de Dios con su pueblo. Alianza que no sólo es colectiva sino también personal. El esquema es el mismo: Al tercer día… Haremos todo lo que ha dicho Yahveh… Yahveh manifestó su gloria. Todo el texto está escrito en parejas: Jesús y los discípulos; la Madre y Jesús; la Madre y los sirvientes; Jesús y los sirvientes; los sirvientes y el maestresala; el maestresala y el novio. Ahora bien, ¿dónde está la novia? El silencio sobre la novia nos interpela. ¿Dónde está el pueblo con el que hacer la alianza? ¿Dónde estoy yo? ¿Dónde está nuestra comunidad? ¿Dónde están los menesianos del Cono Sur con los cuales Dios quiere hacer alianza? Dios siempre tiene la iniciativa, él nos primerea, dice el papa Francisco, se da todo, sin medida.El amor de Dios se renueva cada mañana (Lam 3,23) y nos invita a responder. Es una invitación a repensar nuestra consagración personal y comunitaria al Señor de la vida, que se brinda como vino nuevo y que requiere también odres nuevos. Para ello quizá necesitemos ser purificados como la prostituta que toma Oseas por esposa (Os. 3, 1ss) y el mismo templo de Jerusalén (Jn 2,13ss).Este momento de la historia que estamos viviendo es una oportunidad maravillosa para preguntarnos dónde y cómo estar presentes en la misión y vivir así la experiencia carismática en clave inaugural. Algo nuevo está naciendo, ¿no lo notan? (Is 43, 19). ¿Qué realidades del Cono Sur interpela, a mi entender, este texto? ¿Qué me invita a revisar, pues no está dando respuestas?La novedad viene aportada por Jesús, pero no sin la colaboración de los servidores de la fiesta, la misión de éstos es sencilla (llenar de agua las tinajas de piedra allí presentes), aunque más de uno se habrá preguntado por el sentido de esa tarea en medio de la fiesta, pero aunque no entiendan, obedecen. El pedido no vino del maestresala, su jefe, sino de uno de los invitados, Jesús, provocado/madrugado por su Madre.Muchas veces en la vida nos encontramos con pedidos, propuestas, caminos a recorrer que no entendemos, pero cuando vienen de Jesús, urgido por la realidad/necesidad podemos dejarnos llevar, aunque no entre en nuestros limitados esquemas, con la certeza de que juntos colaboraremos para que la fiesta del Reino no fracase. Nuestro humilde, y cuánto mejor si es generoso, aporte es necesario para que el milagro acontezca. No hay milagro, en el Evangelio, prescindiendo de lo humano. Dios cuenta con nosotros. Nosotros, ¿contamos con Él?María como servidora previsora anticipa a su Hijo, va por el vino necesario para que la fiesta continúe. Ella es la mediadora del signo, adelanta la hora de su Hijo, confía que Él se implicará para que la fiesta no naufrague. María está en el lugar indicado, donde las cosas acontecen, en “la cocina de la fiesta”, en el lugar de los servidores y con los servidores. Los menesianos, ¿dónde nos estamos ubicando, con los servidores o sentados a la mesa? El ángulo desde el cual se mira la realidad, nunca es inocente.Sin vino no hay fiesta y sin fiesta no ha boda. El vino es el signo de la posibilidad de la boda. No es un detalle. El vino nuevo será abundante, como la vida que Jesús vino a traer. La abundancia es uno de los signos del Reino: grandes banquetes, multiplicación de los panes, vino nuevo, agua que brota hasta la vida eterna, etc.El icono de las Bodas de Caná es un canto a la vida, a la vida en abundancia, a la novedad encerrada en las impermeables tinajas de piedra, un canto a la humanidad que sin renunciar a su tarea de llenar las seis tinajas (lo imperfecto), sabe que es Jesús el hacedor del milagro y el garante, por lo tanto, de la fiesta, aunque ni el maestresala ni los novios lo sepan. La corriente de vida avanza por otros carriles, y muchas veces insospechados para nosotros, porque para un Dios providente no hay mejor fiesta que la que cuida de la gente.
Jesús con sus discípulos: el grupo de va conformando y la experiencia vivida consolida al grupo. Son invitados a la fiesta, celebran la vida y al contemplar el signo realizado por el maestro creen en Él.Jesús y su Madre: María tiene la habilidad de madre para presentarlo en sociedad a su Hijo. La necesidad de vino fue la oportunidad. Lo intenta directamente con Él, pero no le da resultado, lo hace a través de los sirvientes: hagan lo que Él les diga. Esto lo compromete y actúa. No hace nada maravilloso. El signo es simple, pero abre a una nueva realidad, la realidad mesiánica.María y los esposos: Ella está allí, Jesús llega al lugar. Ella está como servidora, no como invitada a la fiesta. Está atenta a resolver las carencias de la vida diaria a la familia naciente. Si en sus manos no está la solución compromete a otros, abre juego y hacer participar, sin convertirse en centro.
Si en la antigua alianza la oración fue tan poderosa, cuánto más no lo será en la Nueva, desde el momento en que Jesucristo la consagró de una manera especialísima, desde que nuestras oraciones están unidas tan íntimamente con las suyas y que no formamos más que una sola voz con El» (S IV p. 1470)¡Oh María! Dirige con maternal bondad a través de los peligros que los amenazan a todos los miembros de esta Congregación de la que sos Patrona. ¡Que a la hora de la muerte, tu amor los siga protegiendo!
Parece que se acabó,que ya no hay más,que se agotóla coherencia, la radicalidad,lo esencial, las utopías.¿De dónde recuperar la esperanza y la pasión?Sólo hay tinajas viejas de la tradición.La novedad grita, ya viene…Estamos de fiesta, ya es la hora.María que apresura, ya es la hora.¡La fiesta no puede acabar!¡la Ruah no se puede apagar!Nos miras y te miramosporque eres el Señor.Tú nos llamastea ser amigos en misión.El Evangelio es día a día.Florece imperceptibleIglesia nueva humilde y fiel,que se arremangay se juega hasta la piel,testimonial, pobre y pequeña.No es tarde,este es el tiempo de la alianza,es el Kairós.El vino bueno de Jesús se derramóy nos causó tanta alegría.Dispuestos, aquí nos tienespara amar y contagiaral pueblo pobrey a quien se quiera sumara restaurar grietas y vidas.