Hebreos 6, 10-20 Salmo 110, 1-2.4-5.9.10c
Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar.Entonces los fariseos le dijeron:¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?Él les respondió:Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes.Y agregó:El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado.De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado.
Jesús no podía estar de acuerdo con la manera de entender la religión de los fariseos y dijo una frase muy escandalosa para los fariseos, pero llena de sabiduría: “El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado”. Las leyes son para servir al hombre y no para esclavizarlo. Sólo con el cumplimiento de esta ley de Jesús desaparecerá todo fanatismo, toda intransigencia, todo fundamentalismo. El hombre dejará de ser “lobo para el hombre” para convertirse en hermano.El Papa Francisco nos dice:“La Iglesia está llamada a vivir su misión en la caridad, que no señala con el dedo para juzgar a los demás, sino que –fiel a su naturaleza como madre – se siente en el deber de buscar y curar a las personas heridas con el aceite de la acogida y de la misericordia; de ser «hospital de campo”, con las puertas abiertas para acoger a quien llama pidiendo ayuda y apoyo; aún más, de salir del propio recinto hacia los demás con amor verdadero, para caminar con la humanidad herida, para incluirla y conducirla a la fuente de salvación.Recuerdo a san Juan Pablo II cuando decía:“El error y el mal deben ser condenados y combatidos constantemente; pero el hombre que cae o se equivoca debe ser comprendido y amado… Nosotros debemos amar nuestro tiempo y ayudar al hombre de nuestro tiempo”.Y la Iglesia debe buscarlo, acogerlo y acompañarlo, porque una Iglesia con las puertas cerradas se traiciona a sí misma y a su misión, y en vez de ser puente se convierte en barrera. El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos. (Papa Francisco, 4 de octubre de 2015).
Para justificar sus escuelas nos hace observar que está escrito en sus reglamentos que la oración se recitará en ellas por la mañana y la tarde, que se enseñará el catecismo, que el Evangelio se aprenderá de memoria y que los niños irán todos los domingos a misa. Que eso esté escrito no lo niego, pero que no haga falta más que eso para que una escuela sea verdaderamente cristiana, lo niego. ¿Hay algún establecimiento educativo en Francia donde estos actos exteriores de culto, como suele llamárseles, no se practiquen, en virtud de hermosas ordenanzas? Y sin embargo ¿cuántos establecimientos educativos no han sido durante mucho tiempo, y quizá continúan siéndolo, seminarios de ateos? (Sobre la enseñanza mutua)
Jesucristo es mi Señor,dueño de mi corazón.Él está conmigo, nada temeré.Jesucristo es mi Señor.Es la calma en medio de la tempestad,el alivio a mi pobre alma en el dolor.Jesucristo es mi refugio, mi razón de ser.Él es mi protector.Nada me hará cambiar, menos retroceder.Mi vida está en las manos de Jesús de Nazaret.