Conversión de San Pablo

Jesús dijo a sus discípulos: Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.
Y estos prodigios acompañarán a los que crean: Arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán.

El evangelio de Marcos recoge, en un apéndice tardío (Mc 16,9-20), un resumen de los relatos de apariciones que narran los otros evangelios. El motivo es simple: algún reactor posterior pensó que el final de Marcos (Mc 16.8) era muy brusco. En el resumen que hace ese nuevo redactor, recoge este relato de envío o de misión “a toda la creación”, en el que se enumera los signos que parecían ser frecuentes entre los “misioneros” de la época.

La formulación del envío es marcadamente excluyente y proselitista: “El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado”. Ese tono suele ser característico de todo grupo religiosos- particularmente en sus comienzos- que se creen portavoz de la verdad. Tal creencia tiene consecuencias concretas: por un lado, extender la verdad “a toda la creación” se considera como un acto de amor; pero, por otro lado, es inevitable una actitud de arrogancia por parte del propio grupo. Indudablemente, el hecho de tomar la propia fe como la verdad absoluta hace que la persona o el grupo adopten una postura de superioridad moral respecto a quienes no la comparten. El paternalismo que se advierte en sus planteamientos, propuestas y actitudes es solo un signo más de aquella presunta superioridad. En efecto, si alguien está convencido de ser portador de la verdad, ¿cómo no mirará “desde arriba” a quienes, según él, se halla en el error?

La trampa es sutil y, por ello mismo, más peligrosa, al dar por supuesto- de modo incuestionable y acrítico- justamente lo que debería ser objeto de discusión: que no hay ninguna creencia que pueda apresar la verdad. Esto es una buena noticia para todos, al destruir el equívoco que supone que alguien pueda “tener” la verdad, olvidando que, en realidad, la “somos” todos. Sin embargo, cuando alguien ha crecido con la convicción de estar en la verdad, notará fuertes resistencias a reconocer algo tan elemental como que también su planteamiento es solo un “mapa”, un punto de vista más, que tendrá que validarse por sí mismo y no por alguna pretendida autoridad exterior.


Varios de sus Hermanos se han entregado para ir a llevar hasta los confines del mundo el santo Evangelio de Jesucristo; han dejado todo, han sacrificado todo por esto. Y desde el fondo de esos lejanos países donde se encuentran, les dicen: “Ustedes que son nuestros hermanos, imítennos; sino es dejando a sus padres y su patria para ir a evangelizar a los negros, por lo menos evangelicen a esa multitud de niños que les son confiados y que, si ustedes los abandonan, si los privan de sus cuidados, quedarán expuestos a todo género de seducciones. Como nosotros, merecerán la hermosa y rica corona de los apóstoles. Si experimentan disgustos, privaciones, si sufren alguna cosa, recuerden lo que sufrimos en estos ardientes países; comparen sus penas, sus fatigas con las nuestras, y les parecerán más livianas; recordemos los unos y los otros que los méritos son proporcionales a nuestras pruebas, y que nuestras pruebas serán muy cortas”. ¡Mañana, hermanos míos, mañana la eternidad! (Retiro a los Hermanos)

Está ardiendo en mi interior
esta llama de tu Misión,
que quisiste encender en mí, ¡Oh Dios!
 
Soy tus manos y soy tus pies
y tu voz también quiero ser,
donde quieras, Señor, llegar, llévame.
 
Y del cielo bajará
un abrazo de luz y paz,
cuando quiera refugiarme en tu amor.
Y los frutos que vendrán
durarán por la eternidad,
mientras vivo una vida en Misión.
 
Si la obra empezaste Tú
ya no duda mi corazón
pues será terminada en mí, Jesús.
Y tu ejército listo está,
tu armadura nos cubre ya
y sirviendo tu escudo nos cuidará.