Hebreos 11, 32-40Salmo 30, 20-24
Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro. Él habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos y nadie podía dominarlo. Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose con piedras.Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él, gritando con fuerza: ¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes! Porque Jesús le había dicho: ¡Sal de este hombre, espíritu impuro! Después le preguntó: ¿Cuál es tu nombre?El respondió: Mi nombre es Legión, porque somos muchos. Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región.Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña. Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos.Él se lo permitió.Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara –unos dos mil animales– se precipitó al mar y se ahogó.Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había sucedido. Cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor. Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos. Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio. En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con él.Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti.El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él y todos quedaban admirados.
Los hombres hablamos de libertad y liberación, pero cuando el precio es alto y toca el bolsillo, preferimos seguir como estamos. Eso les pasó a los gerasenos: El endemoniado era un problema y por aquellos lugares era peligroso pasar. Parece que los cerdos y sus cuidadores eran los únicos que se animaban a andar por allí. Pero cuando el hombre se curó, no lo festejaron, porque lo pagaron caro. El hombre había estado dominado por demonios impuros y ellos lo estaban por el dios dinero.La vida nueva que Jesús trae tiene sus consecuencias, nos obliga a cambiar de rumbo, a cambiar la mirada sobre el mundo. Y también nos obliga a dejar varios dioses de lado: egocentrismo, bienestar egoísta, dinero. Hay que abandonar a los dioses por Dios. Y aunque somos cristianos, esos dioses imperan y se resisten a abandonarnos aún más que los demonios impuros del hombre.Ese hombre impresentable terminó “sentado, vestido y en su sano juicio” junto a Jesús, pidiendo ser parte del grupo de discípulos. Luego fue a anunciar las maravillas que Dios había hecho en él. Los correctos gerasenos, en cambio, pidieron que Jesús se fuera. Tenían miedo de seguir perdiendo sus riquezas. Sus dioses no podían aceptar al Dios de la vida.¡Cuántos dominados por esos dioses hay hoy que son socialmente super correctos, pero que no aceptan la vida si ella se interpone a sus negocios y a su comodidad!:– Si el embarazo de la nena afecta su carrera y su futuro, acuden al aborto sin problemas.– Si los viejos molestan, sueñan con la eutanasia.– Si la droga es un buen negocio, no les importa que muchos se quemen la vida por usarla.– Si para salvar una situación difícil hay que engañar, la conciencia no les remuerde, aunque dejen en la calle a varios.Revisemos nuestra vida y veamos hasta qué punto estos dioses están dirigiendo nuestros pasos. Cuántas veces deseamos que Jesús se aleje, para que no interfiera en nuestros ‘negocios’.
Así, cuando el hombre ha llegado a destruir en él la imagen de Dios, se esfuerza en crear un Dios a su imagen, es decir, lo suficiente inconsciente, lo suficiente indiferente, para que convenga a sus pasiones.Despoja al Ser, infinitamente santo, infinitamente sabio, infinitamente justo, de todas sus perfecciones y le da a cambio, como atributos, las debilidades y los vicios de nuestra naturaleza degradada. (Sermón sobre la confesión)
Toma nuestro ser por tu cuenta, Señor,que si no es así, a quién iremos;toma nuestra vida por tu cuenta, Señor,que si no, dinos qué es lo que haremos.Nuestra arcilla entera en tus manos, Señor,que si no, inútilmente sufrimosnuestros sueños todos por tu cuenta, Señor,que si no, el horizonte perdemos.Nuestra sed de justicia en tus manos, Señor,que la muerte no espera y avanza;nuestro afán de esperanza en tus manos, Señor,que si no el sinsentido nos cansa.Nuestro modo de orar por tu cuenta, Señor,que nos haga ligera la carga,el trabajo y la lucha por tu cuenta, Señor,que si no se interrumpe esta danza.En tus manos nuestro deseo de amarque nos haga más libres de fondo,que madure en ternura, que madure en verdad,y que sólo busque la vida.