Sábado 7º del tiempo durante el año


Eclesiástico 17, 1-15
Salmo 102, 13-18

Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron.
Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él. Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las mano
s.

Aquí tenemos un contraste fuerte y serio, que, si se profundiza un poco en él, nos enfrenta a la urgencia de asumir un cambio de fondo en nuestras vidas. De una parte, los discípulos “regañan” a los que traen los niños a Jesús. De otra parte, y frente a eso, Jesús “se enfada” ante la postura que adoptan los discípulos. La consecuencia es clara: nuestra relación, de rechazo o aceptación, con los niños representa y expresa algo mucho más serio de lo que imaginamos. Aquí y en esto se define cada persona en su verdadera postura ante el Reino de Dios. Y Ante Dios mismo.

¿Por qué esta reacción ante los “niños” representa tanto? Es llamativa la notable presencia que el tema de los “niños” alcanza en el nuevo testamento. Hasta cuatro términos se utiliza para puntualizar todo lo que daba de sí el griego antiguo en torno al tema de los “niños”: “néipos” (niño), “país” o “paidíon” (“muchacho”, “siervo”), “tékton” (“niño pequeño”), “hyos” (hijo) (G. Braunmann). En este pasaje de Marcos 10,13, se utiliza el plural “paidía”, que “eran llevados”, es que el evangelio se refiere a niños pequeños, dependientes.

¿Por qué estas criaturas, a primera vista tan insignificantes remueven tanto en el Evangelio? El niño, en las culturas mediterráneas del s. I, eran el prototipo de la vulnerabilidad, de la dependencia y de la marginalidad. En definitiva, el “niño” era el “ser sin derechos”.
Era conocido el dicho de la Misnah, Ábot3,11: “El sueño durante la mañana, el vino al mediodía, la conversación con los niños y el sentarse en las casas de las “gentes de la tierra” sitúan a una persona fuera del mundo” (J.Marcus).

¿Qué significa esto? Un principio que nos descoloca: Los que carecen de todo en este mundo, los que no tienen más que su propia humanidad, esos son los primeros para Jesús. Y son los primeros porque solo así este mundo podrá tener arreglo. Y solo así podremos demostrar que lo primero en la vida es Dios, no otros intereses o conveniencias.


Queridos niños a los que Jesús nuestro Salvador ha amado tanto, que se ha dignado abrazar y bendecir, vengan con nosotros, permanezcan con nosotros; seremos los ángeles guardianes de su inocencia; seremos sus defensores y sus padres; nos entregaremos por ustedes; ningún sacrificio nos parecerá demasiado grande para salvarlos. (S.VII 2270-2275)   

Somos niños,
queremos ver al maestro.
Somos niños,
queremos ver a Jesús.

El maestro está ocupado,
hoy no los puede atender.
Yo los veo tan entusiasmados,
pero nada puedo hacer.
Y más tarde, mis pequeños,
Cristo debe descansar.
Ya es de noche y tiene mucho sueño.
Por favor, no molestar.
Por favor no pidan más.
Ya es muy tarde.

Pueden ver allá adelante,
con enfermos él está.
Él atiende cosas importantes
y ustedes quieren jugar.
Y más tarde mis pequeños
Cristo debe descansar.
Ya es de noche y tiene mucho sueño,
por favor, no molestar.
Por favor, no pidan más.
Ya es muy tarde.

Y así les dijo el maestro:
Dejen que los niños vengan a mí
y que ninguno de ustedes se lo impida.
Y que sea la última vez
que en asuntos como estos
no sea yo quien decida.
¡Ok! No los subestimen, delen el break
Y de ahora en adelante esto vale como ley.
Y si acaso no se dan cuenta,
que en el Reino de los cielos
cosa pura es lo que entra.
Y si no son ellos ¿quiénes serán?
¿Los terribles moralistas? ¡No!
Y seguro que si me conocieran
cuenta se dieran
que ninguno de ellos está en mi lista.
Los que escriben con la mano
borran con el codo,
de seguro no me los bancos de ningún modo.
Si quieren bailar y jugar, no los detengan.
Dejen que los niños
hacia mí vengan.