San Basilio

Eclesiástico 5, 1-8
Salmo 1, 1-4. 6

Jesús dijo a sus discípulos: Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.
Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.
Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible.
Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena.
Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Porque cada uno será salado por el fuego.
La sal es una cosa excelente, pero si se vuelve insípida, ¿con qué la volverán a salar? Que haya sal en ustedes mismos y vivan en paz unos con otros.

El evangelio de hoy no se trata de cortar manos y pies o de arrancar ojos. Se trata de tener la valentía de poder mirar nuestra propia historia y nuestro propio corazón. Y con esa misma valentía pensar en las cosas que estamos haciendo y cómo está nuestra fe. Si somos o no somos indiferentes frente al sufrimiento del hermano, si pensamos solamente en nosotros mismos, cuáles son las cosas que anidan en nuestro corazón y si esas cosas se condicen con el ser discípulo; o si quizás estamos albergando otras cosas que nos separan, que nos aíslan, que nos distancian del Amor de Dios. 

Hoy celebramos un evangelio que no es de condena, sino justamente todo lo contrario: Es un lindo evangelio para poner el corazón en remojo de la Misericordia. Es un lindo momento para mirar el fondo de nuestro corazón y a los ojos de la Ternura y de la Misericordia de Jesús poder ver la verdad en la que nosotros vivimos y la verdad en la que nos movemos. Poder analizar y reflexionar sobre las motivaciones que nos llevan a hacer lo que hacemos y luchar por lo que nosotros luchamos. 

Hoy es un día privilegiado para que nos tomemos un tiempo, para que miremos el corazón, para que nos sigamos haciendo las grandes preguntas acerca del sentido de la vida, para que podamos romper juntos ese “cerco” del propio yo y darnos cuenta que hay un “nosotros” que todavía está por construir: un nosotros que nos hace sujeto colectivo, que nos hace comunidad y que nos hace Iglesia.
Pensemos en aquellas cosas que tocamos, que miramos, que caminamos y que nos alejan justamente del plan que Dios pensó para cada uno de nosotros y cortémoslas, dejémoslas definitivamente de lado.  No trancemos con aquellas cosas que, por ser muerte, nunca, jamás nos van a permitir tener la Vida de Jesús. (P. Sebastián García)


MÁXIMA
Ni un vaso de agua quedará sin recompensa
.


Temo, queridos hijos, que en lo concreto de su conducta dejen que el orgullo, la presunción, la vanagloria dominen sus acciones y les quiten todo su mérito. (Sermón sobre la humildad)

Los que tienen y nunca se olvidan
que a otros les falta;
los que nunca usaron la fuerza si no la razón;
los que dan una mano
y ayudan a los que han caído,
esa gente es feliz porque vive
muy cerca de Dios.

Los que ponen en todas las cosas
amor y justicia;
los que nunca sembraron el odio
tampoco el dolor;
los que dan y no piensan jamás
en su recompensa,
esa gente es feliz porque vive
muy cerca de Dios.

Aleluya, Aleluya
Por esa gente que vive
y que siente en su vida el amor.

Los que son generosos
y dan de su pan un pedazo;
los que siempre trabajan pensando
en un mundo mejor;
los que están liberados
de todas sus ambiciones,
esa gente es feliz porque vive
muy cerca de Dios.