Deuteronomio 30, 15-20Salmo 1, 1-4. 6
El hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.Después dijo a todos: El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde y arruina su vida?
El pasaje de san Lucas nos invita a reflexionar sobre el verdadero significado del sacrificio, la entrega y el seguimiento de un camino que, aunque desafiante, nos lleva hacia una plenitud inigualable. Este camino no es otro que el de la transformación personal y comunitaria, donde cada paso tomado es un reflejo de nuestra capacidad para mirar más allá de nosotros mismos y abrazar un bien mayor…La vida nos presenta constantemente desafíos que nos invitan a mirar dentro de nosotros mismos y cuestionar nuestras prioridades, valores y el propósito de nuestras acciones.El mensaje de san Lucas es claro: para encontrar la verdadera vida, debemos estar dispuestos a perderla por un bien mayor. Esta paradoja nos enseña sobre la importancia de la entrega y el desapego de aquello que consideramos indispensable para nuestra existencia. En la práctica diaria, esto se traduce en actos de generosidad, empatía y servicio hacia los demás, especialmente en nuestro trabajo en la parroquia y en los movimientos apostólicos.El servicio a la comunidad es el pilar sobre el cual se construye una vida de fe auténtica. Estamos llamados a ser luz para los demás, ofreciendo nuestro tiempo, talento y tesoro en beneficio del bien común. Este compromiso con el servicio no sólo nos permite vivir el evangelio de manera concreta, sino que también fortalece nuestra comunidad, haciéndola un reflejo del amor y la compasión que predicamos”. (Juan XXIII.org)El menesiano ofrece su vida por el bien de los niños y jóvenes, a los que educa y acompaña en su caminar. No es un “mercenario”, que viene a ganarse un sueldo y nada más. Es un misionero, un pastor, un guía, ocupado en dar vida y vida en abundancia.
MÁXIMALa vida se plenifica en la entrega
Varios de sus hermanos se han entregado para ir a llevar hasta los confines del mundo el santo Evangelio de Jesucristo. Han dejado todo, han sacrificado todo por esto. Y desde el fondo de esos lejanos países donde se encuentran, les dicen por su parte: ‘Ustedes que son nuestros hermanos, imítennos: si no quieren dejar a sus padres y a su patria para ir a evangelizar a los negros, por lo menos evangelicen a esa multitud de niños que les son confiados’. (Retiro a los hermanos)
Sé como el grano de trigo que caeen tierra y desaparece.Y aunque te duela la muerte de hoy,mira la espiga que crece.Un trigal será mi Iglesiaque tomará mis entregas,fecundadas por la sangre de Aquél que dio su vida por ella.Ciudad nueva del amor,donde vivirá el pueblo,que en los brazos de su dueño nació,sostenido de un madero.Yo mi vida he de entregar,para aumentar la cosecha,que el sembrador al final buscaráy dejará ser eterna.Y un día al Padre volveréa descubrir el secretode la pequeña semilla, que fiel,cobró su herencia en el cielo.