La castidad se recibe de Dios como un don, una gracia, un fruto del Espíritu. Transforma al Hermano en lo más profundo de su ser, lo hace partícipe del misterio pascual de Cristo y se convierte así en fuente de vida y de fecundidad.
Nada de lo que se dice o sucede puede perturbar la paz de aquél a quien la fe eleva a una altura infinita y coloca en el seno de Dios mismo.
2001: Réal Brodeur2011: André Guilbert (Fulbert)