Primera lectura: Isaías 43, 16-21Salmo Responsorial: 125, 1-6Segunda lectura: Filipenses 3, 8-14
Jesús fue al monte de los Olivos. Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles.Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo.Como insistían, se enderezó y les dijo: El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra. E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo.Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?Ella le respondió: Nadie, Señor.Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante.
Ni por el estilo ni por la gramática pertenece al evangelio de Juan. El estilo es más cercano a Lucas que a Juan. Es posible que este texto haya sido insertado con posterioridad en el evangelio de Juan.Los primeros versículos introducen el relato: Jesús de madrugada se dirige al Templo. La expresión ‘se sentó’ indica la importancia de la enseñanza de Jesús. Los escribas y fariseos irrumpen con una mujer sorprendida en adulterio y la ponen ‘en medio’. Al decir que la ponen en medio parece que ese va a ser el tema de discusión, que ese es el tema central, pero no. La expresión ‘se quedó solo Jesús’, con la mujer da cuenta de por quién iban. La lógica del relato exigiría decir que dejaron sola a la mujer con Jesús, pero al que dejan es a Jesús. En realidad, al que iban buscando es a Jesús, y la mujer es sólo la excusa, la usan una vez más. El centro del relato muestra cuales eran las verdaderas intenciones de los escribas y fariseos: tentar y acusar a Jesús.Ante un hecho embarazoso, los escribas quieren contraponer la autoridad de Jesús frente a la de Moisés. Esta es la trampa que expresa cuál es su verdadera intención. Como dice Brown, este relato se relaciona con el de Lc. 20, 20-26: ¿es lícito pagar el tributo al César? ‘Si Jesús resuelve el caso a favor de la mujer y la absuelve, viola unas prescripciones claras de la ley de Moisés; si resuelve que debe ser lapidada, no dejará de tener problemas con los romanos’ (la pena capital sólo podía ser aplicada por el poder romano, como con Jesús). Pero las respuestas de Jesús siempre son sorprendentes. Nunca siguen la lógica del auditorio ni de los que se las plantean (ej. Con el tributo, con la ley del levirato, con esta mujer, con el fariseo y el publicano en el Templo, etc.)Ante la pregunta: ¿Tú qué dices? Jesús responde con una acción enigmática y en silencio: escribir con el dedo en el suelo. El silencio se hace agudo para los escribas y fariseos, de ahí su insistencia: ‘insistían en preguntarle’. Ante la insistencia Jesús se incorpora y les dice: El que esté libre de pecado… y vuelve a inclinarse y a guardar silencio.Qué escribía Jesús, no lo dice el autor. Pero quizá lo más importante no es saber qué es lo que escribía Jesús, esa es una curiosidad nuestra. El acento, está puesto, en el silencio y en el movimiento: inclinarse, incorporarse, volverse a inclinar. Lo importante es esa tensión creada por Jesús y mal soportada por sus enemigos. Estos movimientos de Jesús son una llamada a la confrontación consigo mismo, con su interioridad, con sus motivaciones verdaderas, a mirarse hacia dentro y no a señalar con el dedo la paja en el ojo de la hermana. Es una llamada a la sinceridad personal. ¿Qué es lo que de verdad quieren? ¿Qué buscan? ¿Por quién vienen? Ante esta confrontación se fueron retirando… y lo hicieron en primer lugar los más viejos.Y ahora que han cesado las presiones de la Ley y de las falsas motivaciones, Jesús puede entrar en una relación libre con la mujer. Ahora se abre y muestra su corazón: Mujer ¿dónde están tus acusadores? ¿No te han condenado? Yo tampoco. Su corazón misericordioso se abre con el perdón ante la realidad de la mujer adúltera. Se ha abierto el espacio de la relación y de la misericordia.Este texto nos lleva a preguntarnos si tras el celo por la ley y la pureza no hay motivaciones inconfesables. Si tras nuestras observancias, acusaciones, búsqueda de justicia… no hay también motivaciones que no pueden salir a la luz. Debemos dejar que Jesús saque a la luz nuestras motivaciones escondidas detrás de tanto celo y de tanta justicia. Debemos también saber liberarnos de las presiones, externas o internas, para dejar espacio a la relación personal en verdad y libertad. (Hno Merino)La expresión MUJER en labios de Jesús es un título de dignidad. Mujer se lo dijo a su madre en las bodas de Caná y en la Cruz. Jesús al decirle MUJER le está devolviendo la dignidad, la dignidad que le robaron. Por ello podríamos ponernos en el lugar de la mujer y hacer aplicación de sentidos (escuchar los gritos, los reclamos, las acusaciones de los fariseos y escribas y las palabras de Jesús hacia ellos y hacia la mujer; ver cómo la agarraron y la llevaron a los empujones donde se encontraba Jesús y sólo a ella; sentir en el cuerpo el miedo a la sentencia que le esperaba; percibir los aromas del Templo, lugar de culto a Dios, y donde sin embargo podía ser lapida y por último gustar, saborear las palabras de Jesús: Yo tampoco te condeno).
Los escribas y la mujer: Es la perversión de los lazos. La utilización de una persona, hasta llegar a la humillación más profunda, para lograr intereses inconfesados: la acusación de otra persona. Es la perversión de la relación en cascada. Esto también nos sucede a nosotros. El relato nos lleva a revisar nuestras relaciones y a ver hasta qué punto son relaciones pervertidas, utilitarias o fraternas.Los escribas y Jesús: Jesús rechaza la confrontación directa, buscada por los escribas: ¿Tú qué dices? Cuando las motivaciones no son sanas una confrontación directa exaspera. Jesús toma el camino del silencio, de la serenidad y del gesto para desenmascarar, para llevar al otro a su interioridad, a confrontarse con su verdadera realidad: el que esté sin pecado…Jesús y la mujer: Es la relación personal que se hace cargo del otro, de lo que puede estar viviendo, de su pecado y su pobreza para abrirse a la acogida, al perdón y a la misericordia.
¡Dios mío! ¿Voy yo a golpearlo con mis reproches, cuando Tú lo has golpeado con tu gracia? ¿Voy a ser yo quien haga sangrar sus heridas cuando viene a mí para que derrame sobre ellas el aceite y el perfume, para que yo lo consuele y lo cure? Lejos de nosotros de irritarnos contra aquellos que ponen resistencia, de reprenderlos con amargura, de romper la caña cascada, de apagar la mecha que humea. Es necesario que nuestra palabra descienda como el rocío de la aurora sobre las almas enfermas y secas, los ablande poco a poco, los penetre dulcemente, para poder aplicarnos las palabras que Pablo escribía a los Tesalonicenses: He estado en medio de ustedes como una madre que acaricia a sus hijos cuando los alimenta. Imagen conmovedora” (Sobre la confesión).
Cuando en el Templo enseñabapresentaron ante él a una mujer.Por su pecado querían condenarlay, puesto a prueba, a Jesús le preguntaban:En adulterio se ha hallado a esta mujer,y a lapidarla nos enseñó Moisés,mas ¿qué dices tú maestro?,¿De qué modo proceder?Quien libre esté de pecadotire la primera piedra,dijo después de escribiren aquel suelo algunas letras.Quien libre esté de pecadotire la primera piedra.Viendo que estaban manchadosse marcharon con sus piedras.Oyendo aquellas palabras no huboquien juzgara más a la mujer.Y sola junto Jesús ella quedabay con misericordia Él preguntaba:Aquellos que te acusaban ¿dónde están?Ninguno te ha condenado, estás en paz.Yo tampoco te condeno,vete y ya no peques más.No es de los hijos de Diosir repartiendo pedradas.Tenemos el corazón, la mentey manos manchadas.Dios llama a la conversiónsin importar lo que hagas.Al Dios de amor y perdónpredicarás donde vayas.