Jeremías 20, 10-13Salmo 17, 2-7
Los judíos tomaron piedras para apedrear a Jesús.Entonces Jesús dijo: Les hice ver muchas obras buenas que vienen del Padre; ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?Los judíos le respondieron: No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino porque blasfemas, ya que, siendo hombre, te haces Dios.Jesús les respondió: ¿No está escrito en la Ley: «Yo dije: Ustedes son dioses»? Si la Ley llama dioses a los que Dios dirigió su Palabra –y la Escritura no puede ser anulada– ¿cómo dicen: ‘tú blasfemas’, a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dice: «yo soy Hijo de Dios»?Si no hago las obras de mi Padre, no me crean; pero si las hago, crean en las obras, aunque no me crean a mí. Así reconocerán y sabrán que el Padre está en mí y yo en el Padre.Ellos intentaron nuevamente detenerlo, pero él se les escapó de las manos.Jesús volvió a ir al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado, y se quedó allí. Muchos fueron a verlo, y la gente decía: Juan no ha hecho ningún signo, pero todo lo que dijo de este hombre era verdad. Y en ese lugar muchos creyeron en él.
Señor, hoy traigo a mi oración esta preocupación personal: Cuando tú vivías entre nosotros hubo personas que estuvieron cerca de ti, escucharon tus palabras, fueron testigos de tus milagros, y sin embargo, no creyeron. Y me pregunto: ¿Me pasará a mí lo mismo? Quiero ser humilde y tener un corazón sencillo y abierto a tu palabra.Jesús es el revelador del Padre. Dedicó toda su vida a decirnos cómo era Dios, su Padre. Jesús no vino a decirnos que Dios existe, sino a descubrirnos lo maravilloso que es ese Dios a quien tantas veces nombramos, tantas veces escuchamos, tantas veces lo estudiamos y, sin embargo, tan poco y tan mal lo conocemos. Lo peligroso es querer encerrar o encasillar a Dios en figuras, imágenes, o tradiciones. De Dios nadie habla bien sino Dios mismo y su Hijo que ha vivido durante toda la eternidad en su regazo.Los judíos del tiempo de Jesús, por cerrarse a una idea de Dios, no llegaron nunca a conocerlo. Él nos revela al Padre por medio de sus palabras, de sus silencios, de sus actuaciones. Si Jesús acaricia a un niño es para decirnos: así de cariñoso es el Padre. Si Jesús cura a un enfermo, es para decirnos: así de compasivo es el Padre. Si borra nuestros pecados, es para decirnos: así de misericordioso es el Padre. Nosotros conocemos a Dios a través de las obras de Jesús. Haciendo las mismas obras que hacía Jesús, también nosotros podremos revelar hoy el rostro del Padre a tantas personas que lo desconocen totalmente.Señor Jesús, quiero que me ayudes a conocer el verdadero rostro de Dios. Porque yo suelo obrar según el rostro de Dios que llevo dentro. Si Dios es para mí un ser lejano, que no se preocupa de mí, que me asusta con su poder, yo tendré con mis hermanos unas relaciones frías, distantes, poco humanas.Pero si a través de Jesús yo descubro a un Dios Padre bueno, compasivo, lleno de ternura, yo seré bondadoso y cariñoso con mis hermanos. Y eso es lo que yo quiero para mí y para todos los cristianos.
MÁXIMAJesús nos enseña cómo es Dios Padre
Dios Padre, lleno de un amor infinito por su Hijo, ha desplegado toda la magnitud de sus tesoros y diría que ha agotado todo su poder, para preparar a este Hijo muy querido, una morada digna de él en este mundo: de este modo todos los hombres son hijos de Dios en Jesucristo. (SII 962-969)
Abba, Padre, Dios del cielo.Abba, Padre, Tú eres mi Dios.Abba, Padre, soy tu hijo,Tú me acoges con tu amor.No me diste un espíritu de esclavitud,antes bien un espíritu de hijoy por eso yo puedo exclamar,¡Abba Padre, Abba Padre!Soy un niño pequeño recién nacidoy en todo dependo yo de Ti.No pretendo jamás ser autosuficiente porque Tú eres mi Padre, eres mi Dios.Padre, muy en alto me levantas.Padre, en tus brazos nada temo.Padre, tengo vida en abundanciaporque Tú eres mi Padre,eres mi Dios.