Beata María de San José Alvarado – San Agustín Roscelli

Hechos 8, 1b-8  
Salmo 65, 1-3a.4-7a 

Jesús dijo a la gente: Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed. Pero ya les he dicho: ustedes me han visto y sin embargo no creen.
Todo lo que me da el Padre viene a mí, y al que venga a mí yo no lo rechazaré, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió. La voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me dio, sino que lo resucite en el último día.
Esta es la voluntad de mi Padre: que el que ve al Hijo y cree en él, tenga Vida eterna y que yo lo resucite en el último día.

El evangelio de Juan está lleno de hombres y mujeres que tienen hambre y sed, que buscan y a los cuales el Señor se acerca y los va llevando a niveles más profundos del ser, a descubrir detrás de su hambre y su sed el deseo más hondo del corazón. Dios, a través de Cristo, nos busca, nos atrae hacia sí, porque no quiere que se pierda nada, porque como decía San Agustín, “Nos hiciste para ti y nuestro corazón están inquieto hasta que descanse en ti”.

¡Qué no se pierda nada…! Qué expresión tan bella y tan fuerte: que no se nos pierdan nuestros hijos, nuestra gente, que no se pierda tanta vida humana, que no se pierdan los sueños, las esperanzas; que no se pierda el amor entregado…

El Evangelio de hoy nos invita a creer y creer es dejar que Él, Cristo, nos encuentre, nos atraiga hacia sí, nos resucite, nos alimente; tener fe es ese “venir” a él, permanecer unidos a Él, como el sarmiento a la vid de la que recibe la savia que posibilita que tenga vida y dé fruto, porque “sin mí nada pueden”.


MÁXIMA
Dios quiere darnos Vida eterna


Los cuerpos nutren el cuerpo, pero el alma es vida y su pan es Dios mismo. (Memorial)

Jesús, Camino, Verdad y Vida,
junto con María, Madre de la Iglesia,
te imploramos:
Envía tu Espíritu Santo
sobre los pastores reunidos
junto a la tumba del Apóstol Pedro.
Manifiesta a ellos tu voluntad,
para que elijan, con sabiduría y esperanza,
a quien tú quieres por Obispo de Roma
y pastor común de tu Iglesia.
Concédenos a todos una mirada de fe,
para reconocer en él a tu representante,
seguirlo y colaborar con él
en la misión evangelizadora
de todos los pueblos de la tierra.
Amén.

Cuando flaquea mi fe
y siento desfallecer;
cuando no puedo seguir
y faltan fuerzas en mí,
puedo a la mesa venir
y puedo el pan compartir.

Es Jesús el pan de vida,
el maná de mi desierto,
mi energía, mi sustento.
Es Jesús el pan de vida,
mi necesidad primera;
y sin ti yo nada fuera,
porque Jesús
es Pan de vida eterna.


Laura Evangelista Alvarado Cardozo,​ conocida como la MADRE MARÍA DE SAN JOSÉ (1875-1967) fue una religiosa venezolana que se dedicó al cuidado de los enfermos en varios centros hospitalarios del país. En 1901, junto con el sacerdote Justo Vicente López, fundó la congregación de las Hermanas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús, con el objetivo de ayudar a las niñas abandonadas y a los ancianos pobres. Fue beatificada en el año 1995 por el Papa Juan Pablo II.