Hechos 13, 26-33 Salmo 2, 6-12a
Jesús dijo a sus discípulos: No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. En la Casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, se lo habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. Ya conocen el camino del lugar adonde voy.Tomás le dijo: Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?Jesús le respondió: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí.
Señor, vengo a Ti, a estar contigo. Y lo hago de mañana, con la frescura del amanecer, con la limpieza de la tierra, con la caricia del viento, con el encanto de lo nuevo, lo no usado, lo no manchado, lo no estropeado. Y te pido tener la mente fresca y los oídos bien abiertos para escuchar de Ti unas palabras enternecedoras: “No tengan miedo, no se turben, confíen”. Haz que estas dulces palabras se metan en mi cabeza y sepa guardarlas en mi corazón.
“No se turbe su corazón”. Palabras consoladoras de JESÚS, sobre todo si tenemos en cuenta el momento en que las pronunció: antes de su partida. La ausencia de Jesús iba a abrir una honda herida en el corazón de sus discípulos. Durante varios años Él ha sido para ellos su amigo, su defensor, su apoyo, su fortaleza. Ahora se marcha y les acecha la tristeza, la angustia, la soledad.Jesús los anima a perder el miedo, a superar la tristeza. Llega el momento de la fe, es decir, de la confianza en Él, del fiarse plenamente de su persona. Y les consuela diciendo que se va porque les interesa a ellos, porque así les puede preparar una casa bonita en el cielo. Es una casa grande, con muchas mansiones. Que nadie pase apuros por dudar si habrá sitio para él. Después volverá, pero no para seguir viviendo aquí en este “valle de lágrimas” sino en un lugar maravilloso donde ya no habrá “ni luto, ni llanto, ni dolor”. Una casa donde el gozo será vivir en el amor: en el amor del Padre, en el amor de Jesús y en el amor de los hermanos. Es el fruto de la redención llevada a cabo por Jesús y hecha realidad en nosotros por la fuerza del Espíritu, no por nuestros propios méritos.
Al acabar este rato de oración, de nuevo quiero agradecerte este momento por las luces que me has concedido. Te digo que al escuchar tus palabras he sentido que me ha desaparecido el miedo a la muerte. Nuestra situación allá arriba, en tu propia casa, será inmensamente mejor que todo lo vivido aquí en este mundo. Tu casa será mi casa; tu mesa será mi mesa; tu jardín será mi jardín; tu felicidad será también la mía. ¡Gracias, Señor!
MÁXIMAJesús es el Camino que lleva al Padre
¡Vengan, agricultores, artesanos laboriosos! Vengan a aprender a santificar sus penosos trabajos. Vengan a aprender cómo ganar el cielo… Vengan, padres y madres, señores y señoras… Vengan aquí, niños, criados… Vengan aquí almas piadosas. Ustedes son los amigos de Dios. Ustedes tienen un derecho particular a sus favores, y es en una misión donde se los darán en abundancia. ¡Vengan todos! Encontrarán el camino verdadero que lleva al cielo”. (Invitación a una misión)
Mira Jesús, yo te traigo una gran inquietud.¿Qué debo hacer? Nuestro mundo sufre esclavitud.Le falta paz y en muchos no hay esperanza.Dime Señor, ¿cómo puedo sembrar más amor?Sígueme, soy Camino, única ruta a seguir.Sígueme, soy la vida, que con amor debes compartir.Oigo tu voz en la calma de mi oración;oigo tu voz, en el pobre que me pide pan.Desde tu cruz, Tú me pides mayor compromiso.Dime, Señor, ¿cómo puedo sembrar más amor?Yo, como Tú, buscaré dar más que recibir.No hay amor, sin sufrir, sin luchar, sin servir.Mas si a tu amor, olvidando, lo pierdo de vista,Grita, Señor, aún más fuerte que te pueda oír.