Santos Cristóbal Magallanes y Agustín Caloca Cortés

Hechos 15, 1-6
Salmo 121, 1-5

Jesús dijo a sus discípulos: Yo soy la verdadera VID y mi Padre es el viñador. El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes.
Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí.
Yo soy la vid, ustedes los sarmientos El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer.
Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán.
La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.

Jesús nos habla de la necesidad de estar conectados, pero no se refiere sólo a esa conexión entre nosotros, sin duda importante, sino a estar conectados a Él, a vivir unidos a Él y para ello usa el verbo «permanecer». Es decir, nos invita a mantener esta conexión de manera estable, permanente. Somos seres espirituales, en profunda conexión con Dios.

Hay muchas imágenes que nos ayudan a vislumbrar en qué consiste esta conexión. Una imagen muy bonita es la de la VID. Vivir conectados es haber accedido a la fuente de donde fluye el amor, la vida.
Vivir conectados es dejar que ese amor y esa vida fluyan a través de mí. Vivir conectados es ser conscientes de que yo no soy el origen del amor y de la vida, sino experimentar el gozo de ser ese canal a través del cual Dios fluye. Vivir conectados es sentirnos seres habitados. Y es esa conexión la que hace que nuestra vida sea fecunda, que a nuestro alrededor florezca la vida.

Fortalezcamos esta conexión. Para ello, en primer lugar, hagámonos conscientes de esa presencia, de que somos seres habitados, seres espirituales. Visualicémonos conectados a esa fuente que está en nuestro interior, que es Dios mismo y dejémosla fluir dentro de nosotros.
Amar cansa cuando no estamos conectados a la fuente, la vida cansa cuando no nos alimentamos de ella.
Nuestra vida será más plena, tendremos más paz, andaremos por el mundo más centrados, más gozosos, más fecundos.
Dolores Sopeña decía: Seamos canales por los que pasa la gracia divina hacia aquellos que la necesitan. Llevemos a Dios con nuestra vida, con nuestra sonrisa, con nuestros pequeños o grandes gestos de amor. (Jacqueline Rivas, Hésed)


MÁXIMA
Conéctate a la vida de Jesús


Recuerden la promesa que Jesucristo nos ha hecho: cuando estén dos o tres unidos en mi nombre, yo estaré en medio de ustedes. Están unidos aquí en nombre del Salvador Jesús. Estará en medio de ustedes, estará en este púlpito para instruirlos cuando les hablemos. Está en este tabernáculo santo para escuchar sus gemidos, para escuchar sus oraciones, para abrir sus ojos si están ciegos, para darles el uso de sus miembros si lo han perdido, para resucitarlos si están muertos” (S VII p. 2225)

Pon tu celular en modo amigo,
en modo amor, en modo hermano,
en modo hijo.
Si no quieres quedar sin batería
pon tu celular en modo vida.

¿Qué tal si nos sentamos a charlar?
¿Qué tal si nos comemos un helado
y emprendemos la titánica misión
de mirarnos a los ojos y encontrarnos?

Qué tal si me reemplazas ese beso
que me mandaste en un emoticón,
que si es de carne y hueso, entonces esos
corazones en los ojos, tendré yo..

Vamos a hacer una revolución
humilde, aparentemente tonta.
Seamos cavernícolas un rato
caminando simplemente
de la mano.

Y sea tu mirada mi señal
y tu compañía mi recarga.
Sea el sonido de tambor
de tu noble corazón,
mi ringtone.


CRISTOBAL MAGALLANES JARA (1869-1927) fue un sacerdote mexicano, fusilado durante la Guerra de los cristeros. Como sacerdote, además de la transmisión de la fe, se ocupó de los niños abandonados y de crear escuelas en los pueblos. Apresado, fue acusado de dirigir el movimiento rebelde. Habiendo demostrado que era mentira, se lo condenó por ser sacerdote.  Junto con él fue fusilado el padre Caloca Cortés. El Papa Juan Pablo II lo canonizó en el año 2000, junto a otros 23 mártires de la fe, entre ellos 3 laicos.


AGUSTÍN CALOCA CORTÉS (1898-1927) fue un sacerdote y mártir mexicano de la iglesia católica. Nació en Zacatecas en 1898. Siendo prefecto del Seminario Nuestra Señora de Guadalupe, en mayo del 27, llegó la noticia que el ejército estaba a la entrada del pueblo. Entonces mandó a los seminaristas que abandonaran rápidamente el lugar y se dispersaran para pasar como vecinos ordinarios del pueblo. Fue apresado y fusilado junto con el padre Magallanes. En el año 2002 fue canonizado.