Santa María Bernarda Bütler

Hechos 14, 5-18
Salmo 113b, 1-4. 15-16

Jesús dijo a sus discípulos: El que recibe mis mandamientos y los cumple, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él.
Judas –no el Iscariote– le dijo: Señor, ¿por qué te vas a manifestar a nosotros y no al mundo?
Jesús le respondió: El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. El que no me ama no es fiel a mis palabras.
La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.

“El que me ama será fiel a mi palabra”.
La fidelidad se basa en el amor, no en el temor a un castigo o por mantener una costumbre o tradición. Él quiere que lo sigamos, porque lo amamos, no por otra cosa. Juan dice en su primera carta que “quien no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor”. Dios se manifiesta en el amor. Allá donde hay una persona o una comunidad que viven en el amor, allí está Dios, allí está el cielo, aun sin tener idea de que es así. Hoy vamos comprendiendo que más allá de las fronteras de Iglesia, hay presencia de Dios y a veces, lamentablemente, más evidente que entre nosotros. Y quien ama, hace la voluntad de Dios, porque su mandato es el AMOR.

Y para guiarnos por el camino correcto Jesús promete su Espíritu, que el Padre enviará en su nombre y que nos hará comprender la profundidad del amor de Jesús y su mensaje. El próximo 8 de junio celebraremos Pentecostés, el momento experiencial profundo que tuvieron los discípulos y que los llevó a llevar el mensaje de salvación a todos, sin importar las consecuencias dolorosas que tuvieran. Hace falta un nuevo Pentecostés en nuestra Iglesia y en el mundo, porque el desánimo y la incredulidad ha ganado a muchos.


MÁXIMA
“El que me ama será fiel a mi palabra”


No tengan nunca otra voluntad que ésta; permanezcan bajo la mano de Dios como niños pequeños, muy humildes, muy dóciles, muy sencillos, que se dejan llevar, levantar, acostar, que son maleables y dispuestos a toda clase de movimientos, y Dios los iluminará, los bendecirá y los recompensará en la eternidad por el bien que han hecho como por el bien que hubieran querido hacer”. (Apertura de retiro)

Qué difícil es entender
lo que debo hacer,
cuando hay que dejarlo todo
para obedecer.
Qué difícil es renunciar
a lo que quiero,
para ponerte a ti primero.
Porque mi mente
no logra alcanzar a comprender
que tú tienes un plan
y que es cuestión de tiempo
esperar para ver lo que vas a hacer.

Por eso he decidido
andar por fe
y no tan solo por lo que mis ojos ven.
Y aunque ahora mismo
no pueda entenderlo,
así lo hare…

Haz tu voluntad en mi vida,
aunque cueste obedecer,
aunque ahora tenga que perder.
Haz tu voluntad en mi vida
porque sé que al final,
lo que quieras tú, será para mi bien.

A veces creo que no podré,
me falta fe.
Cuando veo lo que me falta por recorrer
siento que algo dentro de mí
se va muriendo
y que el tiempo se hace eterno…
Pero a la vez mi razón va entendiendo
que mis pensamientos
no son tus pensamientos,
que mis caminos no son tus caminos.
Tú eres perfecto.

Haz tu voluntad en mi vida
aunque tenga que morir
para que tú vivas en mí.
Haz tu voluntad en mi vida
porque sé que al final
lo que quieras tú será para mi bien.


MARÍA BERNARDA BÜTLER (1848-1924) fue una religiosa suiza que realizó su labor apostólica en Latinoamérica. Primero trabajó con otras hermanas en Ecuador. Debiendo huir en 1895 por la persecución religiosa, se estableció en Cartagena de Indias, Colombia, donde trabajó hasta su muerte. Fue fundadora de una congregación de hermanas. Una frase dirigida a ellas la pinta de cuerpo entero: «Abran sus casas para ayudar a los pobres y a los marginados. Prefieran el cuidado de los indigentes a cualquier otra actividad».​ Benedicto XVI la canonizó en el año 2008.