San Desiderio

Hechos 15, 22-31
Salmo 56, 8-12

Jesús dijo a sus discípulos: Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos.
Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.

Señor, sabemos que todos los días no son iguales. Los hay nublados, los hay claros, los hay fríos, los hay calurosos. Lo mismo ocurre con tu palabra. La palabra de hoy es de día de fiesta, es de día de sol sin ocaso. Y el tema no puede ser otro que el tema del AMOR. Ya sabíamos que nos querías, pero no sabíamos que nos quisieras tanto. Nos llamas amigos, y nos dices que tu amor a nosotros llegó a tal extremo que fuiste capaz de dar la vida para expresar así mejor el amor que nos tenías. Gracias, Señor, por querernos tanto.

Qué distinta la piedad de Jesús de la de los judíos de su tiempo. Éstos tenían muchas leyes, muchos preceptos, muchas normas. Jesús sólo tiene una, la ley del amor. Lo que nos dejó como testamento y norma suprema “que nos amemos unos a otros como Él nos ha amado”.
Lo que nos distingue como cristianos es el amor tal y como lo entendió Jesús. Y Jesús entendió el amor hasta estar dispuesto a dar la vida por las personas que amaba. Lo ideal del cristiano es vivir para amar, vivir desviviéndose por los demás, gastar la vida amando, de modo que la mejor manera de perder el tiempo sea emplearlo en algo que no se pueda reciclar en amor. 
En el cristianismo el amor no es un consejo sino un precepto, un mandato. Uno se pregunta: ¿Se puede obligar a amar? Jesús no obliga a nadie a ser cristianos, pero en el momento que uno opta por serlo, ya no es libre para el amor, porque en el momento que dejo de amar dejo de ser cristiano. Es imposible encontrar a un auténtico cristiano sin amor. Lo dice muy bien San Juan; “El que no ama está muerto”. (1Jn. 3,14) Y la religión de Jesús no es religión de muertos sino de vivos.

Gracias, Dios mío, por tu exigencia en el amor. Tú has ido por delante para que no tengamos excusas. Con tu gracia, se puede vivir en plenitud, se puede vivir con gozo, se puede ser feliz por el hecho de existir si toda la existencia está fundamentada en el amor. Gracias porque me has enseñado a vivir estrujando la vida hasta el final. Qué bien se debe morir diciendo ¡Todo este maravilloso programa de amor lo he cumplido!


MÁXIMA
“Ámense los unos a los otros”


Ámalos mucho en Nuestro Señor y no descuides nada a fin de inspirarles su amor: ¡oh!, ¡y qué queridos te deben ser! ¡Qué dicha para ti ser llamado a ser su padre y su apóstol! Esfuérzate por ser cada vez más digno de tan bella y santa misión.” (Al H. Émeric, 21 de noviembre de 1844)

El abrazo más fuerte lo diste tú.
El abrazo más fuerte lo diste tú.
La sonrisa más dulce la diste tú.
El consejo más sabio lo diste tú.

Y ahora son recuerdos, que llevamos dentro
y hacen que la vida sea más linda.
desde que tú caminaste en ella
dejando huella, dejando huella,
dejando huella.

Y aunque no te vea, te puedo sentir.
Y aunque no te sienta, te puedo ver
en esa risa fuerte, en tus aventuras
que hacen que la vida sea más linda.