6º Miércoles de Pascua

Hechos 17, 15.22-18, 1  
Salmo 148, 1-2.11-14  

Jesús les dijo a sus discípulos: Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.
Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.

La verdad es la que nos hace libres, dice Jesús. Buscar la verdad es tarea de toda la vida y es obra del Espíritu, a quien se la debemos pedir insistentemente. Nuestra experiencia es que fácilmente caemos en el engaño, en la mentira, tomando lo falso por verdadero.
Importante por eso es el discernimiento de espíritu, cuyo gran mentor y especialista fue San Ignacio de Loyola. Es fácil engañarse con falsas mociones y luces interiores, porque el ‘ángel malo’, como dice Ignacio, puede también consolar el alma con pensamientos buenos y santos, para después llevarla poco a poco por sus oscuros caminos. La diferencia está en que mientras la obra del Espíritu trae como fruto la paz, el mal espíritu no puede producir más que inquietud, desasosiego.

El Papa Francisco nos decía:
“La libertad de Jesús viene de la verdad… Es su verdad la que nos hace libres. la verdad de Jesús no es una idea, algo abstracto, sino que es una realidad, es Él mismo que hace la verdad dentro de nosotros, nos libera de las ficciones y de las falsedades que tenemos dentro. 
Estando con Jesús, nos volvemos verdaderos. La vida del cristiano no es una actuación donde se puede llevar la máscara que más conviene. Porque cuando Jesús reina en el corazón, lo libera de la hipocresía, de las escapatorias, de las dobleces.
La mejor prueba de que Cristo es nuestro rey es el desapego de lo que contamina la vida, haciéndola ambigua, opaca, triste. Cierto, debemos lidiar siempre con los límites y los defectos: todos somos pecadores. Pero cuando se vive bajo el señorío de Jesús, uno no se vuelve corrupto, falso, con la inclinación a esconder la verdad. No se lleva una doble vida. (Angelus, 21-11-21)


MÁXIMA
La verdad nos hace libres


Me apresuro a responder a la carta que el P. Evain me acaba de entregar en tu nombre. No lo hago porque espero que tengas más en cuenta mis nuevas observaciones que las anteriores, sino porque no quiero que puedas considerar mi silencio como una aprobación. Te debo la verdad y te la diré toda, sin vueltas y sin otras consideraciones que las requeridas por la caridad”. (Al H. Ivy Guilloux, que quiere dejar la congregación. 12-08-1839)

Espíritu de Dios, desciende.
Espíritu de Dios, ven a mi ser.
Ven mi alma,
con tu presencia transfórmame.
Espíritu de Dios, desciende.
Espíritu de Dios, ven a mi interior.
Llena mi alma;
con tu consuelo dame tu Amor.

Suave brisa, suave fuego.
Huésped divino de mi interior,
Llena mi alma;
con tu consuelo dame tu Amor.